Intervención

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Había estado encerrada en mi habitación por un mes completo... mi tío no se me había vuelto a acercar por obvias razones, comía por necesidad mirando a la ventana esperando a Charles, si esto no se solucionaba pronto me iría a Nueva Jersey de nuevo, con esta gente y perdería todo, perdería a mi Tristán, estaría lejos de mi, en otro país.

—Arreglaremos los papeles y nos deshacemos de Isabel, Christopher—, dijo mi tía, ajena a lo que hace unos días sucedió en su cuarto del cuarto de hotel.

—Ella puede escucharnos—, se quejó el cerdo de mi tío.

—Ella tiene días sin salir de esa maldita habitación, se va a morir de hambre y nos culparán—, dijo con frustración.

—¿Entonces que haremos?— preguntó mi tío de nuevo.

—Vamos a devolverla a la policía en cuanto tengamos el dinero, hay que obligarla a firmar, ya tiene 21 ya puede hacer el trámite y hacernos ricos—, en ese momento lo entendí todo y el mundo se derrumbó a mis pies... ¿quién iba a creerme cuando estaba dañada? Quizá por la mañana ya no recordaría ni yo esta conversación... caminé por el pasillo a mi habitación, la mente me daba vueltas, sentía náuseas, estaba asqueada y asustada.

—¡Charles!— grité mientras las paredes a mi alrededor se hacían más y más estrechas—, ¡Charles!— él no venía, él no me salvaría...—, Tristán...—, susurré antes de que todo se pusiera negro a mi alrededor y la verde mirada de mi amado regresara a mi memoria.

Charles.

¿Cómo mierda? Lo sé... ella no... Isaac...— hablaba con mi hermano por celular, me había llamado de inmediato cuando Isabel ingreso al hospital de nuevo, sus tíos la habían llevado y yo no podía ni acercarme, estaba atado de manos y pies.

Ella está algo desnutrida—, explicó... ¿desnutrida? Se había alejado de mi hace mes y medio—. Es como si hubiera comido lo mínimo por el último mes, si presión cerebral y sanguínea eran altas, no está en la mejor de las condiciones pero grita tu nombre—, me alerté, Isabel me necesitaba—... ¿Charles?— reafirmé que lo escuchaba con un tarareo—, ella te llama a ti y a Tristán... creo que su cerebro le juega algunos trucos.

Tenía semanas investigando al abogado que Sandy me había presentado como Albert Hughes, pero no había ningún rastro de él en todo Londres, tampoco había rastro de un hombre mayor repartidor en el restaurante de comida china y mis nervios estaban a flor de piel, había visitado a Sandy para obtener más información pero ella decía haberlo conocido desde un año atrás y que jamás se ausentaba a una de sus citas, nunca le preocupó salir a la calle con ella, las palabras de Isabel retumbaron en mi mente como espinas. ¿Por qué Callaghan podía salir de la casa como si nada?

¿Tenemos fotos de Tristán Callaghan?— pregunté en la comisaría en cuanto llegué, las miradas de todos eran de pánico al verme, sabía que ellos no podían darme la información, yo seguía fuera del caso, lo había entregado todo.

—Anderson... no hay nada—, dijo Johnson y lo tomé del cuello de la camisa.

—Es de vida o muerte—, expliqué

—No podemos darte la información, el sargento...

—Me importa una mierda el sargento—, amenacé y lo solté dejándolo respirar.

Caminé hasta los archivos, papeles sobre papeles y no había ninguna maldita foto de Callaghan, ¿cómo pude ser tan imbécil? ¿Cómo atraparía a alguien que no conocía físicamente? Me reí ante la ironía como un demente.

Ojos tristesWhere stories live. Discover now