XXV

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—O-Oh diosa, mía, ay Kanat'ma —pronunció nervioso, al ver cómo Erit pujaba por última vez, y la niña nacía.

Un llanto finito, agudo, sonó en la habitación, haciendo reír al rubio, al ver a esa pequeñita de piel rosada, y cabello castaño clarito, ser tomada por la doctora, y envuelta en una manta.

Miró emocionado como cortaban el cordón, y sonrió ampliamente cuando la acercaron a él, para que pudiera conocerla.

Sus ojos se cubrieron de lágrimas, y la tomó en brazos, caminando hacia Erit.

—Mírala —le dijo en un tono bajo, quebrado—. Es perfecta.

—Y dejó de llorar cuando la tomaste, sabe quién eres —pronunció con una sonrisa cansada la joven madre, mirando a su bebé.

—El tío Jeak.

—Papá Jeak, tonto —sonrió, cerrando los ojos.

El rubio miró a la bebé, y luego besó suavemente su cabecita, escuchándola quejarse.

—Siu'to kerishma (eres hermosa) —le dijo en un tono suave.

Erit sonrió y los miró a ambos.

—Creo que Kerish es un buen nombre para ella ¿No?

***

Entonces, ahí estaba, en una habitación de luz clara, iluminada naturalmente por los rayos del sol, apreciando a las que se habían convertido en las dos mujeres más importante en mi vida.

Viendo a esa frágil y hermosa bebita de ojos azules y cabello castaño, alimentándose del pecho de su madre, tranquila, relajada, recibiendo una parte de lo mejor de ella.

Porque aún tenía mucho por recibir de esa hermosa y sabia mujer... Tal vez mi mujer, si es que algún día decide aceptarme, elegirme.

No puedo entender cómo pude vivir tanto tiempo ciego, vacío. Cómo pude llevar una vida tan material y superficial... Cómo pude haberla hecho a un lado de mi vida.

—¿En qué piensas? —sonrió mirándome.

—En que eres hermosa, y aunque creí que no podía ser posible, te ves aún más hermosa con ella.

—Ven.

Me acerque a ella, sin poder dejar de ver sus ojos café, sus deliciosos labios, y al estar frente a ella, me tomó del rostro para besarme.

No sé que espera de mí, no sé que quiere de mí, pero amo besarla. Amo cada vez que estamos unidos, hasta de la forma más simple, como por un beso.

—Te amo —le dije en un tono bajo, sabiendo que no era recíproco.

Pero necesitaba decirlo.

—Yo también te amo —me respondió con su dulce voz, sonriendo divertida al ver el asombro en mis facciones—. Te amo, Jeak.

—¿Q-Qué?

—Amo el hombre que eres ahora —sonrió apoyando una de sus manos en mi mejilla, acariciándola, trayéndome de vuelta a la realidad—. El padre en que te has convertido, el compañero que eres para mí. Amo poder dormir contigo, despertar a tu lado, las charlas en las madrugadas, los masajes deliciosos que me das, hacer el amor contigo, amo estar contigo, porque te amo, Jeak.

—¿Estás segura? Yo... No sé cómo sentirme —sonreí tontamente, sin poder creerlo.

Erit asintió con la cabeza, y volvió a besarme. Sí, sus besos podían hacerme creer cualquier cosa.

***

—Ella es igual a ti —sonrió Batiet cargando a la niña, mirando a Erit.

—Todos los que la han conocido dicen lo mismo, gracias —sonrió suavemente la joven castaña.

—Es increíble como éstas pequeñas criaturitas pueden generar tantas emociones —pronunció en un tono bajo, mirando a la bebé dormir.

Erit observó a Batiet, y luego a Jeak, quién le hizo una leve seña con la cabeza. La joven esperó hasta que el muchacho se fuera, luego de algunos minutos más allí, y Jeak habló.

—Batiet hace tiempo quiere un hijo.

—¿No puede tener hijos?

—No, ese no es el problema —le explicó devolviéndole a la bebé, para que la acostara junto a ella.

—¿Entonces? ¿Cuál es? ¿Su mujer no puede tener? Porque recuerdo que me contaste que tu amigo se casó de jovencito.

—No, el problema no es ella tampoco, sino que ellos son primos.

—Ah, ¿Y qué tiene eso? —preguntó confundida.

—No recuerdo bien hace cuánto fue, pero ellos esperaban muy ilusionados la llegada de su primer bebé, pero el embarazo no llegó a término.

—¿Sufrió un aborto?

—Le tuvieron que realizar un aborto, el feto no era viable. Les advirtieron que era lo mejor, que si nacía, no iba a vivir más que unos cuantos minutos, y sólo le causarían dolor. Batiet quedó devastado.

—Lo imagino, debe ser horrible pasar por eso —le dijo en un tono bajo, abrazando a su bebé—. ¿Y ellos siguen juntos?

—Creo que sí, Batiet no vive aquí, él vive cerca de la tribu del Este, junto a su familia, es por eso que sólo nos vemos a veces, cuando lo mandan a hacer servicio aquí. Después de eso, sé que su relación con Kanat no fue la misma, pero no me contó más nada. Si ellos se hubiesen separado, Batiet me lo habría dicho.

—Yo creo que lo que les pasó fue una desgracia, pero no por eso deben dejar de intentarlo, o creer que es porque son primos. Hay muchas personas que pasan por lo mismo, y no son familia. Tal vez, podrían buscar un bebé de forma asistida, para que sea más seguro.

—Estoy seguro que Corine habrá hablado de esto con él, pero no sé porque no habrá querido. No quiero invadir su privacidad, nosotros siempre nos contamos todo, pero hay cosas, que son mejor no hablarlas.

—Sí, lo entiendo.

Erit miró a Jeak, y lo tomó de la mano, viendo que él se había quedado pensativo.

—¿Qué pasa?

—Me hubiera gustado, en un futuro, tener otro hijo. Y no lo mal interpretes, me refiero a biológico.

—Tal vez ya no puedas tener hijos biológicos, Jeak, pero eso no cambia el amor que puedes darle a uno que no sea de tu sangre.

—Por supuesto que no, amaré a ésta bebita tanto como a Zhanda, para mí no hay diferencia en ese sentido. Pero me refería a embarazarte.

Erit lo miró divertida y luego rio.

—¿Eso es lo qué te preocupa? ¿No poder embarazarme? Muchos hombres estarían tranquilos si estuvieran en tu lugar.

Él sonrió levemente, y se quedó en silencio. Sí, quizás ella tenía razón, pero aquel era un deseo que él no podría cumplir... Tener un nuevo hijo a su lado, propio, de ambos.

...

EritmaWhere stories live. Discover now