18; El despertar del diablo.

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Me desperté al sentir que mi cuerpo se encontraba mas frío de lo normal. Miré a mi alrededor y noté que no me encontraba en mi casa, sino que estaba en una especie de bosque. Llevé mis manos a mis hombros, intentando protegerme del frío pero fue inútil. Estaba nevando, por lo que no me quedaría otra opción que buscar un refugio, ya que, por el contrario, probablemente moriría de hipotermia.

Caminé kilómetros y kilómetros pero el bosque parecía inhabitado. Aún era de día, por lo que tenía algo de tiempo para encontrar un refugio. De pronto, me encontré con una especie de camino de piedras, el cual la nieve no había logrado cubrir completamente todavía.

Sin dudarlo dos veces, decidí seguirlo. Cuando finalmente llegué al final del camino, una gran casa se encontraba frente a mis ojos. Tenía un aspecto antiguo y elegante, pero a juzgar por el lugar en el que se encontraba, dudaba que alguien viviera allí. Probablemente sea un lugar para vacacionar, pensé. Me armé de coraje y me acerqué para comprobar que no hubiera nadie allí dentro.

La ventana permitía ver un gran salón. El lugar estaba amueblado perfectamente y también contaba con una gran estufa a leña de un color marfil con algunos detalles en oro. Las paredes eran blancas y tenían unos dibujos en color crudo que le otorgaban un aspecto más elegante. Pero, por algún extraño motivo, la casa parecía estar deshabitada. No habían fotos familiares, juguetes o ropa que indicasen que alguien vivía allí o que siquiera vacacionara allí.

Llevé mi mano a la cerradura de la puerta y, como era de esperarse, estaba cerrada. Tomé el broche que tenía en mi cabello y lo coloque en la cerradura. Fue más difícil de lo que esperaba, pero después de varios minutos logré abrir la puerta.

Al entrar, el olor a encierro y abandono inundó mis fosas nasales, el cual extrañamente resultó ser bastante agradable. Me dirigí hacia la estufa de leña, la cual estaba equipada con un montón de leña debajo de ella.

Tomé un puñado de leña y lo coloqué dentro de la estufa, me puse de pie y tomé una caja de fósforos que se encontraba sobre la estufa. Intenté encender la estufa con ayuda de los fósforos pero fue inútil. Aquella madera se consumía de manera inmediata, por lo que no logró calentar mi cuerpo en absoluto.

Arrojé los últimos leños que quedaban allí y di una mirada rápida a mi alrededor en busca de algo más para quemar. Fue entonces, cuando vi un leño. A diferencia de los otros, este estaba apartado en un rincón y se veía bastante destruido. Pero, aún así, era mi única opción, por lo que fui hasta allí y lo tomé, para luego arrojarlo en la estufa.

El fuego comenzó a consumirlo de una manera mucho más lenta que a todos los leños anteriores y, a diferencia de estos, aquel tronco roído fue el único capaz de darme calor.

—Ese leño es muy especial —dijo una voz masculina a mis espaldas—. ¿No conoces la historia?

Mi corazón dio un vuelco y lentamente me di la vuelta, quedando cara a cara con aquel hombre. Tenía un aspecto algo mayor, pero no anciano. Quizá tendría cuarenta y algo de años. Tenía el cabello oscuro y los ojos de un color miel. Su vestimenta no parecía adecuada para el clima en el que nos encontrábamos, ya que vestía un traje de color negro, sobre el cual destacaba una camisa color vino.

—L-lo siento, creí que no había nadie en casa —me disculpé.

—¿De qué estas hablando? —soltó una carcajada—. Tú eres mi invitada.

Mis ojos se abrieron como platos y un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Clavé mis ojos en aquel hombre y me puse de pie para quedar a su altura.

—¿Dónde estoy?

—Estas en el Infierno, ¿no es obvio? —alzó una ceja.

—Eso no puede ser cierto —reí—. Estoy hablando en serio, ¿quien eres?

Mora's Ghost | Teen WolfOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz