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En un principio pensé que me encontraría con un paraje hermoso, uno de esos paisajes que, aunque sólo lo llegas a ver una vez, sueles recordar por mucho tiempo; algo bonito que resalta en colores y contrastes. Y puede que mi último pensamiento se cumpliera, aunque no de la forma que tenía en mente. Sé que ambos nos encontramos en un momento incómodo después de haber escuchado las palabras de la señora Im, pero Jimin, hasta el momento, ha sido una persona muy sensible y en todo momento ha buscado el hacerme sentir mejor. Es por eso que, cuando me invitó a ver un lugar, imaginé algo más increíble y diferente, algo que nos animara, pero ver esos colores que imaginé sobre paredes y muebles no es lo que precisamente esperaba.

Las paredes del local están pintadas con un color rosa que crean un contraste bastante fuerte con los asientos de color verde lima. Incluso las mesas y el resto de mobiliario visten de un color vivo que ni siquiera el blanco del suelo calma esa explosión de colores. Pero realmente no son los colores lo que más me choca, sino el lugar en sí. Un lugar que ya visité con anterioridad porque unos compañeros de clase nos invitaron a TaeHyung y a mí. Un local que se hizo bastante famoso en sus días por sus diversos dulces.

— ¿Estamos haciendo una parada aquí? —pregunto un tanto desorientado.

— No —responde mientras mira la carta—. ¿Qué quieres tomar?

— No tengo apetito.

A pesar de mi respuesta, en cuanto el camarero se acerca y nos observa a la espera de la orden, Jimin pide un café y un pastel con nombre raro para él y un batido de chocolate y otro pastel para mí, ignorando mi negación a su anterior pregunta. Y aunque quiero quejarme, no lo hago, decido guardar silencio mientras veo por la ventana la gente pasar, los coches ir y venir y algún que otro perro pasear. Sé que Jimin me observa a mí, lo sé por el reflejo en la ventana, y aunque eso me ponga muy nervioso, tampoco digo nada.

— ¿Te gusta este sitio? —decide hablar después de varios minutos de silencio donde sólo se escuchaba el murmullo de los otros clientes.

— Sólo he venido una vez —me encojo de hombros aún con mi vista al exterior.

— Yo he venido un par de veces, tres con esta. Aunque por aquel entonces había el doble de clientes —crea un leve silencio—. Es curioso como la fama de un lugar puede variar tanto. Hace unos meses la gente hacía cola por entrar aquí y ahora hay mesas vacías.

— Supongo que es por el rumor.

— ¿Rumor?

— Sí, se decía que un cliente vio cómo el dueño del local golpeaba a uno de sus empleados.

— ¿Y es cierto?

— No lo sé.

— Es horrible —musita cambiando su tono de voz—. Quizá no debimos venir aquí. 

— Los rumores son rumores, no tienen por qué ser reales. A menos que hayan pruebas, pero sólo un cliente difamó aquello. ¿No es raro? —decido mirarlo, finalmente— Si el local siempre estaba lleno, ¿por qué sólo uno vio cómo el dueño golpeaba a su empleado? —suspiro negando— A veces las personas son muy crueles —una de las cejas de Jimin se alza.

— ¿Alguna experiencia con respecto a lo que dices?

— Ninguna.

— Entiendo —apoya sus brazos sobre la mesa y continúa mirándome fijamente—. Haré como que te creo —antes de que pueda contestar su comentario, soy interrumpido por el camarero que llega con nuestro pedido—. Te encantará ese pastel —dice señalando mi plato.

Cuando bajo la vista para ver lo que ha pedido para mí, veo un trozo de pastel de chocolate relleno con fresas que no tardo en probar y masticar mientras siento mis mejillas picar por el dulce sabor. Incluso cuando doy un sorbo al batido de chocolate la sensación es mucho mejor. Sé que es todo chocolate pero me encanta porque tiene una textura y un sabor suave, nada agresivo y quizá es por este motivo que me gustó venir aquí la primera vez. Fue una lástima que no volviéramos a venir pero es que el lugar está algo lejos de donde vivimos y la combinación con el transporte público no es que sea muy buena.

The Little( ̶B̶i̶g̶) Cookie [JiKook]Where stories live. Discover now