Capítulo 10. La extraña sirvienta

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Hola lectores. Perdón por haber demorado tanto. Espero subir en estos días un maratón.
En este capítulo nos saldremos un poco de contexto pero esto servirá conforme avance la historia. 

A la mañana siguiente, Andro llegó a la cabaña de Eleanor con nuevas noticias sobre su último trabajo referente de los planes del marqués. Andro había escuchado de Martina una criada del castillo de Vensurensi que el conde de Curcy tenía en su poder documentos que Anne había escondido de su padre. Documentos que según contenían cartas de la madre de Eleanor hacia su hermano, cartas que por supuesto, nunca fueron enviadas.

-¡Eso no puede ser cierto! –Dijo ella con incredulidad.

-Eso fue lo que escuché. –Respondió Andro. –Martina será chismosa pero nunca mentirosa, además mi madre dice que Martina conoció a tu madre y la respetó mucho.

-En caso de que eso fuera cierto Anne me lo hubiera dicho, más no me dijo nada de esas cartas. –Recalcó la muchacha un poco exaltada.

-Por qué tu hermana no te lo haya dicho, no lo sé. Sólo sé que si quieres esos papeles, debemos hacer un plan para recuperar esas cartas antes que el conde las deseche y se busque otra esposa.

La sola mención de que el conde se buscase otra esposa, que besara otros labios y acariciara a otra mujer, trajo a Eleanor una gran tristeza y trató afanosamente de disimularla como fuera posible.

-Eso no puede pasar, hace tres meses que Anne murió, sabes que debe pasar un año. –Dijo ella tratando de convencerse a sí misma.

-Eso es en el caso de las mujeres, sabes que los hombres no tienen que esperar lo mismo, ellos guardan luto hasta los cinco o seis meses. Así que es tu decisión. –Dijo Andro deseando que ella decidiera que quería recuperar tales cartas para que conociera a su familia.

Andro la había conocido de toda la vida, desde que ambos eran unos críos de leche. Ambos jugaban a las escondidillas junto con los otros niños de los criados mientras la señorita Anne aprendía en el castillo con su institutriz. Aún no entendía por qué, si el marqués no la quería ver de niña, permitía que ella fuera en ocasiones a jugar con los niños del castillo. La señorita Anne, siempre los miraba desde una ventana con los ojos llenos de ilusión mientras Nor (como él solía llamarla) los niños de la Aldea y él jugaban en la lluvia llenando de lodo sus ropas y riendo como sólo un niño sabe hacerlo. Realmente ansiaba que ella fuera feliz, la admiraba secretamente y estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera a su alcance para que ella fuera muy feliz.

-No puedo pensarlo con claridad ahora mismo, pero mañana mismo de haberlo decidido, te mandaré una señal con humo. Sube al amanecer a las murallas de Vensurensi y si en el monte Rass ves el humo es que he decidido recuperar las cartas de mi madre.

-Está bien, sabes que mañana me toca vigilar las murallas, de haber el humo al atardecer vendré. –Respondió Andro de acuerdo al plan de Eleanor.

Después de conversar otro rato Andró regresó a Vensurensi y Eleanor tenía la extraña impresión de que desde que su hermana la mandó llamar, ya nunca su vida volvería a ser como antes.

En el transcurso de la noche mientras que Eleanor cenaba sola en su cabaña, no podía dejar de pensar en lo que Andro le había contado. De ser cierto tendría que volver a robarle al conde, su último robo casi hace que el la mate sólo con la fuerza de su mirada y no quería volver a ver esa mirada dirigida a ella. Finalmente decidió que si tenía la oportunidad, buscaría averiguar sobre la familia de su madre, así que al amanecer, cuando sus amigos llegaron, George al notarla un poco extraña e intuyendo que algo había pasado le dijo:

-¿Es que ha sucedido algo que yo no sepa? –Eleanor lo miró y decidió contarle la verdad.

-Al parecer, el marido de mi hermana posee unas cartas que Anne escondió de su padre y quiero recuperarlas porque contienen información de mi familia. –Dijo ella no queriendo dar más detalles.

LA LOBA VINTERIWhere stories live. Discover now