La habían aceptado en el hogar, tratándolos de un modo tan amable, que la hicieron sentir realmente a gusto allí.
Acostó a su bebé en medio de la cama, y el pequeño rubio se llevó una de sus manitos a la boca, mirando a su madre.
—Glotón, mami guardará la ropa, y luego nos iremos ambos a dar un baño ¿Quieres? Ha sido un día muy largo para los dos.
Zhanda dobló sus dedos en forma de puño, y lo chupó, haciendo sonreír a Erit. Era imposible que siguiera teniendo hambre.
Tomó la maleta, y la abrió, sacado la ropa que había allí, para guardarla en el armario. Era pequeño, pero para lo poco que había llevado ella, serviría.
Escuchó su celular vibrar, y lo tomó, observando que era un mensaje de Jeak. La joven frunció el ceño, y lo abrió.
"Te pagaré la manutención del niño, y además el alquiler de un departamento, si te vas ésta misma noche de aquí, y desapareces de mi vida."
"¿Sí? ¿Y hasta que edad piensas pagarme eso?"
"Hasta que cumpla los dieciséis, que es la mayoría de edad. Lo único que quiero, es que te vayas ésta noche."
"Lo lamento, Jeak, pero te guste o no, quiero un respaldo legal. Si no quieres formar parte de la vida de Zhanda, no me interesa, pero a él le darás lo que necesita."
"¿Eres estúpida? Te estaría dando más dinero del que te correspondería de éste modo. Si lo hacemos por medio de Mafet, recibirás poco y nada."
"No me importa. A ver si entiendes que yo no quiero tu dinero para vivir, sólo que le des a Zhanda lo que le corresponde."
"¿Quieres eso? Perfecto, quédate sentada y espera a que salgan los resultados, y luego los trámites."
Ella suspiró y dejó el celular sobre la mesa de noche. Se giró, y observó a su hijo, que se había dormido con la manito en la boca.
Sonrió suavemente, y se inclinó hacia él para besar su frente, varias veces.
—Tú vales mucho más de lo que ese infeliz cree.
***
—Días después—
—El resultado es positivo.
Jeak desvió la mirada, y Erit lució indiferente, acariciando la espalda de su hijo, que se había dormido en sus brazos, luego de alimentarse.
—Creo que ya no tienes más dudas ¿Verdad? —preguntó Mafet.
—Sí, quiero renunciar a mis derechos sobre él.
—De todos modos debes pagar la manutención del niño.
—Lo sé.
Mafet miró a Erit, y ella asintió con la cabeza.
—Es su decisión, no mía, que lo haga.
—¿Entiendes que estás renunciando a tu hijo, Jeak?
—¿Y tú qué yo no quería ser padre? Y encima que me obligarán a mantenerlo. Lo único que quiero ahora, es terminar con todo esto, pagarle y que se vaya —gruñó.
***
¿Cuánto dinero ganaba Jeak por mes? Mafet le había explicado que a Zhanda le correspondía el veinte por ciento del sueldo de Jeak, y aquello que le habían depositado en su cuenta, era una gran cifra.
Retiró todo el dinero, y luego miró a su hijo que iba en una mochila portabebés, prendido a su pecho, muy cómodo.
—¿Qué quieres probar el día de hoy, glotón? Ya es momento de que comas, y empieces a dejar la teta. Voy a comprarte varias papillas, alguna de ellas tiene que gustarte.
Era mucho dinero que no gastaría en Zhanda. El bebé no quería comer, y lo único que gastaba eran pañales. Compraría una caja, y allí iría guardando el dinero que no usaría.
O quizás, y más seguro, era que abriera una cuenta en el banco a nombre de su hijo. De ese modo, podía sumar intereses también.
Quizás, cuando Zhanda fuera mayor, le daría un buen uso.
...
