La sierra nevada

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La sierra nevada

Corre la sangre hacia arriba,

corre la sangre hacia abajo,

todas mis venas acrecientan

el río en las mañanas.

Una novia, una amiga,

la que yo más quería,

tenía una ventaja

sobre las otras muchachas:

el amor que ellas perdían

era el amor que ella me daba.

Sale el sol, nace el alba

no como yo lo pensaba.

Arrastran los manantiales

montones de agua helada.

Daba el todo, daba el alma,

daba todo lo que yo más podía;

callan las almas, se estremecen

pensando en la madrugada;

las primeras horas del día

son las que nos ponen a sufrir,

sufre el llanto, sufren los amantes,

sufren ocultos en los matorrales.

Sopla el viento frío,

la sangre se vuelve hielo,

mis venas se hinchan,

así no me lo creas.

Éste es tu lecho esperado,

éste es tu lecho andante,

sólo en mi pecho te acuestas;

incluso después de marcharte

no encontraron tus cabellos

mejor almohada, mejor cojín

sino hasta que volviste a mí.

Nacen los helechos

pegados a las piedras,

hechando sus raíces

entre la más dura tierra.

Cesan las fuertes nevadas,

llegan las lluvias suaves;

agarra tu sombrilla

y contempla el paisaje

que conseguiste con tu arrogancia;

el cielo llora en estos días.

Cómo será el último encuentro,

me preguntaste tú.

La nieve, la hierba, los colores

de esta sierra en que vivimos

ya no existirá,

no nos acompañarán ;

habrán otros sabores,

sabores de miel y anís,

sabores que nunca sabrán así,

te contesté a ti. 

                        Joan Sebastián Ascanio Paba       

Poemas SinfónicosWhere stories live. Discover now