Capítulo 12. Parte 2

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Eleanor salió del castillo de Max sin muchas explicaciones a Peggi y a la ama de llaves. Lo único que necesitaba era respirar el aire fresco y soltar las cargas que llevaba a sus espaldas, ahora el conde sabía que ella era mucho más que una ladrona, ella era traidora del reino, un reino que nada le había dado, por cierto, sólo sufrimiento, discriminación y dolor. La gente pobre que ella conocía moría de hambre, sus casas eran de palo en su mayoría y en los fríos inviernos siempre morían ancianos, niños y débiles. Eso y lo que le había pasado a su madre Ruth habían hecho de ella lo que era y aunque sintiera algo por el conde que había sido marido de su media hermana, jamás podría arrepentirse por robar para darle a su gente para comprar pan y ropa, jamás se arrepentiría por arriesgar su vida para que los niños de su pueblo y alrededores tuvieran una manta para cobijarse en las noches frías, jamás se arrepentiría por sacrificar su vida y por decidir no casarse nunca y dedicar lo que le quedara de vida aunque muriera en batalla por luchar por un país mejor y quitar al fantoche rey actual, que sólo hacía fiestas grandes donde lo más altivo y despreciable pero asquerosamente rico de la sociedad asistía para hablar mal unos de otros y presumir sus riquezas mientras el pueblo pasaba hambre. Y si había Dios y justicia esperaba fervientemente que hubiera un cambio para bien. Y Dios sabía que aunque ella fuera una hija legítima y mereciera vivir bien y obtener lo que ella deseara jamás podría vivir así después de ver lo que le pasaba a su gente.

Eleanor había pasado hambre muchos días. Hubo días en que tuvo que comer un pescado crudo después de tres días sin comer nada para saciar su hambre. El conde jamás sabría lo que ella sufrió. A él le era muy fácil juzgarla y muy difícil entenderla.

Cabalgó furiosamente hasta su pequeña cabaña tratando de desquitar la rabia que sentía. El viento azotaba su cabello haciendo que se le soltase de su cola de caballo más a ella no le importó. Necesitaba sacar su rabia.

Al llegar a su pequeña cabaña a un día a caballo del castillo del conde, Eleanor dio de beber a su cansado caballo Bucéfalo como el de un tal Alejandro Magno que había leído en la biblioteca de su padre. En el corredor estaba Andro con noticias urgentes para ella, había recibido una carta proveniente de Richard Gusduf, lo que probablemente significaba que habría guerra.

Eleanor entró con Andro a su cabaña y leyó la carta que Richard le había mandado con Andro.

Eleanore.

Espero fervientemente que ésta carta llegue a tus manos intacta, es menester que todos se preparen para la guerra, no la grande por supuesto. Mursufhite ha descubierto lo que tramamos pero aún no sabe quienes son los rebeldes por lo tanto ha decidido darles caza. Mi fuente es muy confiable y ruego que ustedes estén bien, prepárense porque iré para allá a más tardar el miércoles, planeamos dar lucha el sábado pero mi fuente ha dicho que sospechan de él y no quiero arriesgarlo más. Prepárense para la batalla.

Richard Gusduf.

-Al parecer el rey Mursufhite ha decidido matar a todos aquellos que lo rechacen como rey para así evitar una rebelión. Habrá una batalla en éstos días.–Dijo Eleanor ante la mirada interrogativa del joven.

-La carta llegó ayer en la noche y a esa hora me vine para dártela pero no estabas, supuse que seguías con ese plan loco para recuperar las cartas. –Habló pausadamente Andro que aún no sabía de qué humor estaba Eleanor.

-El conde me ha dado las cartas. –Dijo ella.

- ¿Cómo? –Preguntó él incrédulo.

- Él me descubrió buscando las cartas y tuve que contarle la verdad.

- ¿Qué has hecho que? Pero él puede hacer que te arresten y asesinen ¿Cómo has podido Nor? –Dijo Andro muy exaltado

- No he tenido opción, era eso o que me denunciara. Pero no te preocupes. –Dijo ella tranquilamente.

- ¿Cómo no me voy a preocupar si has arriesgado tu vida por unas cartas Eleanor? –Preguntó Andro enojado.

- Sólo escúchame. El no dirá nada. Me ha dado su palabra. Y él la cumple, si no lo hiciera ya estuviéramos presos y muertos por robarle. No sé cómo tomarás esto pero confió en él. –Dijo ella preguntándose después de pronunciarlo cómo enaguas le había dicho a Andro tal barbaridad, pero una vez dicha ya no se retractaría.

- Debes estar perdiendo la razón Nor, eso es un peligro para nuestro grupo. –Andro se hubo callado dejando a Eleanor el pensamiento de lo que podría significar tal cosa.

- ¿Le dirás a eso al grupo? –Preguntó ella muy seria.

-Por supuesto que no. Jamás te traicionaría, aunque desapruebo seriamente que confíes en ese hombre. –Respondió él igualmente seria, además añadió. –Te he jurado lealtad.

- Jamás traicionaría al grupo y lo sabes ¿O ya se te olvidado lo que pasó en Vunima? –Preguntó ella con voz fuerte,  porque cuestionaron su autoridad.

- No Nor, nadie lo ha olvidado, te ganaste la lealtad de todos en Vunima. –Respondió Andro totalmente serio a lo que ella le decía. Aún recordaba cuando en un robo algo había salido mal y los habían apresado pero Eleanor fingiendo ser una prostituta que iba con ellos, convenció a un soldado para soltarla de las cuerdas que ataban sus manos y éste esperanzado por sus favores la había soltado, así ella esperando un descuido de su parte los había sacado de combate, uno a uno sin recibir ninguna herida, hasta liberar al grupo de mercenarios.

- No quiero volver a oír que se cuestiona mi autoridad. - dijo ella.

LA LOBA VINTERIWhere stories live. Discover now