Un romance

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—Señor—, escuché a Richard entrar a la comisaría y seguir al sargento, el hombre era uno de los mejores agentes encubiertos, nos había ayudado con el caso de Callaghan, choqué puños con él cuando pasó junto a mi—. Anderson—, dijo antes de continuar con su carrera detrás del sargento.

Al principio no le tenía mucha confianza, algo en él me causaba desconfianza, quizá era el hecho de que por tantos años había sido un agente encubierto, había comprado mujeres a tratantes, claro para llevarlas a la comisaría sanas y salvas, pero algo no cuadraba para mi.

—Oye, ¿Rich?— dije antes de que se fuera de nuevo.

—¿Qué sucede?— regresó hasta mi.

—¿Tú... viste a Callaghan cuando estabas en la casa?— Richard debía conocer a Isabel, estuvo infiltrado casi dos meses antes de atrapar a todos los demás.

—¿Qué? Claro que lo conozco, envié fotos y archivos al sargento—, mi rostro debió de reflejar toda la duda que tenía en ese momento, no había ninguna foto, ningún archivo que nos indicara cómo se veía.

—¿Conocías a Isabel?— mi sangre comenzó a hervir al ver sus pupilas dilatarse ante el recuerdo de Isabel. Lo escuché carraspear y bajar la mirada.

—Era la novia de Callaghan, todos sabían bien que no debían acercarse a ella—, me estaba mintiendo, mis temores eran ciertos.

—¿Alguien se acercó a ella en el tiempo que estuviste ahí?— volvió a verme con la mirada oscura y la quijada trabada.

—Cuando tuvimos a interrogación luego del día que apresamos a todos expliqué cada detalle de la situación, Charles—, su posición estaba completamente a la defensiva—, puedes buscar en el archivo, debo irme—. Apreté mis manos con fuerza y corrí al archivo por las declaraciones de esa noche, nada... todo documento bajo el nombre de Richard A. Lewis estaba en blanco.

Llegué a casa con un nudo en el estómago y una capeta con lo que llamaría "pistas" el sargento, Sandy y ahora Richard estaban en el como piezas principales.

—¡Hijo! Llegaste temprano—, mi madre salió de la cocina con su delantal tan conocido, sus ojos brillaban y su sonrisa era destellante

—¿Dónde está Isabel?— pregunté luego de besar su mejilla.

—En su habitación, subió a darse una ducha—, respondió y asentí subiendo las escaleras, Thor se encontraba acostado fuera de la puerta del baño y aún podía escuchar el agua corriendo.

Isabel había estado como nunca los últimos días, las pesadillas habían disminuido a apenas una por semana, ya no lloraba, ya no gritaba, las ojeras habían desaparecido de debajo de sus ojos, parecía alguien completamente diferente, creí poder curarla por el segundo más largo. Toque la puerta del baño y su voz inundó el lugar.

—Salgo en un segundo, Sarah—, mis impulsos estaban ganando una batalla campal, sabía que mi madre estaba escaleras abajo, que no podía acercarme a Isabel, pero aún así mi mano estaba en el pomo de la puerta del baño y Thor me miraba, casi como si pudiera juzgar mis acciones.

—Hijo—, escuché y me retiré de un salto de la puerta—, iré por unas cosas que faltan para el postre ya que volviste—, anuncio y mi cuerpo respondió ante su anuncio de manera poco favorable.

—S-sí claro—, respondí tartamudeando con expectativa. La puerta se cerró tras de ella y Thor bajo las escaleras como un traidor al escuchar su acción, viendo por la ventana de inmediato y sentándose a esperar su regreso.

Mi mano volvió al pomo de la puerta y giré, el vapor con olor a limpio y Champú inundó mis fosas nasales, el agua aún corría y la puerta semi-transparente de la ducha me permitía definir su silueta. Carraspee.

Ojos tristesWhere stories live. Discover now