03; La dulce familia.

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Me encontraba en el vestuario de chicas luego de una agotadora rutina en educación física. El lugar se encontraba tranquilo hasta que llegó una chica y comenzó a gritarnos:

—¿Dónde están sus cosas? —señaló el casillero vacío—. Alguien se las ha robado.

—¿Las cosas de quién? —le pregunté intentando calmarla.

—Las cosas de Phoebe, mi hermana —aclaró—. Lleva dos años en la misma clase que ustedes.

—Nunca hubo una Phoebe en nuestra clase —le dijo una de las chicas que se encontraba en el vestuario.

—La han olvidado —susurra—. Todos parecen haberla olvidado, excepto yo.

Mi teléfono comienza a vibrar y me veo obligada a salir de aquel lugar para poder atender la llamada. Observo la pantalla y descubro que es un numero desconocido, el cual decido responder:

¿Hola?

Nadie respondió. Pero luego de unos minutos comenzó a sonar una canción de fondo, la cual parecía que estaba siendo escuchada a través de una radio ya que la transmisión se escuchaba algo cortada, pero aun así se lograba distinguir la letra de la canción.

—«Tomate unas largas vacaciones y deja que los niños jueguen. Si vas de paseo con aquel hombre la dulce familia morirá. Hay un asesino en la carretera» —distinguí el segundo verso de la canción Riders on the storm de manera inmediata.

La llamada se cortó y para cuando abrí mis ojos nuevamente ya no me encontraba en el instituto. No sabia a donde mi mente me quería llevar, pero sabía que aún no había llegado al lugar. Así que continúe cantando la canción hasta que finalmente me encontré frente a una casa. Tenía un aspecto terrorífico e indicaba señales de abandono al igual que todo el pueblo. Observe un cartel que se hallaba cerca de la casa, el cual, a pesar de estar desgastado se lograban distinguir las palabras: «Bienvenidos a la fiesta vecinal 35° de Canaán». Me acerque a la puerta de la casa y toque dos veces. Una mujer abrió la puerta de manera casi instantánea y exclamó:

—¡Te estaba esperando! No tienes idea del tiempo que ha transcurrido desde la última visita que me hicieron.

Tenía el aspecto de una mujer de unos cincuenta y tantos años, su cabello se encontraba cubierto de un color gris y se mostraba ansiosa.

—¿Cómo sabía que vendría? —le pregunté.

No respondió. Ignoro mi pregunta y añadió:

—No tienes idea de lo feliz que estará Caleb de verte. No juega con nadie desde hace mucho tiempo.

—Lo lamento, pero no sé quién es Caleb.

—Debes tener sed. Toma asiento junto a Caleb mientras les preparo algo de tomar.

La seguí hasta lo que parecía ser la cocina y me encontré con un niño que supuse sería Caleb, tomé asiento a su lado y rápidamente apareció la anciana con tres vasos de limonada.

—Era la receta de mi madre —me dijo—. Ella solía prepararla cuando teníamos visitas.

—No se como he llegado hasta aquí —admití—. Pero si de algo estoy segura es de que ha sido para encontrar respuestas.

—¿Qué clase de respuestas? —me preguntó.

—Dijiste que no tenías visitas desde hace demasiado tiempo —le recordé—. ¿Con eso te referías a que la última vez que alguien los visitó fue el 8 de abril de 1987?

—¿Cómo lo sabes?

—Lo leí en un cartel —contesté—. Necesito que me diga que sucedió.

—Tuvimos una fiesta de la comunidad, algo así como un picnic.

—Así que usted no era la única persona en el pueblo —dije—. ¿Qué le sucedió al resto de las personas?

—Por supuesto que había muchas personas en este pueblo —soltó una leve risita—. Pero todas se marcharon ese mismo día.

—¿Se marcharon o unas personas montadas a caballo las desaparecieron? —le pregunté.

La mujer colocó ambos brazos sobre la mesa en la que nos encontrábamos y gritó:

—He dicho que se marcharon.

Al oír su grito lo comprendí; esa mujer era una banshee. La puerta se cerró bruscamente y comprendí que estaba encerrada en aquel pueblo fantasma hasta quien sabe cuándo.

—No me dejaras marchar —susurre—. Es una coincidencia porque no tenia pensado marcharme hasta obtener respuestas.

—Caleb ve a tu cuarto —le ordenó la anciana.

El niño obedeció y se marchó de allí dejándonos completamente a solas.

—Los Jinetes fantasma se llevaron a todo en este pueblo —le recordé—. Excepto a ti y a Caleb.

—No es mi culpa que no me llevaran con ellos —respondió—. Crees que los ayude porque trajeron a mi hijo de la muerte.

—Así que eso fue —comprendí—. Te ofrecieron un trato.

—Ellos estaban a mi alrededor, pero no me llevaron —agregó—. ¿Cuánto tiempo pasó?

—Han pasado treinta años —respondí—. Ellos no me llevaran ¿cierto?

—Estarás a salvo.

—No lo estaré porque no soy la única banshee en Beacon Hills.

—Una de las dos debe morir —inquirió—. No puedes permitirlo. No somos criaturas salvajes, nosotras no nos asesinamos entre sí.

—No asesinare a mi prima —le aseguré—. Debes decirme como detenerlo.

—La tormenta ya ha comenzado y debes aguardar a que todos desaparezcan.

«Tomate unas largas vacaciones y deja que los niños jueguen» —cite un fragmento de la canción—. No me quedare sin hacer nada mientras mi pueblo es olvidado.

—La única manera de comprender la tormenta es entrando en ella —me dijo—. Me temo que eso es imposible para una banshee, ellos te temen.

—Debo buscar alguna forma de engañarlos —inquirí.

—No será nada fácil, pero estoy segura de que lo lograras —me aseguró—. El destino de tu pueblo está en tus manos, no cometas el mismo error que yo.

—Siento que estoy olvidando a alguien importante para mi —le confesé—. Solía tener un mejor amigo, pero ahora no puedo recordarlo. Al igual que mi madre, no logró recordar la última vez que vi a mi madre. Mi tía dice que está muerta, pero yo sé que no es verdad. Ella no intenta mentirme, es solo que no lo recuerda.

—Eso es lo que suelen hacer ellos —hizo una pausa—. Borran de tu memoria a las personas más importantes para ti. Y eso es solo el comienzo.

—¿Se llevarán a todas las personas que amo? —le pregunté.

La mujer asintió y citó un fragmento de la canción que había estado atormentándome todo el día:

«Chica, tienes que amar a tu hombre. Debes tomarle la mano, hacerle comprender que el mundo depende de ti y que vuestra vida nunca acabara».

—Tengo que irme —dije apresuradamente—. Debo confesarle a alguien lo importante que es para mí... y lo mucho que lo amo.

—Debes marcharte, ahora tienes dos pueblos a los que salvar.

Mora's Ghost | Teen WolfWhere stories live. Discover now