Capítulo 45: Nuevas presentaciones

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Gorka

Bajé las escaleras y entré al salón comedor —el lugar dónde me estaban esperando Alexander y Patricia—. Me acerqué a ellos y se levantaron del sofá en cuanto me vieron.

—Ey, pareja —choqué los puños con mi otro amigo y a Patricia le di dos besos.

—Hombre, por fin vas a presentarnos a esa mujer que te está volviendo loco —miré la mesa principal y pude contemplar que lo habían preparado de un modo exquisito—. Ha quedado chulo, ¿eh? Es lo que tiene poseer muebles de alta calidad —bromeé.

—Ya era hora, ¿eh? —se rió—. Jamás te habíamos visto con nadie y mucho menos ir enserio.

—Bueno, todo llega o eso dicen —abracé a mis dos amigos a la vez—. Vamos a esperarla y nos sentamos en la mesa.

—¿Dónde está? —preguntó Alexander.

—Está en el tocador que le instalasteis, ya sabéis, una mujer en un tocador y en una tienda de ropa. Un auténtico peligro —me carcajeé—. Muchas gracias a los dos por conseguírselo —dejé de abrazarlos.

—Payaso —me dio un golpe en el hombro Patri—, eso no es cierto

—De nada, vamos a sentarnos —me senté en el sofá al lado de ellos—. Au, joder que manía tenéis las mujeres con los golpecitos en el hombro. Ingrid está igual, raro es que no me lo hayáis dislocado ya —comenté divertido.

Los tres nos reímos y volvimos a lo importante.

—Bueno, cuéntanos todo y con lujo de detalles —me pidió Alexander.

—¿La realidad o la telenovela? —intenté ponerme serio.

—Ah, ¿qué hay parte de telenovela? —preguntó Patri.

—Más bien, todo es un culebrón —chasqueé la lengua.

—A ver, cuenta —insistió mi amigo.

—Prometerme que no vais a decir nada, ¿vale?

—Sabes que puedes confiar en nosotros —y que razón llevaba. A ellos les había confiado hasta mi vida.

Empecé a narrar todo con detalles, desde cómo se provocó el fuego en el pueblo de Francia hasta llegar a los seres que les arrebataron la vida y sus historias —incluí la confesión que me hizo el muy hijo de puta de cómo mató a mi familia—. El momento que encontré los niños, me hice con ella y como transcurrió todo hasta ahora.

—Pero tío, es ilegal —reflexionó mi amigo—. Te puedes meter en grandes problemas.

—Entendemos la situación y tu desesperación pero... ¿eres consciente de que la has metido en un buen lío? Ahora hasta su familia estará en el punto de mira de su banda —me dijo Patricia—. Él ha fallecido, tú puedes ir a la cárcel. ¿Lo sabes? Puedes ir por asesinato y encima por secuestro.

—Y de los niños, si ella declara que son sus hijos y que los secuestró a los tres —«venga vale, tú ayúdame y dame ánimos».

—No me importa ir a la cárcel si la tengo a ella conmigo, me hechizó y no sé aún qué mierdas hizo conmigo pero... me ha vuelto un completo títere cuando estoy con ella —agaché la cabeza agobiado—. Ella y los niños son la única familia que tengo.

—Tío, estás enamorado —aseguró y lo malo era que tenía razón.

—No puedo enamorarme —mentí para que se olvidaran del tema.

—No nos puedes mentir, Gorka —afirmó Patri.

Empecé a agobiarme y no pude evitar decirles la verdad.

Enfrentamiento mortal. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora