7. Golpes precisos.

47 6 0
                                    

Andy.

Me giro apenas decirle aquello, toco mis mejillas y están súper calientes.

¿Te has sonrojado por lo que ha dicho?

No, creo que me va a dar gripe.

Ajá, repítelo hasta que te logres convencer.

— ¿Has regresado con ese chico? — me dice Rubén cuando paso al lado de su casita de guardia.

—Sí, es que no llegamos a la fiesta porque empecé a sentirme mal. — le señalo la parte baja de mi abdomen, simulando un dolor ahí. — Por favor no le digas a papá que vine con ese muchacho, tampoco menciones su nombre. Tú lo único que has visto es a mi bajarme de un auto e ingresar a la casa.

—Solo si me aseguras que nada malo ha pasado con ese chico.

—Te lo prometo, Rubén. — asiente ante mi favor y procedo a entrar a la casa.

Aún te sigue latiendo el corazón.

Ya, Andy 2.0 no sigas atormentándome.

Subo a mi habitación, me despojo de mi ropa, me quito el maquillaje e ingreso a tomar una ducha; al salir me coloco mi ropa de dormir, y seco mi cabello dado que si duermo con la cabellera mojada me sabe dar un dolor de cabeza intenso y gripe.

Voy bajando con dirección hacia la cocina para comer alguna que otra golosina de la alacena; en eso varios murmullos hacen que me quede estancada y dirija mi vista al lugar de donde provienen.

—¿Seguro que ya llegó? — habla papá con todos los acompañantes que vienen atrás de él; mi hermana, cuñado, Zabdiel y Rubén.

—Sí, señor. — todos se fijan en mi presencia. — De hecho está ahí. — me señala Rubén y yo tímidamente los saludo.

—¿Por qué te fuiste de la fiesta estábamos preocupados por ti? — me pregunta papá.

—Bueno, es que tuve un problema... ¿íntimo? — miro a Rubén ya que he soltado la pequeña mentira y espero que él no acote los datos adicionales de mi llegada. Mi padre ya no hace más preguntas y pasa por mi lado igual que el resto de mi familia.

—¿Quién te trajo? — Zab me intercepta antes de partir a la cocina. — Te vi subir a un auto...

—Ah... bueno.

Y ahí cayó tu mentira. Vamos invéntate algo creíble, por cierto que abombe tu amigo.

—Era un joven que apenas iba entrando al salón.

—¿Te das cuenta de lo que dices Andy? — niego. — Te pudo haber pasado algo malo, ¿Por qué no pediste que yo te trajera?

—Es que era algo bochornoso. Se me manchó mi vestido porque me llegó el periodo.

—No importa. Yo te hubiese cargado, puesto en el coche, al llegar a casa te habría preparado una compresa caliente, un agüita de canela, te hubiese dado una pastilla, te habría arropado y quedado contigo hasta que tu padre llegue.

—Zab eres un cursi de lo peor. — es lo único que puedo responder. — Además te aseguro que solo verme muriendo y con mis cambios de ánimo, esas ideas que tenías conmigo se habrían ido por el inodoro.

—Te aseguro que no. — me trae consigo, me abraza y deposita un beso en mi frente. — Siempre te voy a querer y por eso mi deber es cuidarte también. Siempre estaré para ti.

Zabdiel después de ver que me encontraba bien y que no me habían secuestrado por ir subiéndome a carros de desconocidos, se fue. Aunque solo tendría que caminar una cuadra y algo más para llegar a su casa.

Legado/Christopher Vélez/CNCO (COMPLETA)Where stories live. Discover now