Capítulo 33. El escape

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—¡Bien!¡Confiaremos en el plan! La princesa ha conseguido que la mitad de los guardas estén imposibilitados para actuar ésta noche. Tendremos que sacar a todos los fugitivos. ¡Debe parecer una revuelta que causará un reo! ¡Debemos de proteger lo poco que queda de reputación del conde! —Les dijo Frailán nuevamente.

—¡Lady Vinteri debió de haber llegado ya! —Exclamó Hachings preocupado.

Todos los involucrados se encontraban en uno de los jardines más discretos de palacio, y a su vez, el más cercano a el territorio de las mazmorras, para su fortuna, la sublime luna se escondía entre las nubes.

Una noche sin estrellas. Y sin saber nada de Eleanor Vinteri.

El rey, por su parte, se había encargado de difundir la traición del conde coronel, que una vez fue su muy querido pupilo. A diferencia suya, el conde no le había tomado ningún afecto, pues aunque hubo un tiempo en el que admiraba a ese imponente rey; Ese tiempo se hizo añicos el día en que vio su lado más cruel.

—Ella sabe cuidarse. ¡Estará bien! —Respondió Frailán tratando de convencerse a sí mismo también.

—Es su turno de efectuar su parte del plan, milord. —Le señaló Frailán al marqués. —Debe evitar a toda consta que el rey conecte los hechos que sucederán esta noche, con su persona. ¡Hágase ver! Haga notar su presencia. —Ante la mirada cansina de Vinteri, al haberle tocado la parte más aburrida del plan, suspiró. Estaba muy preocupado por su hija.

—Está bien, General Kisa, ya sé mi parte. De todas maneras mis soldados disfrazados seguirán todas las órdenes de los guerrilleros rebeldes de Eleanor. ¡No olvide que en mi tiempo fui un espía! —Señaló ganándose una mirada desaprobatoria de los grandes amigos y compañeros de su hija, sobretodo de George, pues sentía que perdía su autoridad como padre de la muchacha, cediéndosela a un hombre que la rechazó al nacer.

Después de repasar una vez más la misión, Vinteri y Kisa se dirigieron al gran salón del rey, llegando con minutos de diferencia, y uniéndose a la hermana de Frailán, Rose Kisa.

La misión quedó a cargo de la princesa Melina y los miembros del grupo.

En los cinco minutos siguientes estalló todo.

Se escucharon disparos.

La gran puerta fue bombardeada con una especie de humo letal que quebró sus cerraduras y se difuminó casi instantáneamente, mientras decenas de presos salieron corriendo, ahora libres. En el palacio el alboroto no se hizo esperar y pocos presos se apresuraron de pronto con la misión de matar al rey, cosa que no consiguieron porque fueron detenidos inmediatamente por Frailán y sus hombres.

Aprovechando el alboroto, Andro, Logan, George y otros más se apresuraron para sacar al conde de su celda. Al parecer la amenaza al carcelero había funcionado, pues el conde se encontraba consciente y alimentado, la fiebre era casi inexistente y podía caminar, aunque con dificultad.

—¿Eleanor está bien? —Preguntó el conde nada más verlos.

—Ehh... —Logan y Arshert se miraron dudando si contestar o no.

—¿Cómo está ella? —Preguntó nuevamente empezando a preocuparse aún más, y mirando amenazadoramente a los muchachos.

A pesar de su evidente cansancio, de su cuerpo adolorido, falta de sueño y sin haberse aseado, el conde emanaba una esencia de liderazgo que era comparable para los chicos, con la de su jefa, la Bella Eleanor.

Si Maximilien hubiese sido un noble común, posiblemente ya hubiera desfallecido en esas mazmorras frías y malolientes, pero él había sido un soldado disciplinado, en muy buena forma física, grande, fuerte y atlético. Había soportado con dignidad sus castigos por haber traicionado al rey, aunque no quería ser decapitado.

LA LOBA VINTERIWhere stories live. Discover now