III

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—Ah, Diosa ¿Cómo diablos voy a hacer para llegar? —suspiró frustrada, cargando a su bebé, que se había dormido contra su pecho, el bolso con ropa de ella, el bolso de su hijo, y una maleta.

Era demasiado para alguien tan pequeña y delgada.

—¿Necesita ayuda, señorita?

—Sí, por favor —sonrió—. Llevo mucho peso para mi sola.

—Déjeme ayudarla —le dijo el oficial tomando sus bolsos y maleta.

—Muchas gracias —sonrió aliviada, abrazando al bebé y dándole un beso en la frente.

—¿Ya habías venido antes a Kanat'ma?

—No, es la primera vez, no conozco nada de aquí. Pero tengo un mapa.

—¿Vienes a visitar a alguien?

—No realmente, vengo a ver al padre de mi hijo.

—Ah, entiendo —sonrió.

—¿Sabes de algún lugar dónde pueda alojarme? Y qué no sea muy costoso.

—Hay un hogar para mujeres solas y con niños pequeños como el tuyo. Podrías alojarte ahí hasta que encuentres al padre de tu hijo.

Ella metió su mano dentro de una cartera que llevaba colgada de su hombro, y sacó un mapa doblado y un bolígrafo rosa.

—¿Podrías marcarme ese hogar? —sonrió.

—Claro, puedo llevarte ahí si quieres.

—Eso sería aún más genial, muchas gracias.

***

Jeak estaba haciendo ejercicios en su departamento, cuando escuchó que alguien tocaba su puerta. Curioso se acercó hasta ella, y por la mirilla observó que era un oficial.

Abrió la puerta, y se secó el sudor de la frente, sonriendo.

—Hola ¿Qué pasa?

Tal vez ese oficial traía su permiso aprobado para viajar a Iosopal.

—¿Eres Jeak?

—Sí ¿Vienes de la central de Iosopal?

—No, de la terminal de ómnibus —sonrió—. Qué bueno encontrarte en la casa, tu hijo y su madre están aquí.

—¿Q-Qué?

Erit apareció en ese momento con el bebé en brazos, quien estaba alimentándose, y la miró aturdido, con pánico.

Ella frunció el ceño, molesta.

—Hola cariño, parece que no te llegaron mis mensajes, dónde te decía que hoy llegaría.

—N-No sé de que hablas.

—Claro que no, si me bloqueaste, infeliz —gruñó.

—¿Hay algún problema? —pronunció serio el oficial.

—Sí, que ésta mujer sigue insistiendo que ese niño es mi hijo, y no es verdad.

—¿Cómo puedes ser tan cínico? ¡Es tuyo! Y no tengo problemas con que le hagas un examen si quieres.

—Por supuesto que sí, obviamente lo haré ¿Cómo podría confiarme de una prostituta?

—Y te crees que por ser prostituta ¿Valgo menos que otra mujer, eh? ¡Imbecil!

—Ey, tú, eres oficial ¿Verdad? —pronunció molesto el muchacho que llevó a Erit hasta allí.

—Sí ¿Por qué?

—Pasa, ponte cómoda, alimenta tranquila a tu bebé —le dijo en un tono amable a la castaña—. Y tú ven conmigo.

—¿Qué? Pero si-

—Que salgas, no lo repetiré.

Gruñendo molesto, el rubio salió del departamento, y Erit entró con el bebé. Buscó una silla, y se acomodó para poder alimentarlo.

Ese niño ya estaba bastante pesado, y le hacía doler demasiado la espalda y los brazos cargarlo.

Luego de unos diez minutos, Jeak entró a la casa, luciendo realmente molesto. Miró a esa mujer, que estaba indiferente hacia su rabia, y luego al bebé, quién seguía alimentándose, moviendo sus piecitos.

—Si no querías hacerte cargo sola de la criatura ¿Por qué diablos no lo abortaste?

—¿Él tiene la culpa de tu calentura?

—¿Y yo te que tú no estuvieras operada?

—No, pero sí de no querer usar condón, así que, no te quejes ni te hagas el ofendido. Yo no te tengo miedo, querido, y a mi hijo, le darás lo que le corresponde.

—No eres más que una oportunista.

—¿Oportunista? —rio con cinismo—. Pedirte lo que a él le corresponde ¿Es ser una oportunista? No puedes ser más estúpido, más bestia.

—Pues levántate, princesa, porque ahora mismo nos vamos hasta el ministerio de los derechos del niño, a solucionar esto —gruñó.

—Perfecto —le dijo bajándose la camiseta, apoyando al niño contra su pecho, acariciado su espalda, mientras el bebé se quejaba.

—¿Y qué necesidad tienes de exhibirte de ese modo? Incluso al frente del oficial.

—Es un bebé y tiene hambre, estúpido. Y a mi no me interesa dónde esté, si él quiere comer, le daré el pecho igual —le dijo molesta, saliendo del departamento seguida por él.

El tipo era un animal, de eso ya no tenía dudas.

...

EritmaWhere stories live. Discover now