Capítulo 27. ~ Nathan.

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P.D.V de Nathan (Punto De Vista)

Ashley juraba por Dios que estaba bien, pero los doctores le decían que aún tenía que quedarse un par de días más en el hospital. Hasta yo podía notar que aún no estaba completamente bien. Con suerte, podríamos celebrar Navidad en otro lugar que no fuera este sombrío y nostálgico hospital.

El doctor Robbins apuntaba al ojo de Ashley con una pequeña linterna mientras hacia su chequeo diario. —Has progresado bastante, Ashley. —Se volteó a vernos a los que estábamos en la habitación—. No sé qué le hayan dado, pero no dejen de dárselo.

Sonreímos. El doctor se excusó y salió de la habitación.

En esa noche nevada, Ashley se despertó a mitad de la madrugada gritando y susurrando cosas que no podía entender, por suerte, estaba dormido en el sofá de la habitación mientras su mamá se había quedado en un hotel cercano. Tan pronto como escuché los sonidos, me paré al lado de su cama y traté de despertarla poniendo mis manos en sus hombros y moviéndola un poco.

—Ashley, Ashley, despierta. Estoy aquí, contigo. —traté de que mi voz fuera tranquilizadora, aunque la más pequeña pista de nerviosismo se podía escuchar en ella.

Ashley abrió los ojos e inhaló audiblemente mientras llevaba su mano a su frente, su habitación agitada. Me miró a los ojos, llena de desesperación y miedo. Tomó mi mano, tomé la suya de vuelta. Después de unos momentos, susurró. —Disculpa. —sonrió débilmente.

Pasé mi mano por su frente sudorosa y quité el cabello que caía por su cara, devolviéndole la sonrisa. —No tienes por qué disculparte.

Terminé con meterme a su lado en la cama, en la que sorpresivamente cabíamos los dos. Me senté, y ella puso su cabeza en mi regazo mientras yo jugaba con su cabello. No dijimos nada por un tiempo, hasta que ella se apoyó en mi pierna con su mano y levantó su torso para verme a la cara.

—Hay algo que tienes que saber.

Tragué. —¿Sí?

Palmeó el espacio a su lado para que me acostara, y lo hice. Me puse de medio lado, para así poderla ver, su rostro tan cerca del mío que su respiración chocaba con la mía. Imágenes de nosotros en la misma posición hace meses llenaron mi mente.

—Creo que… tú más que nadie tienes derecho a saber qué fue lo que sucedió en realidad.

Esto era todo. Ella me iba a decir lo que pasó. Mi corazón se encogió ante el hecho de que sabía que esto no iba a ser fácil para ninguno de los dos.

Así que ella comenzó desde el principio, desde la noche en la que salía de su trabajo y alguien la sorprendió en el estacionamiento, hasta que se había despertado en el hospital. Me contó todo, y pude sentir el sufrimiento que se desprendía de ella a través de su voz, y no la culpe por no hablar por casi dos semanas: tenía todos los motivos. Y, como si no pudiera sentirme peor, ella me hizo sentir como si hubiera estado allí con ella, parado a su lado, sin poder hacer nada. Completamente inútil.

Fue cuando me di cuenta de que ella nunca podría estar completamente bien después de todo; tal vez nunca jamás quisiera amar más nunca o siquiera pensar en tener contacto íntimo con otra persona alguna vez en su vida. Esto dejaría heridas en Ashley Underwood que nunca se podrían cerrar, y aunque yo—incluso otra persona—tratara, siempre habría un lugar en la parte trasera de su cerebro que no la dejaría en paz, arrojando a su vida sutiles recuerdos de lo que había sido la peor experiencia de su vida.

Y no podía dejar de preguntarme: ¿qué había hecho ella para merecerlo? La respuesta obvia siendo: nada, absolutamente nada. No se lo merecía.

Hopeless? ~ Tercera parte de Loverboy.Where stories live. Discover now