Capítulo 15. ~ Ashley.

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Patrick se paró de la cama, y me dejó tirada en la cama, como si en realidad no le importara más nada sobre mí, como si solo soy una cosa que se usa. Se subió sus pantalones y sacó un cigarrillo de uno de los bolsillos, lo prendió con el encendedor y comenzó a fumarlo. Yo simplemente me quedé ahí, sin poder respirar, descubierta completamente, sintiendo el frío penetrando mi piel. Patrick se acercó y me lanzó mi ropa encima para que me cubriera un poco. Aunque aún me sentía débil, ya me podía mover ligeramente—me imagino que era porque estaba comenzando a desintoxicarme y la droga salía poco a poco de mi organismo—, por lo que terminé de acomodarme el vestido.

Las imágenes del recuerdo reciente se repetían una y otra vez en mi cabeza, y se ponían peor conforme pasaba el tiempo, como una bola de nieve que va bajando por una montaña. Me parecía abrir los ojos y ver cosas que sabía que no estaba presentes, y cuando esto pasaba, sabía que en realidad no quería hacer más nada con mi vida.

Sólo pude mirar al techo, borrando a todos y a todo de mi cabeza, dejándo mi mente completamente en blanco. Fue la primera vez en la que en realidad no pensaba en absolutamente nada, solo había ruido blanco en mi cabeza y no parecía importarme. Miré a un punto fijo del techo mientras mis pulmones subían y bajaban. Estaba presente, pero todo mi ser estaba en otro lugar.

Al rato, Patrick terminó con su cigarrillo y vino y se sentó a mi lado. Acarició mi mejilla con la parte trasera de la palma de su mano.

¿Cómo poder decir, cómo poder describir la increíble cantidad de repugnancia y asco que sentía contra este hombre?

—¿Cómo te sientes, princesa? —me preguntó con su aliento desagradablemente caliente que ahora olía a cigarrillo.

No dije nada. Mis ojos seguían clavados en el mismo punto del techo de la cabaña.

Patrick, al ver mi falta de respuesta, tomó mi rostro entre su mano, sus dedos haciéndome daño en el interior de mis mejillas. Me obligó a verlo, aún así: yo no sentía nada, no pensaba en nada, no me importaba nada. Cualquier sentimiento humano se había drenado fuera de mi cuerpo, dejándome con una paz interna extrañamente incómoda, amarga y llena de agonía y ansiedad que a penas se podía percibir.

Respiré.

—Respóndeme cuando te hablo. —dijo y acercó su cara a la mía, sentí sus labios rozando mi nariz.

—Te odio tanto... —logré susurrar.

Instantáneamente Patrick me pegó una bofetada. Mis oídos quedaron zumbando y sentí mi mejilla poniendose caliente en la forma de su mano.

—¿Por qué odiar a la persona que te hizo un favor? —dijo él, riéndo como si yo fuera una persona malagradecida.

¿De qué favor hablaba este maldito? ¿Acaso pensaba que esto, tal vez, me brindaba a mí, o al resto de las personas que son abusadas sexualmente, algún gran regalo, u don, o alguna cosa por el estilo? ¿Cómo que si te quitaran literalmente lo único que te queda, tu dignidad, fuera algo enviado del cielo, una extraña y retorcida clase de bendición espiritual? Si yo pertenecía en el infierno entonces él no tenía ni derecho de tener vida después de la vida.

Después de unos segundos, horas o minutos—no podría decir exactamente, estar aquí te hace perder el sentido del tiempo por completo—, apareció Dionne. Mi cabeza aún estaba hueca y no pareció importarme. Entró por la puerta muy sonriente y se veía de buen humor, o tal vez sólo era el hecho de que de verdad le encantaba torturarme.

—¡Chicos! ¿Cómo están? —dijo, sentándose en una de las viejas mesas de madera cubierta de telarañas de la cabaña—. ¿Cómo la pasaron?

Patrick no dijo nada y en cambio le ofreció un cigarrillo, el cual Dionne rechazó. Apuesto a que él sonrió su sonrisa de psicópata pervertido, pero no lo pude haber visto, ya que me estaba dando la espalda en aquel momento.

¿Acaso ella también pensaba que todo lo que había pasado era no más que una simple bendición celestial? ¿No sentía ni un poco de pena por hacerle esto a otra mujer, una hermana—aunque me odiara a muerte—, a otra más de su propia espécie y género? ¿No se había siquiera puesto en mis zapatos al menos una vez desde que todo esto comenzó? Pero no engaño a nadie, yo sabía muy profundamente que me lo merecía.

Dionne, entonces, se acercó a mí. Se agachó para que su rostro estuviera a la altura del mío. Sonrió, aunque no mostró sus dientes.

—¿Adivina quién me llamó ayer? —me preguntó.

No respondí. Me limité a mantener mis ojos siempre en el mismo lugar, con el mismo vacío.

—Bueno, sé que adentro de esa cabeza hueca tuya —tocó mi sien con su dedo—, deben quedar algunas pocas neuronas para al menos escuchar lo que estoy diciendo. —pausó—. Tu amorcito llamó, preguntándome si nos podíamos ver para tomar algo juntos.

¿Nathan? ¿Y acaso ella piensa que me importa?

Tal vez sólo un poco, pero aún así...

—Creo que lo que te decía el otro día si es cierto, te superó muy rápido. —Posé mi ojos sobre ella, mi mirada no leía ninguna expresión—. Como sea, tuve una maravillosa idea. Como nadie se preocupó en saber en dónde estás en realidad, pensé que tal vez podemos sacar mucho más provecho de todo esto. —dijo Dionne y vió a Patrick—. Podríamos venderla, ¿no te parece?

No alcancé a ver la reacción de Patrick.

—Ya sabes, en un prostíbulo, y quedarnos con el dinero; sé que pagan bien. Así tendríamos una recompensa monetaria y sentimental de todo esto. —Dionne anunció entusiasmada—. Lástima que ya no es vírgen, nos habrían pagado mucho mejor.

Sorpresivamente, ya lo veía venir. De las más retorcidas mentes salían las mejores ideas.

No sentí cuando de repente Dionne se acercó a mi cara, tomando mis mejillas entre su mano. —Oh, querida, tantos hombres te tocarán que a la final sólo te convertirás más en el pedazo de carne sucio que eres.

De haber podido hablar, le habría dicho a Dionne que me escupiera para darle el toque final a sus palabras. 

—Sólo recuerda, querida —finalizó Dionne—, todo esto es tu culpa. 

«Me pregunto a qué sabe la sal dentro de tu piel, la furia hierve dentro, ahora tengo hambre de sangre de nuevo. La Luna invita a la locura, y saca lo peor de mí. Nunca pretendía hacerle daño a nadie, pensé que sólo nos estábamos divirtiendo, pero tú pusiste el arma en mis manos, así que ahora corre.»

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N/A: Hola! Sé que no es el capítulo más largo o el mejor, pero algo es algo :). Aún estoy tratando de acostumbrarme a un nuevo horario, por eso no he podido escribir tanto, además que ya comencé el colegio y bla bla ustedes saben. Sé que nunca leen esto :) pero tenía que decirles la causa de la demora. Ya estoy escribiendo el nuevo cap para montarlo lo más pronto posible. Gracias por todo y perdón por la demora :( los quiero xoxx - alex. 

Hopeless? ~ Tercera parte de Loverboy.Where stories live. Discover now