19. Marionetista

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  • Αφιερωμένο στον/ην arlenys
                                    

Este capi me costó mucho escribirlo en su día, espero que os guste^^

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27


A la mañana siguiente, Nathan había decidido madrugar para entrenar algo antes de las clases. Ya había pasado una hora desde que amaneció, por lo que los rayos de sol ya habrían podido calentar el mundo. No le gustaba la noche, pues ya había notado que cuando hacía calor se sentía mucho más fuerte.

El dulce chapotear del agua invocó su atención. Se acercó sigilosamente al río y se quedó de piedra cuando descubrió a Amarael bañándose completamente desnuda y lavando su ropa. Se sentía culpable de estar allí y, al mismo tiempo, agradecía a Dios su existencia. Su cuerpo no parecía querer reaccionar, por lo que lo único que podía hacer era contemplarla en silencio. 

Parecía el ser más inocente y puro de la creación divina. La chica no era consciente de que la estaban observando mientras tarareaba una melodía parecida a una canción de cuna. Su melena se había vuelto de los colores del arco-iris, arrancando rayos de luz tornasolada que teñían las cristalinas aguas.

Una popular leyenda habla de un ave paradisíaca que tras su vuelo va dibujando un rastro de arco-iris, cubriendo al mundo con su manto multicolor. Los colores sólo existen para los ojos humanos, un obsequio de Dios. Cada color tiene su propia frecuencia y longitud de onda. Tan sólo son luz, tan sólo fantasía. Pero incluso los demonios quieren tener esos ojos para no perderse un espectáculo así.

Nathan se sintió terriblemente sediento. Deseaba con todo su ser sumergirse en aquellas mismas aguas que acariciaban el cuerpo de la joven y beber de ellas. Su embelesamiento le distrajo de la enorme araña que tejía cuerdas negras sobre su espalda. No reaccionó hasta que un escozor en el hombro derecho se hizo demasiado intenso. Al verse obligado a girarse, se encontró cara a cara con uno de los siervos del mismísimo Astaroth: el demonio femenino Zemunín.

El ángel intentó desenvainar su espada rápidamente, pero descubrió que no podía mover el brazo. Lo intentó con el resto de su cuerpo, pero tampoco pudo. Algo pasaba con su cuerpo. Se giró hacia su enemigo con el ceño fruncido y contempló con repugnancia cómo unas enormes y viscosas arañas corrían por el cuerpo de la demonesa y se introducían por debajo de la poca ropa que llevaba entre sus muslos. El elemental lanzó una llamarada y esta vez sí que surtió efecto. El fuego le dio de lleno y profirió un alarido de dolor. Nathan sonrió triunfante, sin embargo, el sabor de la satisfacción no le duró demasiado. Zemunín se había medio incorporado y se reía de forma malévola y ruidosa. Algo tiró del cuerpo del ángel, haciéndole apuntar a Amara que seguía bañándose en el río despreocupadamente.

—¡Amara, cuidado! —le avisó, temiéndose lo peor.

La muchacha se volvió, sobresaltada, para encontrarse con una bola de fuego que surcaba el aire directo hacia ella. Afortunadamente, pudo apartarse a tiempo y el ataque cayó sobre el río, produciendo una gran nube de vapor al enfriarse con el agua. Amara intentó vestirse apresuradamente mientras sufría un ataque de tos por culpa del humo que había tragado. No entendía qué había pasado. ¿Acaso su amigo quería matarla? Eso no podía ser así porque entonces no le habría avisado, aunque también podía haberse arrepentido en el último momento... Entonces fue cuando pudo percibir una presencia maligna muy fuerte y no se trataba de Caín precisamente.

Cuando dirigió de nuevo la mirada al joven ángel, se encontró con una terrorífica mujer muy pegada a la espalda del chico, arañando suavemente sus sagradas mejillas con unas uñas tan largas que se curvaban hacia abajo. Esa criatura no era una mujer, sino una bestia con apariencia semihumana. Algunas partes de su cuerpo estaban recubiertas por un pelaje marrón y brillante, como sus largas piernas. Los pechos descubiertos estaban perforados por diferentes adornos y dos cuernos nacían bajo la superficie de su cabello negro, retorciéndose al igual que sus uñas.

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