Epílogo

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Epílogo


El sol los recibió con su calidez de verano. Ana entrecerró los ojos por unos segundos para acostumbrarse, mientras se dirigía al auto de Lucas con su último bolso. Lucas salió del vehículo y con un breve beso en los labios, abrió la puerta del copiloto. Ana le agradeció rápidamente y dejó sus pertenencias allí.

En vez de ubicarse en el asiento, dio media vuelta y fue a abrazar a su padre por última vez, quien se encontraba con los brazos cruzados en la entrada de su casa. Ana, apoyando la cabeza en él, lo hizo prometer de que la llamaría varias veces a la semana y que le contaría de su día. Su padre asintió y le hizo prometer lo mismo.

Minutos más tarde, Ana con los ojos brillando por las lágrimas, que no dejaban de llegar a este punto, fue a sentarse en el auto.

Lucas compartió un par de palabras con su padre, con el cuál sólo había mantenido pocas conversaciones y Ana los observó hasta que Lucas asintió con firmeza y fue con ella.

Para cuando Lucas encendió el motor, Ana ya estaba saludando con su mano a su padre y segundos más tardes ya estaban dejando la casa atrás.

Ana tomó aire. Lucas parecía estar de la misma forma porque apretaba el volante con fuerza. Su despedida con su madre había sido bastante parecida y aún no se había recuperado del todo.

Lucas mantuvo una mano en la palanca de cambios y Ana posicionó la suya arriba, mientras el reproductor de música se iniciaba y dejaba salir la misma música que habían escuchado un par de meses atrás.

Aunque esta vez sólo se encontraban ellos dos.

Sin contar que la carretera era también una diferente, con un destino que no tenían planeado en aquel entonces.

Ana supuso que de eso se trataba la vida. Planear no servía de nada. A veces uno tiene que dejarse llevar y esperar que lo mejor los encontrase. O en el caso de ellos, ir a buscarlo.

Lucas le echó una mirada rápida y sonrió.

Sí, estarían bien.

¿Cómo no estarlo?

Se tenían el uno al otro.

Y aquello era simplemente lo que necesitaban. Lo que siempre habían querido. No entraban dudas cuando de ellos se trataba.

Tampoco necesitaban decir nada más y con calma, recibieron la carretera en aquella mañana de verano, con el sol dándoles la bienvenida con su calidez, sabiendo con certeza que lo que venía a continuación sería muchísimo mejor. 



FIN

Lucas y Ana ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora