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Malena

Me tiré sobre mi cama mirando al techo, son las cuatro de la tarde y ya discutí con mi vieja mínimo 3 veces por algo distinto.

Sino es porque me llevo una materia del orto, es porque salgo mucho o porque me visto poco "femenina" , discúlpeme señora por vestirme como se me re canta el orto.

Agarré el celular intenado despejarme un poco, pero al ver la historia de Bautista con las minas que me caían mal hizo que toda la situación empeore. Me había dicho que tenía que cuidar a la hermana y por eso no podía venir a mi casa.

Llevé las manos a mi cara para frotarlas sobre ella intentando no hacerme la cabeza de más. Igual no hay tanto que pensar, otra vez me mintió en la cara porque no quería venir.

Cerré los ojos fuerte para que ninguna lágrima salga de mis ojos, pero esa acción fue nula en cuanto comencé a pensar las millones de cosas por las que podría enojarse.

Otro día más era esclava de mi cerebro, de mis ideas tontas y de mi miedo al querer y perder. Quizás era eso, capaz nunca lo quise como tendría que haberlo querido, capaz me mandé alguna y no me acuerdo, podría seguir y seguir hilando opciones por las cuales el pelirojo estaba tan distante a mí.

Desde que empezaron las vacaciones no me responde, me cancela, hace de todo para evitar verme o hablar conmigo.

Me paré de la cama y me fui al baño para lavarme la cara y despabilarme un poco de todas las malas energías que creaba mi cabeza.

Me sequé con la toalla y me miré frente al espejo, me até el pelo en una colita alta y me puse un poco de perfume y desodorante.

Una vez terminé, agarré mi celular y vi una notificación de WhatsApp. La abrí pensando que era del grupo del colegio, para ir a silenciarlo una vez más. Pero en cambio, me encontré con un mensaje de Valentin.

Oliva

-Male
-¿No queres venir un rato a cuidarme? Me siento mal y Daniel se fue :(((

Mordí mis labios al leer los mensajes, es un chiquilín, un chiquilín lindo igual.

-En 15 estoy

Una vez más me paré de la cama, agarré unas Converse rojas y me las puse mientras conectaba los auriculares a mi celular.

Agarré el skate y salí por la puerta de mi casa ignorando los gritos de mis viejos.

Reproduje mi playlist y empecé a andar mientras tarareaba el ritmo de las canciones. Una cuadra antes paré en un chino para comprarme un paquete de gomitas.

Después de unos minutos ya estaba frente a la casa del castaño.

Me abrió la puerta un chico muy parecido a él, parecía más grande y tenía barba. Supongo que tendrá un hermano y no lo sabía.

-Hola- chocamos cachete con cachete en forma de saludo.

-Hola, Valen está arriba, pasa tranqui- Se hizo a un lado para dejarme entrar, subí las escaleras y toqué la puerta de su habitación.

-¿Valen?- Abrí sin resivir una respuesta de su parte, y en cuanto mis ojos lograron enfocar al castaño entendí porque no respondía, estaba dormido.

Me acerqué un poco a él sin antes cerrar la puerta para que no entre tanto ruido, había gente charlando abajo.

Me senté en su cama y lo vi dormir más de cerca, tenía el pelo todo desacomodado y respiraba por la boca al estar tan resfriado.

Inconsistemente sonreí un poco de labios cerrados dándome ternura el castaño, pero segundos después mi cabeza empezó a tener pensamientos raros, no me podía gustar un chico que conocí hace menos de un mes.

Sentí como se removía Valentin entre las sabanas, lo que hizo que saliera de mi trance mental. Empezó a abrir un poco los ojos y tragó saliva en seco en cuanto me vió frente a él.

-Viniste- Habló relajándose un poco mientras frotaba con su mano uno de sus ojos. Asentí y me separé un poco de él- Quedate- escuché en un tono de suplica cuando me había levantando de la cama, me giré viendo al ojiazul sonriendo con los labios cerrados y los ojos chinitos por el sueño. Regresé tal como me lo pidió, al fin y al cabo, yo también quería.

-¿Cómo te sentís?- Pregunté poniendo una de mis manos en su frente.

-Bien Male- Respondió con una voz tan suave que hizo que me desestresara al instante. Sin embargo esta vez si le creí, no parecía tener fiebre. Saqué mi mano de él e hicimos contacto visual por unos segundos- ¿Queres acostarte?- Ofreció haciéndome un lugar en su cama de dos plazas. Acepté, estaba muy cansada y harta de pensar tanto.

Sonrió plenamente ante mi respuesta mientras me veía sacarme las zapatillas. Me removí entre las 309 mantas que tenía puestas, y en cuanto encontré una posición cómoda dejé de moverme.

-¿Qué pasa?- Pregunté al ver que no planeaba sacarme los ojos de encima. Se hundió de hombros y sonrió un poco.

-Nada, hoy estás más linda que de costumbre- Me quedé helada al no saber que responder ante esta situación. No acostumbro ni a dar ni recibir amor ¿Qué se supone que tengo que decirle? Suficiente muestra de amor fue venir a su casa a cuidarlo, ¿no?

-¿Dormimos?

Abstraído; WosWhere stories live. Discover now