Capítulo III: Ay mira, es el Señor Downey. Espera, ¿qué?

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Le dije a Sara que llegaba en 20 minutos, pero me equivoque de una manera fenomenal. En el camino a casa, al ser algo tarde ya, me encontré con un tráfico de lo más horroroso por lo que mi trayecto se demoró el doble de tiempo de lo que yo pensaba: llegué una hora después. Subí las escaleras hasta el segundo piso donde se encontraba mi pequeño hogar y cuando abrí la puerta, no había puesto ni un pie dentro del lugar cuando Sara corrió a darme un abrazo, bastante reconfortante por cierto, pero con el impulso suficiente como para mandarnos volando fuera del umbral de la puerta a ambas.

-¡Sara! –le grité mientras tomaba adolorida mi cabeza- Si sigues haciendo eso, un día vas a romperme algo, mujer.

-¡Discúlpame _______! –sonrió avergonzada- ¡Pero es que me siento muy emocionada, además, tardaste demasiado tiempo! Dijiste que llegabas en media hora...

-Discúlpame también tú –dije levantándome del piso y ayudándola a ella a incorporarse- el tráfico era un caos y mira, –le mostré mi celular- la batería murió desde hace mucho rato.

-Vale, no pasa nada. –dijo arrastrándome dentro del departamento- Ve a tomar un baño, ya casi está lista la cena. Necesito que te relajes y me cuentes todo lo que pasó hoy. –dio un pequeño brinco y fue directo a la cocina- ¡Anda!

-Ya voy mamá. –le contesté riendo.

Hice lo que Sara me dijo, me deshice rápidamente de la ropa que tenía puesta y aventé mi bolso directo a la cama, me coloqué mi bata de baño y fui directamente a tomar una ducha. Cuando salí del baño un exquisito aroma de lasaña recién hecha embriago mi olfato y sonreí. Algo en lo que se destacaba Sara, es que era muy buena en la cocina y yo siempre se lo recalcaba. Fui rápido a mi habitación a ponerme una pijama, me cepille el cabello y cuando salí, ella ya tenía la mesa servida.

-¡Qué rico se ve eso, muero de hambre! –exclamé mientras me sentaba en la mesa y ella me dedicó una sonrisa y se sentó frente a mí.

-Así que dime, ¿qué tal te fue hoy? –dijo mientras comía un bocado de su plato- Ya sé que conseguiste el trabajo, pero ¿qué pasó? –me miró expectante.

-Bien, sucede que cuando llegue, todos me recibieron muy amablemente y creo que tengo una nueva amiga. –dije mientras tomaba un poco del vino que nos habíamos servido- Se llama Mónica y es muy amable, ella me llevó directamente con el Señor Downey, ya que él fue quien me entrevistó.

-¡¿Qué te llevó con quién para que te qué?! –exclamó Sara atragantándose con el sorbo de vino que había bebido- ¡___________! ¿Conociste a Robert Downey Jr? ¿El famoso arquitecto que sale en las revistas de GQ? ¡Me va a dar algo!

-Sí. –contesté riendo y ayudándola a recuperar la compostura- De hecho, se podría decir que es mi jefe directo, voy a trabajar mano a mano con él, de hecho me pidió ésto y cito: "Más que una asistente o una secretaria, necesito a alguien que sea mi mano derecha y, aún más que eso: alguien en quien pueda confiar."

-¡Dios mío! –dijo Sara abriendo los ojos- Y dime, ¿es tan guapo como se ve en las fotos de las revistas o qué? –me miró atenta esperando mi respuesta, mientras levantaba las cejas de una manera insinuadora-

-Nah, no es para tanto... -le contesté mientras cerraba los ojos y suspiraba, cuando los abrí, me encontré con su mirada inquisidora que me decía ¡No quieras jugar conmigo! Y yo reí- ...maldita sea, ¿a quién engaño? Es mucho más guapo que en esas condenadas fotos.

Ambas nos echamos a reír y, después de un rato de más charla que, se extendió casi hasta la media noche, levantamos la mesa. Yo lavé lo que habíamos usado para cenar y guardé en el refrigerador el resto de la lasaña que había sobrado. Por su parte Sara se fue a lavar los dientes y luego de unos minutos, yo hice lo mismo.

Ya era bastante tarde y mañana teníamos que despertarnos temprano las dos: Sara que, al ser estudiante de diseño gráfico, había conseguido recientemente un ascenso en su trabajo en la empresa de diseños digitales a la cual había ingresado hace como un año, tenía que llegar un poco más temprano para preparar algunas cosas y yo, con mi nuevo trabajo, no podía llegar tarde el primer día.

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Un ruido increíblemente molesto de lo que parecía ser la alarma de un auto entraba por mi ventana entre abierta. Como pude me moví entre las sábanas de mi cama para poder cerrar la ventana y seguir durmiendo. Cuando ya había vuelto a abrazar mi almohada y a taparme con mi cobija, sentí que algo no estaba bien. Me incorporé un poco en la cama para lograr quedar sentada y vi el reloj que estaba frente a mí.

-¡Ay carajo! –grite.

Salí como pude de entre lo enredada que estaba en mi cama y abrí la puerta de mi habitación, salí corriendo directo al baño y Sara estaba ahí.

-¡______! ¿Qué haces aquí? ¡Son las 7:20 de la mañana! ¿No se supone que entras a trabajar a las 8:00 en punto? –preguntó mientras lavaba sus dientes.

-Gracias por resaltar lo obvio, Sara, –dije mientras tomaba mi cepillo de dientes y lo ponía en mi boca- ¡se me hizo tarde! Olvidé poner a cargar mi celular y la alarma no sonó. Ay, carajo, mi primer día y voy a llegar tarde y, con lo lejos que está.

-Tranquila, si te cambias y te arreglas en diez minutos, puedes tomar un taxi y llegarás faltando unos segundos para las 8:00, ¡pero muévete!

-Sí, sí, ¡ya voy! –contesté un poco estresada.

Salí del baño y puse a cargar mi celular, esperando que por lo menos se elevara un poco la batería. Fui a buscar a mi armario algo decente que usar, y, en el proceso de buscar la ropa y los zapatos, me golpee varias veces con la cama. Al final tomé lo primero que vi, y que por suerte no era tan malo: un vestido color negro con un suéter blanco y unos zapatos de tacón bajo color negro.

-No era lo que tenía en mente para mi primer día de trabajo, pero es mejor que nada. –dije mientras me veía en el espejo y cepillaba mi cabello para armar una cola alta. Me puse unos aretes pequeños color blanco, algo de perfume y cuando vi la hora, apenas habían pasado diez minutos- Muy bien, 7:30, si no hay tráfico, llegaré a tiempo.

Salí casi queriendo volar del departamento, tomé el bolso que había dejado la noche antes aventado en mi cama, mi celular con apenas 10% de batería y Sara ya estaba afuera esperándome.

-¡Cómo tardas, mujer, rápido! –exclamó.

-Ya voy, deberías ser tú la que estuviera cerrando la puerta. –dije mientras sacaba las llaves del cerrojo, la que llega tarde a su primer día de trabajo soy yo, no tú.

-Sí, reina de drama y, en lo que estás aquí peleando conmigo, pierdes tiempo para ir a llamar un taxi a la esquina. –dijo mientras bajaba la escaleras.

Yo rodé los ojos y baje detrás de ella y por poco me caigo al llegar a los últimos escalones. Cuando salimos del edificio, Sara estaba cerrando la puerta principal de acceso y yo estaba tratando de ver si venía un taxi cerca, cuando mis ojos vieron algo que no podían creer, tuve que cerrarlos con fuerza y abrirlos nuevamente, incluso, pasar mis manos por ellos, tratando de ubicarme en que si lo que tenía frente a mí no era producto de mi estrés y mis nervios por estar llegando tarde al trabajo.

-¿Qué te pasa ______? –preguntó Sara al verme parada al filo de la acera.

Justo en ese momento, el señor Downey que tenía el vidrio de su puerta abierto, giró su mirada hacía donde estábamos y esbozó una sonrisa que me hizo sentir como si se me moviera el piso. Creo que a Sara también, porque sentí como me tomó del brazo para no perder el equilibrio.

El Señor Downey salió de su auto y caminó directo a nosotras, aun conservando esa espectacular sonrisa.

-Ay mira, es el Señor Downey. –dije casi sin pensar- Espera, ¿qué?

Él terminó de cruzar y, de un momento a otro, ya lo tenía parado frente a mí. Nuevamente esa embriagadora y exquisita fragancia suya, inundaba mis sentidos y yo solo puede atinar a sonreír.

-Buenos días _______. –dijo manteniendo la sonrisa en sus labios- Veo que ya es algo tarde, ¿por qué no nos vamos?

Pude sentir como toda la sangre de mi cuerpo de acumulaba en mi rostro.

Hilo rojo del destino. (Robert Downey Jr y Tú) [TERMINADA]Where stories live. Discover now