Capítulo XXXI: La propuesta

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Nuestro vuelo había aterrizado en Manhattan a las 10:00 de la mañana y al medio día, ya habíamos llegado a casa. Una de las primeras cosas que hice al llegar fue enviarles mensajes a mi hermano, a Sara y a Liz para avisarles que ya habíamos vuelto, luego de enviar los textos, Rob y yo nos dedicamos a vaciar nuestras maletas y dejar cada cosa en su lugar, además de todos los obsequios que habíamos comprado que poco a poco iríamos entregando.

-¿Cuándo iremos a entregarle los obsequios a tus padres y a Bru? –me preguntó Robert.

-Pues, en el transcurso de la semana los llamo. –sonreí y me senté en la cama- Ya quedó todo en orden. ¿Y qué hay de los obsequios para tus padres? –le pregunté.

-Ya también en la semana los llamo. –comentó riendo- Creo que por ahora necesitamos revisar qué ha pasado en el trabajo en nuestra ausencia. –me dijo mientras se sentaba a mi lado.

-Tienes razón. –suspiré mientras me recostaba en la cama- ¿Cómo crees que este todo?

-Seguramente todo está en orden, pero eso no quiere decir que no haya cosas por revisar. –me dijo encogiéndose de hombros- Además, ¿recuerdas a Maurice Oxford? –me preguntó observándome mientras recargaba su mano en el colchón.

Yo asentí. –Claro que lo recuerdo, es el dueño de Oxford Enterprises, la compañía de ingeniería en telecomunicaciones. ¿Qué pasa con él? –le pregunté y él sonrió ampliamente- ¡Oh Dios mío, Robert! ¿De verdad quiere firmar con nosotros para la construcción de su nuevo edificio? –le pregunté emocionada.

-Así es. –asintió repetidas veces con una gran sonrisa en sus labios.

-¿Y cuándo te lo dijo? –de mis labios tampoco desaparecía la sonrisa.

-Esta mañana me confirmo por un e-mail que recibí cuando veníamos en el avión hacía acá. –me dijo mostrándome su celular el cual tomé y leí el contenido del e-mail. Cuando terminé, se lo devolví.

-La verdad es que, el trabajo que hicimos con Marubeni América nos abrió muchas puertas. –dije contenta.

-Y si eso sucedió, fue gracias a ti. –me dijo ladeando un poco su cabeza y noté que me miraba con mucha ternura. Yo me incorporé de nuevo para quedar sentada frente a él.

-Oh vamos, Rob, ya lo tenías, solo faltaba convencerlos al 100% aquella vez. –hice una mueca y chasqué los dedos.

-Pues sí, pero te repito que eso lo hiciste tú. Tú fuiste la que terminaste de convencerlos y mira ahora, nos está yendo de maravilla y todo gracias a ti y el éxito que tuvimos, vino de aquí. –me dijo tocando mis sienes con sus dedos, haciendo alusión a que la idea venía de mente.

-Te equivocas. –sonreí y lo miré, luego miré a su pecho- Todo eso, vino de aquí. –le dije tocando el lado de su pecho donde se encontraba su corazón y Robert rió tiernamente.

-Por favor, date más crédito, date por lo menos un 12%. –me dijo con un fallido intento de seriedad dada la mueca de sonrisa en sus labios. Yo me levanté de la cama para salir de la habitación y él me siguió.

-¿12%? ¿Y dices que el éxito es gracias a mí? –reí llegando a la cocina y mientras tomaba un par de copas y una botella de vino para servir en ellas, Robert me tomó de la cintura.

-Pues es que sí. –comentó posando sus manos en mi cadera y sus labios en mi cuello- Ya solo faltaba convencerlos. –me dijo mientras daba pequeños besos a lo largo de mi cuello hasta mi oreja.

Debido al contacto de sus labios con mi piel, se me dificultaba servir el vino en las copas, pero por una obra divina o por arte de magia, logré hacerlo y cuando terminé, dejé las copas sobre la mesa y me giré para ver a Robert directamente a los ojos.

Hilo rojo del destino. (Robert Downey Jr y Tú) [TERMINADA]Onde as histórias ganham vida. Descobre agora