Epílogo

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Deacon

Hermes era el más nervioso de los perros, así que no le hice mucho caso cuando apoyó sus patas sobre mi pecho y me golpeó con el hocico en la cara para llamar mi atención. También estaba seguro de que Hermes era el menos consciente de su tamaño, porque no tuvo ninguna consideración conmigo.

―Vale ya, Hermes ―le regañé, empujándole un poco para quitármelo de encima―. ¿Qué te pasa, has visto una ardilla?

Me ladró una vez justo al lado del oído, así que decidí ir a ver qué le pasaba. Me levanté del saco de dormir y le seguí, dándole una orden seca para que me llevase rápido a ver su drama. Me arrepentí de no haber cogido una sudadera antes de salir en cuanto llegué fuera.

Millerfort era un pueblo de montaña y hacía bastante frío ya a finales de septiembre. Al menos para ir con un pantalón de chándal y nada más. Por suerte me había puesto las botas de montaña al levantarme, porque Hermes corrió bosque a través, por el campo trasero de mi nueva propiedad.

Habíamos llegado esa mañana, y los animales no conocían aún el terreno, así que era normal que estuviesen nerviosos. Lo que no esperaba es que me hicieran pegarme una carrera nocturna, alumbrándome con la linterna del móvil.

Oí el ladrido de Zeus poco después y me puse sobre aviso. Hermes podía ser nervioso, pero Zeus no se ponía así por otros animales, estaba avisando de un peligro real, así que aceleré. Oí el agua un segundo después. Sabía que por allí discurría un riachuelo, aunque no había tenido tiempo aún de ir a verlo.

Me preocupó muchísimo que uno de los perros se hubiera caído al agua, que bajaba de las montañas y debía estar helada. Salí al claro un instante después, frenando de golpe y la luz de la luna me iluminó mucho más que la linterna del móvil.

Un destello blanco en el agua me llamó la atención. Primero lo confundí con el reflejo de la propia luna, luego me di cuenta de que Zeus y Hades estaban allí, junto con Hermes que había llegado antes que yo, y miraban nerviosos en esa dirección. Así que me agaché junto al agua para entender, un segundo después, lo que estaba viendo.

―¿Estás bien? ―pregunté a la chica que chapoteaba con serias dificultades para mantenerse a flote.

―¿Estás bien? ―pregunté a la chica que chapoteaba con serias dificultades para mantenerse a flote

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¡Hola! Hasta aquí la historia de Jade. ¡Ya podéis encontrar la de Deacon en mi perfil!

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¡Gracias a todos por llegar hasta aquí! Y, especialmente, a los que me habéis apoyado dejando vuestro voto o vuestros comentarios ¡que me encantan! He recibido muchísimo cariño en esta historia y me hace muy feliz :D. ¡Mil gracias!

Espero que a Deacon también le deis tanto amor <3.

¡Nos vemos en Cuando te coma el lobo!

¡Nos vemos en Cuando te coma el lobo!

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Cuando vueles en alfombra - *COMPLETA* ☑️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora