Capítulo 14: Los magos y disturbios

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Una cálida brisa sopló del este. Levantó la tierra pisoteada del camino y siguió su paso. Después despeinó los cabellos rubios del mercenario; siguió su rumbo. Levantó y movió todo a su antojo: azotó las ropas, lamió las armaduras y, antes de irse, jugó a su antojo con la capa negra noche de Lina. Alborotó todo excepto la mente del muchacho, que ya estaba de por sí revuelta.

Gourry estaba pensando. No era algo que soliera hacer a menudo, pero no por ello le era complicado o ajeno. Sólo le hacía falta la motivación correcta. La verdad es que le importaba un pimiento la historia del mundo, la cama en la que durmiera o el nombre del pedazo de tierra donde se encontraba. Lina era otra historia. Una que sí importaba. Gourry ahora repasaba, pensaba. Divagaba. No podía quitarse una frase de la cabeza. "Destruid a la maldita", había leído, y esa frase se le había grabado a fuego. Sabía que Lina era poderosa, destructiva cual huracán de medio metro. Aún así, la profecía lo inquietaba.

La mente de Gourry siguió vagando, adentrándose más y más en los terrenos del "y si..." y las pesadillas. Su cuerpo, su andar, se iban crispando. Su mente no dejaba de dar vueltas.

Lina apenas notó los cambios de su compañero. Pese a que caminaba a su lado, su mente también estaba lejos. Repasó el plan mentalmente: primero ir a Saillune, después entregarle la profecía a Amelia y ver qué sacaban de ella. Y luego... luego ¿qué? Luego no había nada. Ya iría improvisando sobre la marcha.

Más adelante, el camino se bifurcaba. Entre el amarillo de los hierbajos, había un desgastado palo del que colgaba un letrero. La pintura negra se había desconchado, presa del calor y las lluvias. Sin embargo, el relieve aún hacía legible el mensaje. Señalaba a la izquierda el camino a Cuezax. Pasada la ciudad y los montes del horizonte también era posible llegar a Saillune. Se tardaba el doble que por el camino de la derecha pero, eso sí, decían que tenía unos paisajes magníficos. Eran los mejores árboles, piedras y cuestas de la región, según el alcalde de Cuezax. El pobre hombre intentaba darle algún atractivo turístico a las tres malas casas que eran el pueblo, pero estaba claro que el Marketing no era lo suyo.

La elección del camino estaba clara, pero aún así Lina lo miraba.

-¿Por dónde quieres ir?

Su compañero forzó esa poca materia gris que no estaba ocupada con la profecía. Puso en marcha un par de neuronas y recordó que estaba decidiendo más de la cuenta en esa aventura. Resopló.

-¿Aún sigues con esas, Lina? ¿A qué viene dejarme elegir tanto últimamente?

Gourry no se fiaba un pelo. Bien podría ser una nueva treta para obligarle a algo en un futuro. La maga se limitó a poner cara seria, descartando la teoría de la broma.

-He estado probando una teoría-dijo, con suavidad.- Quería saber si tus elecciones y las mías afectaban en algo a esta locura de emboscadas.

Hizo una pausa. Descansó sus ojos en los de él antes de continuar.

-Todo está tranquilo cuando tú escoges. Es como... si alguien adivinara mis pasos, mis decisiones. Nadie nos atacó en Tinass, ni nos vino a buscar la posada de Priam.

Los ojos castaños de Lina mostraban ahora una expresión inusual. Estaban cargados de duda.

-Gourry... ¿y si de verdad estoy maldita?

Era la primera vez que lo ponía en palabras. El adjetivo salió débil y tembloroso de sus labios.

Él sintió el impulso de consolarla, de atraerla a sus brazos y estrecharla. Sabía que ella no lo permitiría. No allí, no a la luz del día. Sólo pudo decir:

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