5. ¿Me estás amenazando?

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Maddie

Después de una hora -la cual me la pasé limpiando el desastre de la cocina y del baño- mi madre, acompañada de una casi invalida Ashley, llegó.

Recibí primeros auxilios por parte de mi madre. Se puso histérica cuando vio mi brazo y casi me marea con preguntas. Parecía un agente del FBI.

Eran más de las 11:00 pm. Y resultó ser que Ashley fue atropellada por un auto. Tiene fracturada la pierna izquierda, el brazo izquierdo y tiene feos moretones en su costado derecho.

Se veía cansada y obviamente lo estaba. La dejé recostarse en mi habitación y así poder descansar.

- ¿Por qué no se queda en su casa? — dijo una voz fría y calculadora.

- ¿Por qué te molesta, Anna? — le dije irritada. No voy a permitir que quiera echarla como hace cada vez que nos visita.

- Simplemente no la quiero invadiendo mi casa... — la interrumpí.

- No es tú casa. — le recordé a la mente retorcida de mi hermana.

- Como sea, — sacudió su cabeza levemente mientras sonreía. ¿Qué es lo gracioso? — solo desearía que no hubiera sobrevivido. — murmuró para sí misma, pero la escuché y automáticamente retrocedí un paso.

- De verdad que no te entiendo, Anna. ¿En serio la odias tanto como para desearle la muerte?

- Oh, Maddie querida... no tienes idea. — ensanchó su sonrisa macabra y se dio media vuelta para irse, pero la detuve tomándola de la muñeca.

- No te atrevas a molestarla. No sé el porqué de tu retorcido odio hacia Ashley, pero no permitiré que le hagas daño. Está en cama, herida, en su peor momento y tú piensas en que debió morir. ¿Qué clase de persona eres tú? ¡Ella es tu prima y tu una desquiciada que le desea la muerte! — como un rayo su mano aterrizó en mi mejilla haciendo un estruendoso sonido que se escuchó en toda la sala. Solté su mano y sostuve mi mejilla roja con la mía. Me miró con odio y algo en sus oscuros ojos se incendió, retrocedí otro paso sin apartar mi mirada de la suya. Podría jurar que quería asesinarme.

- No te atrevas a volver a hablarme de esa manera en lo que te queda de vida. ¿Me escuchaste o te lo vuelvo a repetir?

¿Me estaba amenazando?

- Solo te molestó que yo te dijera la cruel verdad ¿no es cierto? — puso los ojos en blanco y luego me fulminó con la mirada.

- Maddie, créeme que me estoy conteniendo de estrangularte justo en este momento... —dijo dando un paso decidido hacia mí —... así que no me provoques si no quieres ver sangre correr como un río.

- ¿Me estás amenazando? — esta vez me digne a cuestionar. Me tomó fuerte del brazo vendado y se acercó peligrosamente hacia mí.

- Yo no "amenazo", yo prometo. — susurró con voz diabólica y una mirada penetrante que me hizo estremecer. Un sudor frío recorrió toda mi columna vertebral y sentí mis piernas fallarme y creerse gelatina.

Tragué el nudo que se formó en mi garganta y le hice frente con toda la seguridad que pude sacar de la situación.

- ¡Estás loca! – mi voz sonó más débil de lo que pensé. Su risa cínica me dio calosfríos.

- Sí, sí. Yo estoy loca. Pero tus días y los de tu querida Ashley están contados. – su voz se volvió fría y tosca. ¿Dónde rayos está mamá? – A menos que hagas que "Ricitos de oro" se largue de mi cueva. – dijo refiriéndose a los dorados cabellos de nuestra inocente prima.

- Entonces, ¿Tú eres una osa? – bromeé esperando que me diga que todo este drama era una broma de mal gusto.

- Te lo repito, Maddie: No te metas conmigo. No sabes de lo que soy capaz. — dicho esto soltó mi brazo -el cual sostenía con una fuerza increíble- y me dio una última mirada de odio antes de girarse sobre sus talones yéndose escaleras arriba, probablemente a su habitación... pero un grito desde mi habitación, unos momentos después, me dio a entender que me equivoqué.

¿Qué hiciste ahora, Anna?

No debí haber dejado sola a Ashley... Al menos no con Anna suelta.

Al menos no hasta que la haga entrar en razón.




Mi hermana es una psicópata ©Where stories live. Discover now