14┋PD

679K 32.5K 9.3K
                                    

C A T O R C E


—Tu celular... —murmuró Aiden sobre mi cabello.

—¿Mmm?

—Grayson, está sonando.

—Apágalo —le pedí, al mismo tiempo que me acurrucaba con mayor fuerza en lo que parecía ser una almohada.

—Lo haría si no fuera porque estás encima de mí. No puedo moverme —respondió con una tonada juguetona.

Abrí los ojos de golpe.

Uno de mis brazos se encontraba extendido a lo largo de su abdomen, y mi rostro encima de su pecho, sin mencionar que mi pierna derecha estaba arriba de las suyas. Me retiré tan pronto como pude.

—Lo siento —dije al apagar la alarma.

—No te preocupes. La verdad es que hace mucho que no dormía tan bien —contestó Aiden con una perezosa sonrisa plasmada en sus labios—. Tenías razón, por cierto, eres una muy buena guardiana de sueños.

Le sonreí a modo de respuesta. Me alegraba que hubiese descansado. Su rostro se veía más compuesto esa mañana, y las líneas de sus ojeras perdieron la intensidad de su enrojecimiento.

Aiden se colocó de pie para estirarse.

—Ven. Vamos a desayunar. —Él extendió su mano hacia mí.

Fruncí la nariz con un gesto de disgusto.

—Son las siete de la mañana.

—Lo sé.

—Las siete de la mañana de un domingo, Rumsfeld —repetí—. ¿De verdad quieres levantarte temprano en un día de descanso solo para desayunar?

—¿Qué tiene de malo? Tengo hambre, y las personas desayunan temprano, no tarde —replicó confundido—. Además, tu celular fue el que nos despertó. ¿Por qué tendrías una alarma si no le vas a hacer caso?

—Se me olvidó quitarla —expliqué, y cerré los ojos.

—Grayson.

Los volví a abrir con un suspiro. Él seguía parado enfrente de mí, y su expresión no denotaba que se fuese a rendir con facilidad. Juro que mi desprecio por las personas mañaneras aumentó.

—¿Y si tú vas a desayunar, y a mí me dejas dormir? —sugerí a modo de solución, e incluso empleé un gesto inocente—. De todos modos, mi papá me recogerá hasta más tarde. Y, si te soy honesta, tampoco es que me emocione ir a prepararme de comer.

—Yo puedo cocinar para ti —propuso Aiden con un brillo en sus ojos ante la posibilidad.

—Lo siento, pero no hay nada que pueda hacerme cambiar de opinión —le respondí.

Lo vi acentuar las líneas de expresión de su entrecejo.

—Eres muy floja, Grayson —me recriminó, mientras cruzaba sus brazos, y evaluaba cada uno de mis movimientos.

—Es que no entiendo por qué quieres levantarte tan temprano.

—Por el simple placer de hacerlo —instó Aiden.

—¿Placer a dejar de dormir? —exclamé, sin poder creer lo que mis oídos estaban escuchando. ¿Qué tipo de persona retorcida era él?

—No, placer por disfrutar la mañana —argumentó con el atisbo de una sonrisa divertida por mi reacción escandalizada—. La verdad es uno de los mejores momentos del día.

Prometo Destruirte. [Nueva versión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora