Familia

256 23 10
                                    

Estaba acostada sobre su pecho, sentía sus respiraciones pausadas, olía a hierbabuena y menta en una combinación deliciosa, no recordaba mucho de lo que había sucedido en realidad, mi último pensamiento había sido escuchar su voz y sentir como me corría sin poder evitarlo. ¿Qué demonios había sucedido?

Sentí como se movía debajo de mi, aún estábamos ambos desnudos y sudorosos, las lágrimas picaban en mis ojos por no poder recordar cómo habíamos llegado a esta posición, ¿me había dormido? Sencillamente no podía imaginarlo abusando de mi, él siempre había sido tan cuidadoso... me levanté despacio intentando no despertarlo, me aleje hacia el baño y miré mi rostro pálido, no había golpes que reportar, no había moretones formándose y era porque no fue Callaghan quien me tomó. ¿Le había sido infiel a él? ¿Existía tal cosa como infidelidad a tu secuestrador?

—¿Isabel?— su voz me hizo dar un salto asustado, estaba aterrada de Charles, pause mi respiración u me calmé, él era bueno, él me cuidaba y debía recordar eso... quizá sería bueno decirle que no recordaba lo sucedido.

—¿Si?— mi voz salió quebrada y mi garganta ardía, me sonrojé ante el pensamiento del por qué.

—¿Estás bien?— preguntó preocupado, él era tan bueno y tú sólo podía pensar en el dolor que me causaba haber fallado a mi amor por Callaghan.

—Lo estoy—, aseguré y aunque se aclaró la garganta se alejó de la puerta del baño. Mi entrepierna me dolía y estaba algo rosada por la actividad, pero no me había forzado, estaba segura, sabía bien sobre el tema.

Salí del baño sintiéndome mejor, fingí una sonrisa como estaba acostumbrada a hacer y caminé hacia la cocina donde Anderson preparaba el desayuno, era muy temprano aún.

—Buenos días— su sonrisa podría cegar a un ejército con sencillez.

—Buenos días—, respondí, mi sonrisa siendo poco convincente, él lo notó.

—¿Qué sucede?— preguntó apagando la estufa y caminando al rededor de la barra para acercarse a mi, me estremecí involuntariamente. Lo mejor sería ser honesta.

—Yo no...— aclaré mi garganta—, Charles... no puedo recordar lo qué pasó anoche—, admití sonrojada y avergonzada, los vellos de su brazo se erizaron y su sonrisa y ojos se apagaron en realización.

—¿Nada?— tragó con dificultad.

—No...— bajé la mirada y el levantó mi rostro con sus dedos en mi barbilla.

—Mierda...— susurró por lo bajo—, Is... Isabel, Nosotros...

—Lo sé—, expliqué—, sé que hicimos, sé qué pasó, más no lo recuerdo en absoluto—, fue su turno de bajar la mirada.

—No sé que pensar sobre esto... yo... ¿te viole?— jaló su cabello con frustración y caminó alejándose de mi lado.

—¡No!— negué con rapidez acercándome a él—, claro de no, Charlie, yo solo... no lo recuerdo... es que es tan confuso todo...— pude sentir mis ojos llenarse de lágrimas y me sentí peor al ver su mirada derrotada.

—Necesitamos parar esto— se alejó de nuevo y me llené de temor.

—¿Parar qué?— pregunté aterrorizada.

—Parar esto—, nos señaló—, Dios, esto está muy mal...— se cubrió el rostro con sus grandes manos y me acerqué a abrazarlo, no podía pedirme que me alejara ahora... no ahora que habíamos sido uno mismo aunque yo no lo recordara.

Charles salió de la casa dejándome con el nuevo psicólogo... era un hombre de edad avanzada; su cabello tenía algunas, bastantes, canas, tenía una barriga que sobresalía de sus pantalones, aunque su vestimenta fuera formal, mantenía un bigote bien peinado y tenía un lunar grande en la mejilla. Su terapia fue más rápida, sus preguntas aburridas, su mirada me recorría y una llama se encendió en mi, le era atractiva por ser menor, si fuera una señora el jamás se habría fijado tanto en mi escote, su mano no se hubiera posado en mi brazo... mordí mi labio mirándolo y comenzó a sudar y a tartamudear... lo tenía en el bolsillo.

Ojos tristesWhere stories live. Discover now