Capítulo VIII: Amigos

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Llegamos al departamento y Robert nos ayudó a subir todas las cosas. Al ver que ya se iba, algo dentro de mí me decía que no lo dejara, que lo invitara a quedarse. Por un milagro del cielo, parecía que Sara había leído mis pensamientos, así que me dio un pellizco y yo capté el mensaje.

-Robert... -lo llamé.

-¿Sí ______? –me miró.

-Tú, ammm, bueno... ¿Quieres... quedarte a... comer? –pude preguntarle con dificultad, debido a esas sonrisas tan bonitas que siempre me dedicaba.

-¡Oh! Bueno... -dijo sorprendido mientras juntaba sus manos- Pues, me encantaría. –habló mirándome fijamente.

-Perfecto. –sonreí- Entonces ven, pasa. Si gustas tomar asiento. ¿Quieres algo de tomar? –le pregunté mientras cerraba la puerta y él pasaba a la sala.

-Por ahora estoy bien. Gracias _____. –sonrió- Por cierto, tienes... -se aclaró la garganta- tienen una bonita casa. –dijo mientras miraba alrededor y se detuvo al ver una foto donde salíamos Sara y yo abrazándonos.

-Gracias. –respondimos Sara y yo al unísono mientras ella terminaba de guardar unas cosas en la cocina.

-Bueno, ¿qué se les antoja comer? –preguntó Sara mirándonos a Robert y a mí.

-Preguntémosle mejor a nuestro invitado. –respondí mirando a Robert- ¿Qué te gustaría comer? –le pregunté y el hizo una mueca pensativo.

-La verdad, quisiera volver a probar esa rica lasaña que preparan en esta casa. –respondió alegre- La verdad, es la mejor que he probado en mucho tiempo.

-Bien, pues entonces podemos prepararla. –dije mirando a Sara y ella asintió.

-De hecho, podemos prepararla los tres, ¿en qué les ayudo? –dijo Robert parándose justo al lado mío mientras me abrazaba por el hombro. Yo tragué saliva.

Entre los tres cocinamos la lasaña. Robert era terriblemente malo en la cocina, las veces que intentó ayudarnos con algo que involucrara la estufa o fuego, terminaba por decir que esas cosas no eran para él, que lo suyo eran los planos, así que en su lugar, nos ayudaba a picar o rebanar ingredientes. Sara y yo reíamos cada cinco segundos escuchando sus historias y anécdotas, algunas que él ya me había contado a mí, otras que era la primera vez que escuchaba. Y así, entre risas y algunos sorbos de vino, nos dieron las 3:00 de la tarde, ya era hora de comer.

-Muy bien, ya está lista. –dijo Sara acercándose a la mesa con una charola entre sus manos que acababa de sacar del horno- Tengan cuidado, que aún está caliente. –comentó colocándola en la mesa donde Robert y yo ya estábamos sentados. Él al lado de mí y Sara, se sentó frente a nosotros.

Pasamos una agradable comida, entre charla, café y risas. Si bien dicen que cuando te diviertes el tiempo vuela. De pronto, estábamos los tres sentados en la sala conversando y ya eran poco más de las 7:00 de la noche.

-Entonces... -habló Robert- ¿Cómo fue que se conocieron ustedes dos? –preguntó mientras le daba un sorbo a su taza de café.

-Bueno... -contestó Sara- Nos conocimos en preparatoria. Al principio no nos hablábamos mucho, yo era muy reservada y _______ ya había hecho amistad con un grupo de chicas...

-Ajá... -continué con lo que iba a decir Sara- Luego, un semestre después dividieron al grupo por áreas. Sara y yo estábamos en el mismo, así que debido a un trabajo en parejas que nos tocó hacer juntas, fue como empezamos a hablarnos más. –Robert escuchaba atento.

-Yo antes detestaba la escandalosa risa de _______, luego cuando nos hicimos amigas, yo hacía cualquier cosa por hacerla reír... -dijo Sara mientras tomaba de su café.

Hilo rojo del destino. (Robert Downey Jr y Tú) [TERMINADA]Where stories live. Discover now