Capítulo 36. Mi hombre.

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-¿Y se puede saber el motivo? -Cuestionó.

Max se quedó callado al ver la expresión de la mujer que amaba. Antes de conocerla él era el conocido, el respetado, quien sobresalía entre una multitud... cuando ella llegó cambió su mundo, ella llegó a ocupar un liderazgo junto a él, no tras él... como alguna vez pensó que sería. 

La Loba Vinteri no era una mujer que se dejara dominar, era ella quien llevaba las riendas, incluso podría querer llevar las propias de él. Y eso algo que no le podía permitir, si él le permitía inclinar la balanza de autoridad pronto sería un peón más, y no estaba dispuesto a permitirlo.

Ella era suya, su mujer. Ella sería quien alguna vez llevara el apellido De Courcey, no al revés.

-¡Quiero que ésta mujer se vaya ahora mismo! -Ordenó la loba con indignación.

-Estoy seguro que ésta mansión es de mi propiedad. -Dijo Maximilien con cautela. -Así que eso me confiere el derecho de decidir quien se queda y quien no.

El conde le pidió a Davinia que los dejara solos.

-¿Así es como agradeces que te hayamos sacado de la cárcel? 

Eleanor estaba enfadada, aún no podía comprender que era lo que estaba realmente sucediendo con Maximilien, y por qué había roto el compromiso y se estaba comportando de esa forma.

-No se equivoque miladi, estoy sumamente agradecido por lo han hecho para librarme de una muerte segura, pero estar agradecido dista mucho de que usted quiera venir a sacar de mi propiedad a mi invitada. -Declaró el conde.

-¿Por qué has roto el compromiso? -Preguntó ella ignorando lo que él había dicho, a lo que Maximilien tardó largo tiempo en responder.

-Me temo miladi que es bastante evidente. -Max se preparó a sí mismo para seguir el doloroso consejo de su amigo, de alejar a la mujer que amaba, pues prefería que ella lo odiara a que él mismo la condujera a su propia muerte. -Yo ya no soy un hombre de su clase.

-¿Qué cosa tan ridícula dices, Max? -Le espetó ella iracunda acercándose hasta quedar a centímetros de él. -Aunque así fuera eso carece de importancia para mí.

-Le he manifestado a su padre mi deseo de alejarme de la familia Vinteri, al menos hasta que la guerra termine, miladi. No me gustaría que se viera involucrada en un escándalo mayor con un conde sin título y perseguido por la corona y todo el ejército del que una vez fue coronel.

-¡Entonces déjeme aclararle que hubo una vez un hombre que me protegió y me ayudó, a pesar de que yo soy una rebelde, y también que no hace falta que nadie intente protegerme! -Aseguró la loba.

Maximilien la miró intensamente y supo que si seguía ahí mismo la tomaría entre sus brazos para besarla con todas sus fuerzas, ella podía más con él que él con ella.  Y eso le molestaba, él era de carácter fuerte y ella también, pero siempre había sido el de la última palabra.

-Lo siento miladi, no pienso cambiar de opinión. -La miró con añoranza pero intentando hacerse el duro. -Ahora si me disculpa... Mi invitada me espera.

-No pensé que fueras un cobarde. -Dijo al fin.- ¡Un maldito cobarde!

Sin pronunciar más, Eleanor se marchó de la mansión, y cuando sus amigos intentaron preguntar que había sucedido la loba negó con la cabeza y no dijo palabra.

LA LOBA VINTERIKde žijí příběhy. Začni objevovat