6. Desperdicio de un buen vino

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Christopher.

Entro al salón en donde se estaba realizando el homenaje a Javier Presney un ícono personaje en lo que el mundo del automovilismo ecuatoriano respecta y me voy directamente al bar a tomar un poco de vino tinto.

—Ey. — desde lo lejos Erick me ve y se apresura a venir a mi lado. — Llegas tarde, el director ha estado como loco. — comenta.

—No me jodas ahora Erick. — le digo al recibir mi bebida.

—No me digas, hoy tampoco estaba ahí. — mejor ni le respondo. — Christopher, te estás volviendo loco. Ya supéralo, pasaron seis meses desde la primera y última vez que la viste. Y sinceramente a mí me estás cansando también, viernes y sábado que no hay nadie que te tolere.

—Quiero solamente encontrarla, pero la única persona que se supone que debe conocer su identidad me repite mil veces que no lo hacía, llegué a ofrecerle dos mil dólares y no lo aceptó.

—Tal vez porque no lo conoce en realidad. — bufo. — Bueno, pasando a otro tema Nissan va a concursar. — ni le respondo, sabe que ahora no me importa eso. — Además te estaba esperando porque necesito tu ayuda. — me conduce por el salón hasta situarnos al lado de la entrada de un pasillo. — ¿Recuerdas que te conté que estaba hablando con una chica llamada Nadia? — lo miro de reojo y asiento. — Pues resulta que nuestro encuentro se adelantó y no sé cómo actuar... — me siento confundido y lo nota. — Que se encuentra aquí. — aclara Erick.

—Ay Erick, es ridículo. — empiezo a reír. — ¿Me pides a mi consejo sobre mujeres?

—Tienes razón fue una equivocación. ¿Por qué consultar con un maldito idiota que juega con ellas y se toma a chiste cuando alguien quiere algo serio? — eso me enfadó y mucho.

Ni siquiera conoce la causa por lo que hago eso.

—Ahora si te pasaste de la raya. — me giro bruscamente antes de darle una paliza a quien considero mi único amigo. Pero mi líquido favorito fue a parar en el atuendo de la persona con la que choco.

—Imbécil — me grita para después ver el desastre que le he dejado en su vestido para su mala suerte y la mía de color blanco. — Era el vestido de mi mamá — le susurra a su acompañante pero ella no le responde.

—Hola Nadia. — le saluda Erick de manera tímida.

—Hola Erick. — le responde mientras tanto veo irse a su amiga muy enojada y ella lo nota. — Lo siento, tengo que acompañarla. — y Nadia también se retira.

—Le haz dañado el vestido. — dice Erick lo obvio, ruedo los ojos y procedo a avanzar a la dirección a donde se habían ido las chicas pero la mano de mi amigo me lo impide. — Si ves a Nadia le dices que quisiera bailar con ella. — asiento aunque no me agrada la idea de ser su cupido.

Al llegar al final del pasillo noto que este conduce a los baños, esperé al frente de la puerta de las damas apoyado en la pared. Pasaron los minutos y ni siquiera entendía el por qué estaba esperando.

¿Eh? Le haz jodido el vestido del que al parecer ha sido de su madre, lo menos que puedes hacer es disculparte.

La puerta se abre y me pongo de manera correcta pero no logro ver a mi victima sino a su amiga que resulta ser la conquista de Erick.

—Mejor no deberías de estar aquí. — me lo dice acercándose. — Es capaz de matarte apenas te vea. — me advierte.

— ¿Ella está bien?

No, a menos que le consigas en este momento vinagre blanco, detergente, agua caliente, una lavadora y secadora. Lo siento, me presento soy Nadia Montero. — me da la mano.

Legado/Christopher Vélez/CNCO (COMPLETA)Where stories live. Discover now