Cap 46-Un nuevo Rey

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Punto de vista de Luna

A pesar de que a penas le conocía el Rey Archer me inspiraba confianza, y había tanto que necesitaba saber, pero no quería que mis preguntas fuesen impertinentes en esta primera visita. Saber que tenía padres después de haber vivido años de infierno en aquel orfanato había sido un golpe duro para mí, y quería creer, quería creer más que nunca que podía tener una familia, personas que me apoyarían desinteresadamente simplemente porque compartíamos la misma sangre. 

-Cómo está tu madre?-preguntó en voz baja en cuanto entré. Lo había dicho en un susurro, como si mencionarla estuviese prohibido, y entendí que tal vez seguía amándola. Estaba ansiosa por conocer esa historia de amor que había muerto con mi nacimiento. 

-No he hablado con ella en casi un año. Nunca perdonó que desatara la guerra.-respondí sin poder ocultar tristeza. La había perdido una segunda vez, y esta vez sí había sido por mi culpa. Aunque tan solo había vivido con ella unas semanas, sentía que era una mujer que llevaba la bondad en su pecho. Cuánto me hubiese gustado haber aprendido de ella. 

-Porqué no intentas llamarla?-me animó mi padre.-Victoria es una mujer de gran corazón, y sabrá perdonar a aquellos que lo merecen- 

El problema es que yo no estaba segura de merecerlo. Había olvidado a todos y a todo para salvarme y salvar a Mica. Me había convertido en aquella reina que necesitaba aquella profecía olvidándome de quien era en realidad.

Nuestra conversación fue interrumpida inmediatamente con la llegada de la reina, y con ella su hijo menor, Dante. 

Pasamos directamente a la mesa y sentí la incomodidad llegar a mí. Sentía que estaba en un juego de ajedrez en el que no podía dar un solo paso en falso. Lans estaba a mi lado y no parecía sentirse de la misma manera. En su cabeza debía estar pensando en los mil y un acuerdos comerciales que podía sacar de esta visita. Solo pensaba en como ser mejor rey, y a veces se olvidaba del resto del mundo.

-El joven Mica estuvo aquí hace unas semanas-empezó la reina, y tuve que esforzarme para no atragantarme de la sorpresa. No había visto o escuchado hablar en Mica en meses desde que lo había dejado en el lago, y de tan solo escuchar su nombre sentía como me volvía vulnerable. 

-Ha sido toda una sorpresa para nosotros. Todo este tiempo habíamos pensado que había muerto, y hasta fuimos a su funeral. Es una persona impredecible.-continuó el rey. 

-Sin duda-respondió fríamente lanzándome una mirada que recordaba todo lo que había pasado. 

-Después de todo le debemos mucho. Él se encargó de ayudarnos durante la guerra. Sin él las cosas hubiesen terminado mucho peor-agregó mi padre, y pude ver que de verdad estaba agradecido. Mica sabía ganarse el aprecio de aquellos que tenían buenos corazones. 

-Deberíamos invitarlo más seguido-propuso Dante, y aquello no me sorprendió. Al parecer se habían hecho grandes amigos. 

La cena continuó entre negociaciones y comentarios de la reina recalcándome erróneamente  que ella era mejor reina que yo. Su actitud me parecía ridícula, casi infantil, justo como la de su hijo mayor Alec que no dejaba de mirarme con desprecio. 

-Me alegra mucho, tener a todos mis hijos al rededor de la misma mesa!- se exclamó mi padre con una sonrisa orgullosa, y todos supimos a lo que venía eso.-Sé que todos esperan el motivo de mis repentinos deseos por reunir esta familia, y creo que no sería insensato anunciarles antes que al resto del reino mi retiro.-

-Sabes que puedes contar conmigo, padre.- intervino Alec tomando su mano. 

-Con nosotros-corregí de inmediato con mi mejor sonrisa de ángel. No le dejaría jugar sus cartas y dejarnos fuera de esto. Aunque el trono no me interesaba, me parecía importante mantenerme presente entre la nobleza nova. Dante permaneció en silencio esperando tranquilamente, como si las noticias no fuesen de su incumbencia . El trono parecía ser el ultima de sus preocupacion...

-Despúes de haberlo meditado sabiamente, y  tomando en cuenta que el trono no puede ser dividido como yo lo hubiese deseado, la decisión que he tomado ha sido de coronar rey a Dante-

Lo dijo lentamente, pero con una seguridad inquebrantable de esa que solo poseen los verdaderos reyes.  

Cuando vi a la reina abrir los ojos como platos, supe que esto no estaba en sus planes. Yo sonreí más que feliz con esa decisión, mientras que Alec parecía estar paralizado. 

-Que...?-susurró cerrando los puños sobre la mesa. Vi en su mirada que estaba fuera de control. Era la furia de una persona a la que le quitaban lo que más quería. Se puso de pie dejando que la silla cayera, haciendo que todos los platos temblaran. El rey se quedo tranquilo, como si ya hubiese precedido la actitud venenosa de su primogénito.

-Esto no es posible-dijo la reina riendo nerviosamente mientras miraba intensamente a su esposo. Ella tan solo esperaba que él se retractara, que dijese que el trono iba a Alec, su hijo favorito.

-Es la decisión que he tomado, y es la decisión definitiva-cortó mi padre. Lans y yo tan solo observamos el espectáculo con fascinación. Luego del atrevimiento de Alec, nada me hacia más feliz que ver como destruían sus preciados planes. 

-Después de tantos malditos años de trabajo!?-gritó perdiendo toda su compostura.-Después de haber entrenado día y noche, de haber estudiado, de haber aprendido de ti cómo se lidera un reino...le darás el trono a Dante?!-gritó en plena frustración. Su rostro se había enrojecido y su ceño estaba fruncido, aunque en vez de estar enojado, parecía que estaba a punto de derramar todas las lágrimas del mundo. Miró a su hermano con un odio infinito, y sin posar su mirada en nadie más salió del salón en un suspiro. 

-Padre...-susurró Dante segundos después. En su mirada podía leer que él tampoco aceptaba aquella decisión. 

-Estás listo, Dante. No lo dudes ni un segundo-respondió nuestro padre con una sonrisa consoladora. La reina, que parecía tan disgustada como Alec de esta noticia, se puso entonces de pie, dejando que la cola de su vestido cayera sobre el mármol frio.

-Buenas noches-se despidió para luego salir por la misma puerta por la que lo había hecho su hijo, dejando una sensación de frialdad indescriptible y casi impenetrable.

Mientras tanto, Dante seguía sentado en su silla tan desconcertada como yo. Tan solo tenía 19 años, y tenía sobre sus hombros un reino que guiar. 

-Yo...- .

-Su ira.-le cortó mi padre sin quitar la mirada de la puerta.-Por eso, no le he dado el trono. Alec es brillante, y siempre estaré orgulloso de él, pero tan solo vive por ser rey y su temperamento no corresponde al de uno. Un rey no puede reinar a su pueblo por la paz de los ángeles, cuando lleva por dentro el odio de un demonio.- 

Dante asintió muy lentamente y se giró hacia mí como si no hubiese nadie más en aquel salón. 

-Esta noche he perdido un hermano...y he ganado una hermana. Será un placer tenerte a mi lado, Luna.-

Sin Mirar AtrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora