Capítulo 4. Otro que se va de improvisto.

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He reaccionado mucho mejor en esta ocasión. Bueno, realmente creo que estoy tan jodida que simplemente ya no me quedan fuerzas para reaccionar como una persona normal.

Cierto, no les he dicho que hubo alguien mas que se fue hace sólo unos meses. Se los diré después, primero tengo que sacar esto para sentirme un poco mejor. De eso solo diré que estuve peor y pues esta vez reaccioné mejor, aunque creo que no he reaccionado como persona normal porque no lloro ni digo algo y las personas en el velorio me ven como si fuera un mutante o algo. Pero simplemente aunque siento una inmensa tristeza, las lágrimas no cooperan conmigo. Y escribo esto mientras estoy en el velorio bajo la mirada desaprobadora de mis otros familiares presentes. Malditos hipócritas. El segundo lugar que mas odio aparte de los hospitales son las salas de velorios, definitivamente.

Bueno, ¿Por dónde empiezo? Pues como salga, ¿No?

Ahora le ha tocado a mi Tío abuelo, hermano de mi abuelita, irse de este mundo sin aviso previo alguno. Miento, si hubo aviso; pero fue tan minúsculo que nadie se percató de ello, nadie, excepto yo.

Ay, maldito sentido de la observación. Es cierto que la ignorancia es una inesperada virtud; qué no daría yo por ser ignorante y por consiguiente feliz.

Cuando mi madre me dijo que mi tío abuelo le había hablado por teléfono en año nuevo para felicitar a toda la familia y para platicar sobre temas más serios y tristes, supe en algún rincón de mi cabeza que esa había sido su despedida. Me callé porque respeté su decisión, la decisión de despedirse a su modo y morir en la calma que quiso. No quiso avisar sobre su partida y yo quien soy para interponerme a sus deseos. Esa noche no dormí y a ratos chillaba en silencio. La siguiente noche tampoco dormí pero las lagrimas no salieron.
Y ahora el seis de Enero, cinco días después de esa inesperada llamada, nos llega la noticia de su partida.

Todos lo tomaban como a un viejo alcohólico solitario. Mi abuelita decía que era un "vegete gordo alcohólico" y le llamábamos el "Manny Mendoza Special". Era algo así como un chiste local, idk. Siempre me dio risa que así le dijeran. Era todo un caso, era divertido y único, tal vez por eso el "special", idk. Mi abuelita a pesar de llamarle así, cada vez que lo pronunciaba se veía en sus ojos el tono burlón del "insulto". Sabía entonces que no lo decía con odio o indiferencia o cansancio. Realmente quería a su hermano.

Él me decía "Francesa". Era su "francesa".
Es la única persona que me ha llamado por otro apodo que no sea la abreviación de mi nombre. Es la única persona que no me decía "flaca" o algún insulto de apodo como en el colegio. Fue el único que me dio una linda forma de llamarme a pesar de que no me guste Francia y no sea francesa.

Ahora se ha ido el único que me llamaba de esa forma y solo quisiera por ultima vez que me abrace y sonriendo me diga "¿Cómo está mi francesa?"

La ultima vez que me lo dijo fue en un velorio. Que suerte la mía ¿no?

Durante todo el día no lloré, no podía. Vi el cuerpo ya tieso y aún así no podía llorar. llega la viuda saludando a todos. Saluda a mi abuelo, saluda a mi madre, saluda a su cuñada y luego mi madre nos presenta con ella diciendo "son mis hijas, ¿Si las recuerda?".

La señora nos mira. "Claro que si." Nos da un beso en la mejilla a cada una.
Nos agarra de las manos y mirándonos con lagrimas a punto de traicionarla pregunta "¿Quién es La Francesa?" En un susurro tratando de sonreír.

Esas palabras fueron suficientes para romper mi defensa y soltarme a llorar. "Soy yo" le dije con voz apenas audible.

La señora me abraza fuertemente y yo no reacciono. No pude, ni ruido hacia y solo no paraban las lagrimas.

Murió por que no pudo soportar la muerte de mi abuelita. Se ahogó en alcohol a pesar de que le dijeron que se cuidara, a pesar de la cirrosis que le diagnosticaron; tuvo una hemorragia en el esófago. Murió el domingo y lo encontraron hasta el martes en la mañana. Su baño ensangrentado, su piso lleno de su hígado vomitado al rojo vivo (eso es lo que se termina vomitando, el hígado propio.), la boca manchada, sentado en el sillón.
Se ahogó en su propia sangre.

Él sabía que pasaría, él sabía que no le quedaba mucho y aún así creo que era ignorante de lo que sentiría en cuanto la bomba de tiempo comenzara la cuenta regresiva.

La vida no me deja irme pero me quita mis pequeños pedazos de lo más parecido a la felicidad que encuentro.

Lo he dicho ya en un capítulo de otra obra mía que se llama "pajas mentales, indirectas directas y otros escritos" el capítulo se titula "lo siento por ser una idiota"; aunque aprovechemos a las personas antes de su partida siempre nos quedaremos insatisfechos cuando llegue la despedida. Siempre hará falta mas; por eso las personas lloran en los entierros, por eso duele el pecho cuando alguien a quien amas se aleja de tu vida, por eso las pérdidas son perdidas. Si no doliera no seria una perdida. Si no importara sonreiríamos mientras entierran al ser amado. Si estuviéramos satisfechos no habría dolor. Nunca será suficiente por muchos pedazos de felicidad que poseamos con esa persona; cuando se va duele más que aquellas patadas que recibí en el estómago ese horrible día.

Verdades Ocultas. (Hidden Truths)Where stories live. Discover now