6. Semiángel

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El sábado me fue imposible actualizar u.u pero para compensar hoy subiré dos capítulos, espero que no vuelva a pasarme, ando enfermita (solo el tipico virus toca narices pero ando en cama porque me mareo) y se me rompió el cable de la batería de mi netbook (lo mio con los ordenadores es muy surrealista) menos mal que la tengo publicada en internet y así puedo copiar y pegar :3

Bueno, la historia se va volviendo más retorcida ajajajaja ojalá os guste

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11

El olor a huesos quemados se extendía por todo el castillo. A Ireth le gustaba observar el proceso, le relajaba contemplar las llamas consumiendo el calcio, aunque el proceso era demasiado lento y ella era bastante inquieta. ¿Cuántas noches habían pasado ya desde que Caín se había marchado a Infernalia? No quería pensar en él, pero tenía que admitir que estaba preocupada. Si algo malo le hubiese pasado... Había sido incapaz de dormir nada todo este tiempo, por si él volvía, que ella estuviese lista para poder verle. Desde que había conocido a ese ángel apenas le había prestado atención a ella y ya comenzaba a echarle de menos. Aunque luego entre ellos dos nunca sucediese nada, pero necesitaba sus caricias, necesitaba volver a oírle susurrar canciones en su oído...

Si eso sólo se lo hacía a ella o si por el contrario, lo hacía con todas, era una duda que asaltaba su corazón constantemente. Caín no era el típico hombre que iba regalando abrazos así porque así, sin embargo con ella siempre se había portado de forma especial. 

¿Y por qué entonces se negaba a probar sus labios? 

No tenía ningún inconveniente en cubrirle de besos el cuello, las mejillas, la frente..., pero nunca iba más allá. Lo peor era que él no hacía nada, pero tampoco le dejaba a ella hacer. Cada vez que notaba que alguien la miraba con deseo, le amenazaba de por vida. Así habían sido sus últimos siglos, los únicos de los que ella tenía memoria. Había estado viviendo en el castillo de Caín desde que éste la había resucitado en algún ritual extraño. Y desde ese día, ella se había enamorado perdidamente de él. Se había enamorado de un maldito hombre  que no tenía ningún reparo en acostarse con cinco mujeres a la vez, pero que era incapaz de darle un puñetero beso a ella.

Eso ya estaba. Añadió las cenizas que acababa de obtener a un enorme cuenco. Removió y removió hasta conseguir que la masa líquida que había en su interior se volviese negra azabache.

"Más oscura, más oscura" , se decía a sí misma mientras seguía removiendo rítmicamente la mezcla. El fuerte olor a pintura le estaba comenzando a marear. Era un olor que detestaba y por mucho que estuviese acostumbrada a él, no podía dejar de darle náuseas. Era lo que menos le gustaba de todo aquello.

Cuando el líquido alcanzó el color deseado, dejó deslizarse por su cuerpo la bata azul oscuro que solía llevar cuando estaba completamente sola. Se recogió su cabello anaranjado para evitar manchárselo. Sumergió su blanca mano en aquel pequeño océano negro. Al sacarla, lágrimas negras resbalaban por su piel de akasha tiñéndola del más oscuro de los negros. Sentía su piel endureciéndose por el frío. Pasó delicadamente su mano negra sobre su pecho. Untó su mano con más pintura y siguió acariciando su cuerpo formando delicados trazos por su pecho y abdomen. Le gustaba jugar a encontrarle sentido a los dibujos que creaba. 

Se descubrió a sí misma escribiendo el nombre de Caín. Lo borró rápidamente restregándose una buena cantidad de pintura. 

Odiaba el color blanco, no podía soportar contemplar la blancura de su piel. Tenía que cubrirla completamente de negro para poder ocultar la verdad, para que los demás no la rechazasen por ser un semiángel. Porque eso era ella. En otros tiempos, ella había sido un ángel más, pero el hechizo que la trajo de vuelta al mundo material no había podido convertirla completamente en un demonio. La mitad derecha de su cuerpo poesía piel negra, su iris era rojo y lucía un suave plumaje negro. Incluso su pelo tiraba a un color más oscuro, más cenizo que el de su otra mitad, que era entre anaranjado y castaño claro. Su ojo izquierdo brillaba de un intenso azul celeste, su piel era blanca como la nieve y su ala izquierda resplandecía en un intenso blanco.

Dolce InfernoWhere stories live. Discover now