Capítulo 25

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Capítulo 25

ANA

El viaje duró aproximadamente tres horas, en las cuales intenté mantenerme ocupada. Cuando salimos de la ciudad, empecé a hablar con Lucas sobre la última asignatura del profesor Willow, aquella que consistía en pintar un recuerdo. Parecía realmente interesado en todo lo que le decía y me volvió a repetir que no estaba obligada a mostrarle nada, lo cual me hizo sonreír.

Las canciones iban pasando, pero no parecía darme cuenta. Hablamos del paisaje, del atardecer y a qué hora llegaría, de cómo estaría la temperatura al día siguiente y los planes que teníamos para el fin de semana.

―Supongo que nadarás en el lago, ¿verdad? ―preguntó Lucas con una sonrisa.

―La tiraré yo misma si es necesario ―aportó Cole desde el asiento trasero. Me eché a reír.

―No me meteré a ningún lado.

―¿Por qué no? ¿No has traído el traje de baño como te dije?

Me mordí el labio―. Sí, lo traje...

La sonrisa de Lucas se ensanchó y le golpé el hombro levemente, sintiendo mis mejillas arder con fuerza.

―Imbécil ―susurré y miré hacia el otro lado para observar cómo el sol se iba escondiendo. Saqué mi teléfono con la idea de tomar una foto de aquella maravilla, pero lo pensé mejor y abrí la bolsa del regalo de mi padre.

―¿Qué es eso? ―preguntó Lucas cuando me vio remover entre la bolsa e intentar encender el aparato.

―Oh, es un regalo de mi padre ―comenté mientras fruncía el ceño y posicionaba los papeles para las instantáneas. Cerré la tapa y sonreí orgullosa.

Lucas volteó la cabeza rápidamente para echarme una mirada y luego volver la vista hacia la carretera―. ¿Regalo?

Cole interrumpió desde atrás―. Su cumpleaños es el domingo.

Podía percibir su sonrisa pícara en la manera en que su voz retumbó. Lo miré por encima de mi hombro y le hice una mueca, aparentando estar enojada con él. Sacudí la cabeza.

―¿Tu cumpleaños? ¿Por qué no me habías dicho nada? ―preguntó Lucas un poco... ¿dolido? Lo miré y estaba serio, como si estuviese molesto. Aunque no sabía si era conmigo o con él mismo.

Hice un gesto con la mano para que no le diese importancia.

―Es sólo un cumpleaños. Supongo que te enterarías en el día ―dije mientras me encogía de hombros.

Alcé la cámara de fotos para acercar mi ojo en el hoyo y cuando encontré la posición y ángulo perfecto, le di click. Rápidamente guardé la foto en la bolsa para que no le llegase la luz exterior, a pesar de que ya se estaba oscureciendo.

El cielo estaba de un bonito color rosado claro, con delicados trazos naranjas y salmones. La carretera estaba rodeada de árboles. Pinos, en su mayoría. Daba la sensación de que nos daban la bienvenida a una hermosa parte del mundo y estaba totalemente dispuesta a conocer sus rincones. Tomé otra foto, esta vez con la vista de la carretera, en la cual las líneas amarillas resaltaron cuando saltó el flash de la cámara.

―Mi cumpleaños es el quince de julio.

Miré a Lucas y apreté el botón nuevamente, sacándole una foto. Observé una rápida sonrisa de su parte y guardé la instantánea con las otras.

―Cáncer ―comenté asintiendo con la cabeza.

―Y muy orgulloso de serlo, muchas gracias ―respondió él negando con la cabeza, divertido.

Luego de eso nos concentramos en elegir algún artista para escuchar. Lucas me contó que no era muy fan de ningún cantante o banda en especial, pero que de vez en cuando le gustaba escuchar rock de los ochenta o alguna que otra canción de rap que estuviese en la radio. Con mi teléfono fui poniendo y sacando canciones hasta estar satisfecha.

Y cuando giré atrás para saber si a Cole y Max les gustaba la música, los encontré teniendo una conversación que parecía un poco seria, por lo cual los dejé en paz y me obligué a apreciar el paisaje. Al cabo de unos minutos me aburrí. Aún faltaba una hora para llegar, así que no me quedaba otra opción que hacer lo único que sabía hacer. Extraje de mi mochila una libreta y me puse a dibujar, flexionando las piernas para usar las rodillas de soporte. Primero empecé con un retrato rápido de mi padre, luego me aburrí y empecé a dibujar el paisaje, aunque quería dejar aquella vista para una pintura más grande y elaborada, por lo cual opté por dibujar a Cole, de espaldas y con una bandera de la comunidad gay. Cuando terminé, suspiré, como si hubiese estado reteniendo aire en mis pulmones por minutos.

―Dibújame a mí.

La voz de Lucas retumbó cerca de mí y parpadeé. Le eché una mirada y lo observé durante un buen rato hasta que decidí hacerlo.

Nunca lo había visto por tanto tiempo. Me tomé la libertad de apreciar cada rincón de su rostro, cuello y hombros, a pesar de que la iluminación no era la mejor, pero mis ojos se habían acostumbrado y podía también recordar cómo se veían algunas partes de su rostro, como el puente de su nariz o la distancia entre ceja y ceja. Sin darme cuenta me había acercado un poco hacia él y cuando volteó para echarme una mirada rápida, me incliné hacia atrás otra vez y le sonreí como una idiota. Se echó a reír.

―No me distraigas ―le dije, como si estuviese molesta, pero en realidad la estaba pasando bastante bien.

―No, no, claro que no. Tu sigue con tu trabajo. Me quedaré quieto ―prometió y una de sus comisuras (o bueno, la que podía ver) se estiró levemente, como si estuviese reprimiendo una sonrisa.

Y así continué, trazando líneas, borrando muchas veces, nunca totalmente feliz con mis resultados. Sentía que jamás sería suficiente. Pensé que ni el mejor artista podría trasladar aquel rostor en papel y sin duda yo estaba demasiado lejos de estarlo. Cuando terminé, casi veinte minutos más tarde, ciertamente molesta por no ser capaz de dibujarlo como se merecía, guardé el cuaderno en mi mochila.

Lucas no comentó nada más, pero podía sentir las ganas que tenía de observar mi dibujo y le agradecí mentalmente de que no me preguntase cuándo se lo mostraría.

Tal vez nunca lo hiciera. 

Lucas y Ana ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora