Capítulo 10. Aquella primera vez.

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Aclaremos algo: por mi fecha de nacimiento yo siempre empiezo el curso escolar con una edad y lo termino con otra edad. Osea que primero de primaria lo cursé al principio con 6 años cumplidos y lo terminé con 7 años, Segundo comencé con 7 y terminé con 8 y así. Si se pierden en la línea del tiempo hagan cuentas jajaja

Bueno el punto, Me cambiaron de colegio y cursé el cuarto año de primaria (9-10 años) en otro colegio lejos de Mafalda.

COLAPSÉ.

Así como lo leen. Colapsé y fué cuando comencé a hacer lo que normalmente las personas con líos mentales hacen: Flajelarse, cortarse o como quieran llamarlo.

Tengo que decir que es lo común pero no la regla, hay gente que tiene líos mentales y no necesitan recurrir a esto. No se puede generalizar.

Bueno, muchos comenzarían a cortarse la muñeca, el antebrazo o las piernas, ¿Yo? yo no podía hacer eso por dos simples razones:

1. Nadaba y lo amaba, por lo tanto eso requería mis brazos y piernas descubiertas así que no.

2. No iba a arriesgarme a que mi madre o algún profesor lo descubriera.

Entonces ¿Dónde me cortaba?

Me cortaba justo en el hueso de mi cadera donde el traje de baño cubría y donde mi ropa interior también cubría por cualquier cosa. También me cortaba en la palma de la mano y en mis dedos, siempre sirve el pretexto de que te has cortado con alguna hoja de papel. Como mi cuerpo todavía no se desarrollaba usaba camisetas de tirantes, por lo tanto también llegaba en ocasiones a cortarme por la zona de mi estómago.

Recuerdo la primera vez que me corté.

Estaba en clases. Realmente no me quejaba del estudio, era una escuela de un nivel más bajo que en la que iba antes así que ya había visto muchos de los temas que daban. Mis calificaciones seguían siendo buenísimas, pero mi ansiedad social estaba a lo máximo. Casi no hablaba y me molestaban mucho por eso, seguía pensando que me odiaban todos y que hablaban de mi a mis espaldas, me molestaban por mis buenas calificaciones, es más, recuerdo que una niña me odiaba por tener tan buenas calificaciones. Aún recuerdo su mirada de odio puro hacia mi y me dan escalofríos, ugh. El bullying volvió a mi vida. "Hola bullying, hacía meses que no te veía."

El estrés, mi ansiedad, mi depresión, el bullying, todo se intensificó. Los demonios en mi cabeza querían salir y no quería, era lo que menos deseaba. Eran muchas cosas ya acumuladas hasta el tope. Entre los problemas en la escuela y los problemas de mis padres y mi estúpido sentido de observación, todo se fué por el drenaje.
Aparte la noche anterior había escuchado eso, eso que me dejó un poco más jodida. No diré que fue eso porque no me siento con la fuerza de hacerlo. Tal vez logre contárselos en otro cap.

Bueno, pensaba en todo eso y más; estaba en clases sentada viendo a la pizarra pero sin prestar atención. Sentía que en cualquier momento iba a explotar, en cualquier momento me iba a quebrar y llorar sin importarme nada. Eso no podía ser y de alguna manera debía de evitar que ocurriera. Tal vez sea tonto pero yo no iba a dejar que los demás vieran mi debilidad, no iba a dejar que vieran lo peor de mi, mi odio a mi misma. No luego de fingir que era fuerte, que era feliz, que no me importaba el bullying ni el odio hacia mi, que era normal. Me negué rotundamente a dejar que vieran ese lado oculto.

Mi mirada se desvió entonces hacia mi sacapuntas sobre la mesa, lo había comprado esa mañana y seguía ahí sin utilizarse. Ví mi única posible salida ante mis ojos. No pregunten como es que lo sabía pero lo sabia, nadie me enseñó antes que los sacapuntas se utilizaban de esa manera, simplemente en algún rincón de mi cabeza ya lo tenía grabado; la navajita del sacapuntas sirve en estos casos. Lo tomé y con el tapón de una pluma traté de desatornillarlo. Después de unos minutos intentando logré quitar la navaja. No sabía si esto lo podría controlar pero ya me daba igual. Tomé la navaja y la guardé entre la palma de mi mano ahora cerrada en puño. Pedí permiso para ir al sanitario, me encerré en un cubículo y me senté a intentar aclarar mis ideas.

¿Realmente lo haría? esa pregunta cruzó mi mente seguida de todo lo que me atormentaba. Mis demonios no se callaban y terminé cediendo. Los pensamientos sobre dónde cortarme y la posibilidad de ser descubierta pasaron por mi cabeza. Tomé mi falda y la subí descubriendo mi cadera. Baje un poco el borde de mi ropa interior y ejecuté la primera cortada. El filo de la navaja atravezando mi piel y el dolor se sintieron extrañamente bien. Al segundo corte le apliqué más fuerza y salió sangre. Observé el líquido rojo por unos segundos. No me dió miedo o asco. Ver sangre no hizo que parara, ver mi sangre hizo más bien que sintiera que me merecía ese dolor, ese daño a mi misma, que era una forma merecida para controlarme.

Y continué cortando.

Fueron cortes pequeños no tan profundos. Nadie se dió cuenta. Ni en natación se dieron cuenta. Ni mi madre se dió cuenta. Y continué dibujando líneas sobre mi cuerpo.

En quinto de primaria, un año después, volví a mi viejo colegio. Mafalda seguía ahí y entonces se aminoraron mis cortes; pero no aún así no paré. En mi cabeza estaba la idea de que me merecía tal daño y consecuentemente me sentía un tanto libre de todos los problemas. Es dificil definir lo que es la flajelación para mi. En esos días era lo que me hacía sentir bien porque era un dolor que podía controlar. Me lo hacía yo, me lo merecía y me calmaba. Mi cabeza no daba para pensar más a fondo sobre eso.

El último año de primaria, sexto, traté de bajarle a mi número de cortadas y de veces que lo hacía. Al parecer lo controlaba bastante bien. No tuve el valor de decirle lo que hacía a Mafalda. A pesar de confiar en ella no quería ni siquiera pensar en cómo reaccionaría si le dijera. Nunca se lo dije.

Ahora que me mi madre me hizo pasar por la "cirugía de piel a la Darth Vader" me doy cuenta de algo: El dolor que me impusieron es un dolor muy diferente al de cortarte, no soporto el dolor de mi carne abierta en estos momentos. Recuerdo que dolió menos cuando pasé la navaja seis veces sobre una misma cortada haciéndola muy profunda y no fue porque la herida sea de menor tamaño, simplemente eso fue algo que decidí por mi misma, un dolor que decidí recibir con los brazos abiertos, mi dolor, mi manera de controlarme, mi distracción y salida de la oscuridad de mi cabeza. En cambio esta herida, hecha con el fin de quitarme mis cicatrices, duele mas que dibujar sobre mi piel con navajas y me siento vacía. No estaba lista para arrancarme esas cicatrices de mi piel, ni lo estoy ahora; como le dije a alguien hace un par de días, temo por una recaída peor después de que sane esto de mi brazo y mi madre baje la guardia. Es cierto que el cortarse es como una adición, realmente lo es; pero como con cualquier otra droga, no. Sabes que eres adicto hasta que tratas de pararlo.

¿Cómo puedo estar segura? Porque he pasado por eso; pero esa es una historia para otra ocasión.
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Hola. La verdad no espero que entiendan todo lo que escribo, porque algunas cosas no las entiendes hasta que pasas por ello y es triste si han pasado por ello. Hace algunos meses después de hablar con alguien sobre el porque me cortaba ese alguien me dijo que si así era entonces el cortarse ya no se veía como una idea tan mala. Me sentí mal porque sentí que fuí yo quien le puso tal idea en la cabeza. No quiero que nadie piense como yo, porque la manera en la que pienso las cosas es muy extraña ya que las vocesillas de mis demonios se mezclan con mi consiente y a veces hacen que casi pierda la cordura. Si esto les deprime firmemente les recomiendo que se vayan a leer otra cosa, de todas formas, ¿A quién le impota la vida de una persona que ni conocen?

Verdades Ocultas. (Hidden Truths)Where stories live. Discover now