Capítulo 5:parte 3

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En el autobús que va a casa, aplastada en su asiento por un hombre obeso que huele a humedad y a cerveza, Eve intenta organizar sus pensamientos. Más allá de las ventanas con gotas de lluvia, la estación de metro de Warren Street y la intersección de Euston Road pasan en una luz borrosa, tan familiar que sólo la mitad los ve. Ella deja a Billy con instrucciones para averiguar todo lo que pueda sobre Rinat Yevtukh, y para buscar en los rincones más oscuros del ciberespacio cualquier mención de Villanelle. Se siente como en una ruleta de alegría inmensurable. Es bueno estar de vuelta. Venecia ya es un sueño, y ahora se va a casa con Niko. Y con las cabras.

Se siente como un shock verlo con muletas, con un pie dentro de una bota ortopédica. Ella había olvidado que él se había roto el tobillo. Había olvidado al niño caminado en la carretera, el accidente, toda la conversación telefónica. Se congela por un momento, y cuando ella se lanza hacia enfrente para darle un abrazo a Niko, casi lo tira.
—Lo siento— dice ella poniendo sus brazos alrededor de su pecho—, lo siento mucho.

—¿Por qué?

—No sé. Por ser una esposa de mierda. Por no estar aquí. Por todo.

—Ahora estás aquí. ¿Estás hambrienta?

Él ha hecho un guiso. Codillo de cerdo, salchicha de origen polaca, hongos blancos y bayas de enebro. Dos botellas frías de cerveza Baltika están al lado de la cazuela. Es mucho mejor que cualquier cosa que tuviera en Venecia.

—Pasé medio día en la estación principal de policía, y sólo después se me ocurrió que ahí es donde debí haber preguntado a dónde ir a comer. Los policías siempre  saben de buenos lugares— dice Eve.

—¿Cómo te fue con Lance?

— ¿Cómo me fue? ¿Quieres decir trabajar con él?

—Trabajar con él, pasar el rato con él...

—Mejor de lo que esperaba. Es muy inteligente pero socialmente disfuncional, como mucho de los agentes de campo más viejos— ella le cuenta la historia de Noël Edmonds.

—Que extraño.

—Sí, sólo quería …— ella sacude la cabeza.
—Cuéntame sobre tu pie.

—Tobillo.

—Me refería al tobillo. ¿Qué dijeron en el hospital?

Él se encoge de hombros.
—Que está fracturado.

—¿Eso es todo?

Él sonríe ligeramente.
—Ellos me sugirieron algunos ejercicios que podría hacer para hacer el cambio más rápido.

—¿Así que los has estado haciendo?

—No, para esos ejercicios necesito tu ayuda.

—Ah, esos ejercicios— le toca la cara. —.¿Quizá podríamos preparar algo para mañana por la noche?

—Podríamos empezar ahora.

—Estoy bastante cansada. Y te ves cansado también. ¿Por qué no vemos televisión en la cama? Tú eliges algo. Voy a  recoger la mesa.

—Supongo que podría conformarme con eso. ¿Puedes poner a las chicas en la cama?

Thelma y Louise sueltan balidos y Eve suelta una risa disimulada mientras les ordena que se bajen del sillón y las lleva a su casa. Escucha el sonido de la bota ortopédica de Niko en el cuarto, de repente, ella recuerda los zapatos de Claudio, aquellos zapatos de terciopelo bordados con el escudo Forlani. Claudio, ella reflexiona, no entendería el asunto de las cabras, después de todo.

𝟐- 𝐊𝐢𝐥𝐥𝐢𝐧𝐠 𝐄𝐯𝐞: 𝑁𝑜 𝑇𝑜𝑚𝑜𝑟𝑟𝑜𝑤. Where stories live. Discover now