Hopeless? ~ Tercera parte de Loverboy.

Capítulo 2. ~ Ashley.

 Traté de no reírme después de pasar el susto de mi vida. 

—Patrick, oh por Dios, pensé que eras otra persona. —dije, cerré los ojos y de mi boca salió un sonido que pretendía ser risa, pero sonó más como un suspiró de alivio. Miré de nuevo a Patrick, sin poder pararme por la tremenda jaqueca mezclada con náuseas que me causaba el lugar. 

Pero él, en cambio, no se veía ni un poco confundido. 

Me sonrió y fue como si un dedo frío me recorriera toda la espalda. —Qué bueno verte, Ashley. 

Tragué, y aún así traté de ser lo más amigable con él, la única persona que me iba a poder sacar de ahí, por lo que sonreí. —Lo mismo digo. Al menos estás tú aquí. De verdad me asusté. —reí nerviosamente—. Como sea, ¿será que me ayudas a ponerme de pie? Estoy muy mareada... —subí una mano para que el la tomará y yo me impulsara, pero él no hizo nada. 

Fruncí el ceño. Está bien. Me tendría que ayudar yo sola. 

Con un balanceo, me puse de pie y limpié mi vestido. El mundo a mi alrededor se tambaleó y se intensificaron las pulsaciones en el interior de mi cráneo. Boom, boom, boom. 

—Eh... —dije mientras ponía mis brazos alrededor de mi cuerpo, en un intento desesperado de aumentar mi temperatura corporal. Miré a mi alrededor—. ¿Sabes qué hacemos aquí? ¿Sabes quién ha hecho esto? 

Nuevamente, Patrick simplemente se limitó a verme, esta vez, apoyándo su cuerpo de la pared de madera de la cabina. 

—Buena plática. —susurré con sarcasmo, pero con el silencio que se respiraba en el ambiente, estoy casi segura de que él me escuchó. 

Miré hacia fuera de la ventana. La Luna estaba en su punto más elevado en el cielo nocturno consumido por la oscuridad, lo cual me hizo pensar que quizás era medianoche. Las estrellas blancas se extendían a lo largo de la atmósfera como un puñado de cristales rotos. Abajo, noté que un bosqué con árboles flacuchos y totalmente desnudos se extendía, probablemente por kilómetros, pero no sabía decir bien si ese era el caso. El suelo estaba cubierto por hojas secas fruto del cambio estacional de otoño a invierno, y el viento susurraba a través de ellas, dándome así más escalofríos. 

Boom, boom, boom. 

Y de repente me di cuenta de todo: alguien me había secuestrado y llevado a aquél lugar con Patrick. Lejos de la ciudad, por lo que podía ver. Y entonces mi corazón comenzó a acelerarse de nuevo, haciendome difícil respirar normalmente. Mi garganta se cerró ante la idea de que estaba alejada. 

Sentía los ojos de Patrick clavados a la nuca, entonces me volteé y entonces él estaba ahí, viéndome. 

Con una media sonrisa en su cara. 

Boom, boom, boom.

—¿Pa-Patrick? —tartamudeé—. ¿De verdad no sabes por qué estamos aquí? 

Tomó un paso hacia mí. Yo tomé un paso hacia atrás. 

Lamí mis labios —Oye, en serio, dime algo. ¿Podemos salir de aquí? 

Él seguía caminando hacia mí. Mi corazón se iba acelerando más y más con cada paso que tomaba en mi dirección. 

—¿Patrick? —mi voz salió como un chillido—, ¿por qué estás sujetando esa cuerda? 

Traté de dar un paso más hacia atrás, solo que la parte trasera de mi pierna se encontró con la pared. Tragué y mi respiración se convirtió en un manojo de nervios. 

—¿Patrick? —sentí las lágrimas formándose en mi ojos, la adrenalina oscureciendo el borde de mi visión. 

Boom, boom, boom. 

Con una gran zancada y una sonrisa en su cara, Patrick saltó hacia mí, acorralándome en la esquina de la cabina. Podía sentir su cuerpo presionado contra el mío, yo cerrando los ojos fuertemente. Estaba temblando. Su respiración me encrispaba los vellos de la nuca, y podía sentirla sobre mi cuello. Sus manos, fuertemente apretadas alrededor de mis muñecas me estaban cortando la circulación. Traté mucho de no llorar. 

—Tranquila, princesa —susurró en mi oído—. Todo estará bien.