22; Los latidos de tu corazón.

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5 años después, California.

Me desperté debido al sonido de unos fuertes golpes contra la pared. Rasqué mis ojos y me puse de pie, para dirigirme hasta la sala de estar.

—¿Aún no has dormido? —le pregunté a Scott.

Su cabello lucía muy despeinado y tenía las ojeras muy marcadas. Sostenía una pelota de lacrosse en su mano derecha, la cual arrojaba una y otra vez hacia la pared.

—Intento estudiar —respondió—. No todos aprobamos bioestadística.

—Déjame ayudarte —le pedí—. Si no la apruebas no nos egresaremos juntos.

—Aléjate de mí —me advirtió—. Cada vez que intentas ayudarme a estudiar terminamos haciendo todo lo contrario.

—¡Eso no es mi culpa! —me burlé.

Scott lanzó una carcajada y volvió a clavar sus ojos en el libro. Segundos mas tarde, comenzó a lanzar la pelota de lacrosse contra la pared nuevamente.

—Creo que me duele la garganta —solté—. Necesito jarabe...

—¿Cuál? ¿Histiacil? ¿Mucosan?

—Vodka.

Alzó una ceja y me preguntó:

—¿Desde cuándo bebes en la madrugada?

—Desde que mi novio prefiere aprobar un examen que pasar tiempo conmigo —dije irónicamente.

Era consciente de lo importante que era para Scott el aprobar bioestadística, por lo que, de ahora en más, intentaría no distraerlo. A pesar de que eso me resultase completamente difícil, ya que no me gustaba para nada no ser el centro de atención.

Para mi mala suerte, no quedaba ninguna botella de alcohol en el apartamento, por lo que me vi obligada a ir a comprar. Me despedí de Scott y me dirigí hacia el supermercado más cercano.

Tomé la primera botella de vodka que vi y me dirigí hacia el mostrador a pagar. Me atendió una chica de tez morena, la cual al verme soltó una carcajada.

—No tenemos permitido venderles alcohol a personas de 21 —me dijo.

—Eso no será un problema porque tengo 23 —le aseguré.

—Si, claro y yo soy blanca —se burló—. Enséñame tu documento de identidad, por favor.

Asentí y revisé mi cartera, pero para mi gran suerte, me había olvidado de mi documento de identidad.

—Olvidé mi documento —confesé—. Pero puedo enseñarte la tarjeta del club, mi carnet estudiantil o...

—Claro que si guapi —soltó una carcajada—. Retírate antes de que llame a seguridad.

Resoplé enojada e hice lo que me indicó el cajero. Cuando me estaba dirigiendo a la salida, un chico me susurró al oído:

—Hay un bar a una calle de aquí.

Le sonreí a modo de agradecimiento y me marché de allí. Me resignaba a regresar al apartamento a buscar mi documento, así que opté por ir al bar que el chico me había recomendado.

El bar tenía un aspecto agradable, a pesar de que mis expectativas en él no eran muy altas. Se encontraba lleno de personas, las cuales parecían conocerse bastante. Al entrar, todas las miradas se clavaron en mí y el lugar se vio inundado por un silencio incómodo, al cual le siguieron un montón de murmullos.

Tomé asiento en la única mesa vacía que había e inmediatamente una de las camareras se acercó a mí.

—¡Bienvenida a Hunter's Moon! —sonrió—. Disculpa la actitud de nuestros clientes, no estamos acostumbrados a recibir personas nuevas. Como sea, ¿qué quieres ordenar?

Mora's Ghost | Teen WolfWhere stories live. Discover now