El hombre

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Charles

No fue dada de alta esa noche... no fue dada de alta al día siguiente, tenía problemas con mi paciencia y los doctores la estaban colmando.

—¿Cuándo dice que saldrá?— pregunté de nuevo a la regordeta enfermera que me miraba con fastidio.

—Detective, aun le están haciendo algunos análisis, el doctor no nos ha informado sobre su salida— me repitió por tercera vez el mismo discurso.

—Él me había asegurado que saldría hace 3 días y ¡aquí estoy esperando a que pase el tiempo!— le reclamé como si fuera su culpa.

—Detective Anderson— Me giré a ver al doctor que se acomodaba los lentes.

—Doctor—, levanté la ceja esperando una respuesta favorable.

—Me temo que mis noticias no van a agradarle— dijo tomando unos archivos del escritorio de las enfermeras—, es necesario que la señorita Gehenna se quede unos días más, en el último ultrasonido que se le hizo apareció una mancha desconocida, debemos saber qué es lo que es... necesito que nos de unos días.

—No tengo unos días— contesté en un tono grave, parecía un perro insensible, pero, la señorita Gehenna era una sospechosa, necesitaba su declaración, comenzar con más investigaciones y estando en el hospital era imposible que lo hiciera.

—Sería negligente dejarla salir en este momento— afirmó el doctor y asentí, nunca había tenido un caso tan grande, era algo nuevo para mi y para la desgracia de Isabel, el hecho de que Tristán Callaghan hubiera escapado, no hacía más sencilla la situación.

Salí del hospital con la furia que constantemente me caracterizaba, golpeé el volante de mi camioneta y aceleré hasta la comisaría donde me esperaban más malas noticias, un sudor frió corrió por mi espalda.

—¡Anderson!— gritó el sargento en el segundo en el que entré. Tenía tiempo trabajando en delitos sin resolver, pero ahora, esta unidad me había asignado un caso especial, uno que involucraba niños, violaciones, pedofilos, narcotráfico y trata de blancas y yo... estaba fallando.

—Sargento...— dije al entrar a su oficina.

—No estoy complacido con el desenlace de tu misión—, fue al grano—; de hecho, estoy menos que complacido... ¿dónde está Tristán Callaghan?— su mirada era acusatoria y tuve que morder mi lengua para no contestarle con una sandez.

—No lo sé—, respondí mirándolo fijamente.

—Esa no es la respuesta que buscaba, detective...— miró hacia otro lado y sabía que ya había perdido la batalla—. ¿La chica esta muerta?— preguntó.

—¿Isabel Gehenna?— se giró hacia mi de nuevo asintiendo—, no señor, pero...

—Estoy harto de tus excusas, Charles— sus manos eran un puño, la misión era importante para todo el departamento.

—El médico...

—¡Interrógala en el maldito cuarto de hospital! Me importa una mierda si se quedó muda por el traumatismo, consígueme la ubicación del hijo de puta de Callaghan—. Su mirada era inescrutable, tragué mis palabras y me levanté de la silla, caminando hacia la salida—. Y Anderson—, aclaró su garganta—, su familia no ha sido localizada, en el momento en que salga del hospital se irá a una casa de seguridad... te quedarás con ella— ¡¿Qué?! Lo miré con incredulidad, degradado a niñero por un error.

—Señor—, asentí apretando los puños a mis costados presionando las uñas contra mis palmas y salí de la oficina.

¡Puta mierda!

Ojos tristesWhere stories live. Discover now