4. ¿Tenías que ser tú?

41.9K 2.8K 345
                                    

Maddie

La puerta se abrió, dejando entrar la figura de mi hermana con un ceño fruncido bastante pronunciado. Estaba escaneando la estancia, como si estuviera buscando algo.

Y ese "algo" era yo.

Sus ojos se posaron en mí y se ensancharon al notar la sangre proveniente de mi brazo.

Abrió y cerró la boca un par de veces, tal vez buscando las palabras adecuadas para decir.

Finalmente dijo en tono frío y distante:

- Creo que no volveré a dejarte sola de nuevo. — Puse los ojos en blanco y me levanté lentamente del suelo sin despegar mi mirada de la suya.

- ¿Eso es lo único que se te ocurre decirme? – negué con la cabeza y salí del baño seguida por Anna.

- ¿Y qué quieres que te diga? — detuvo mis pasos, me giró tomándome fuerte del brazo herido manchándose la mano con la sangre que empezaba a salir nuevamente. La miré justo a los ojos – "Oye Maddie, lamento haberte dejado sola por pensar que eras lo suficientemente madura como para cuidarte a ti misma y no destruir la casa por una hora, pero ahora veo que estaba equivocada"...- dijo usando una voz aguda y molesta — Porque créeme que a mamá no le gustará ver este desastre. — dijo cada palabra lenta y pausadamente apretando más su agarre y clavándome más los vidrios en la piel. Apostaba mi mesada a que se cortó la mano por la fuerza empleada. Gemí en protesta. Su mirada estaba más oscura y sus pupilas estaban más dilatadas. Se veía molesta, como si algo le hubiera salido mal.

- ¡Suéltame! ¡Me estás lastimando! — grité y me estremecí cuando me soltó el brazo con una lentitud desesperante. —No es mi culpa que mi hermana mayor me deje sola, de noche, a oscuras y con vidrios rotos por toda la cocina. ¡Una hermana normal me hubiera ayudado a limpiar el desastre, no irse y dejarme sola!

- ¡Pues lamento ser una terrible hermana! ¡La próxima vez dejaré que te mueras si es necesario y no voy a ayudarte ni, aunque me ruegues! — Tenía los ojos de loca otra vez... —¡Eres una malagradecida!

- ¿Qué? ¿malagradecida yo? – esto era increíble, ¿cómo se atreve?
Ella respiraba pesadamente y yo tenía miedo de lo que sea que esté pensando hacer.

- ¿Sabes qué? ¡No vales la pena! — gritó girando sobre sus talones y comenzó a caminar por el oscuro pasillo  calmadamente. Se paró delante de la puerta de su habitación y giró su cuerpo para mirarme una última vez. — Será mejor que no te metas conmigo, Maddie. No querrás ver mi perfil malo.

- Creí que lo estaba viendo. —dije recordando su actitud de psicópata.

- Oh, Maddie... No tienes idea. — dicho esto entró a su habitación dejándome sola -de nuevo- en la oscuridad.

Ahora le temo a Anna más que antes.

¿Por qué tuvo que ser ella quien abriera la puerta? Hubiera preferido un fantasma.

Mi hermana es una psicópata ©Where stories live. Discover now