En casa

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Isabel.

A veces cuando Callaghan se iba por días yo me quedaba con Suzanne, la asquerosa mujer de la cocina, siempre pensé que ella tenía un enamoramiento con Tristán y por eso soportaba ver tanta basura como lo hacíamos a diario, me parecía imposible que una mujer de su edad apoyara la pedofilia y el maltrato, pero lo hacía y disfrutaba, Callaghan siempre le llevaba flores como se hace a una madre, besaba su mejilla y la regordeta y sonrojada mujer sonreía mientras le servía un plato con un filete y alguna guarnición, mientras que a nosotros nos daba lo que parecían sobras echadas a perder; ahora todo era muy diferente, con Charles degusté comida exquisita, sentí lo que era querer a alguien de nuevo, pero también había perdido a mi príncipe encantado y mis tíos estaban aterrados y cansados de mi, me matarían a la primer oportunidad.

La puerta de la habitación se abrió, habían pasado tres días de mi intento de suicidio y de que ataque a mi tío, por lo mismo solo mi tía venía diariamente a intentar que firmara los papeles, Johnson no me había abandonado, por lo tanto yo no había firmado nada... Charles ni siquiera se había acercado por aquí.

—Isabel, cariño, me alegro que estes mejor—, dijo mi tía, aunque ni siquiera me había preguntado por mi estado.

—Ella no firmará—, Johnson se levantó de su silla de inmediato dejándole a mi tía en claro que yo no haría nada sin Charles presente.

—No he venido por eso—, mi tía sonrió con suficiencia interrumpida solo por el rechinido de la puerta.

—¿A No? Entonces ¿por qué ha venido?— la voz del detective Anderson llenó la habitación, mi piel se erizó de inmediato y una sonrisa se esparció por mi rostro en cuanto logre ver su perfecta figura y claros ojos.

—Y-yo... —tartamudeó la mujer impresionada por la aparición del detective.

—¿Usted?— preguntó burlón.

—L-llevaré a mi niña a casa— la sangre de drenó de mi cuerpo de inmediato al escucharla.

—¿Qué? ¡No!— grité

—De ninguna manera señora Buhana— sonrió Charles y me guiñó un ojo—, yo que usted tomaría mi último café antes de ser detenida por las autoridades—, amenazó y la confusión cruzó por mi mirada.

—¿De qué habla?— gritó ofendida.

—Su esposo abusó sexualmente de su sobrina, los papeles que quiere que firme son una aceptación para que la fortuna que sus padres dejaron pase a sus manos ya que Isabel está imposibilitada mentalmente y señora, eso es violación y fraude, no sé cómo lo manejen en America, pero aquí ambos son delitos que se pagan con cárcel—. Mi piel se excitó y las ganas de tomar a Charles y hacerle el amor me invadieron, sus palabras, la rudeza de su voz y el hecho de que seguramente volveríamos a estar juntos me hizo amarlo infinitamente.

—¡Qué estupidez está diciendo!— gritó mi tía abriendo la puerta ofendida solo para encontrar a dos policías esperándola—. ¿Qué demonios están haciendo? ¿No saben quién soy?— sus gritos se escucharon en el eco del hospital mientras le leían sus derechos y la alejaban de mi de una vez por todas.

—Dios...— susurré pasando mi mano por mi rostro hasta mi cabello.

—Estás a salvo— dijo Charles acercándose a mi, tenía miedo, las heridas aún dolían, los recuerdos aún me asechaban, pero el pensaba que yo estaba a salvo. Extrañamente cuando el lo pensaba, yo también lo creía.

Estuve en el hospital por una semana más, según Anderson y Johnson seguían buscando familiares míos con vida, pero la tarea se había vuelto difícil con el pasar de los días, en resumen Callaghan había ido matando a mi familia de poco en poco, lo más seguro para mantenerme en Inglaterra.

Ojos tristesWhere stories live. Discover now