[ ETERNUM ] (Sett x Aphelios)

Capítulo 11

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Pasó una semana después de que los tres chicos finalmente llegaran a la base y aunque pareciera que se tomaron ese par de días libres, la realidad es que los tres no dejaron de trabajar. Travis ayudaba al profesor y al resto del equipo para terminar de reparar el mecha, Sett por su parte entrenaba su fuerza física y meditaba largas horas tratando de serenar su horrible pasado y Aphelios, en la sala de entrenamientos blandiendo una espada. Ninguno podía tomarse el tiempo libre, pues prontamente Sett iba a tener su gran prueba por segunda ocasión, pilotar el mecha.

En aquel tiempo Sett y Aphelios tuvieron el tiempo suficiente para conocerse mejor, forjar una amistad y no solamente quedarse en el papel de "piloto" y "solicitante", querían tener la certeza de que en un futuro ambos podían seguir contando con el otro y desde luego, seguir contando con el apoyo del profesor y su aprendiz.

Y al octavo día, finalmente todo el equipo terminó con las reparaciones del colosal de acero y la Lágrima de la Diosa, otorgaba la suficiente energía para hacer que ese gran aparato funcionara. Heimerdinger y Travis se llenaron de orgullo de ver que sus cálculos respecto a ese artefacto brillante daba la suficiente energía como un núcleo Hextech. Otro paso victorioso para la ciencia sin duda alguna.

En la noche del octavo día, Sett no podía conciliar el sueño, pues a la mañana siguiente iba a iniciar su más grande reto, pilotar aquel mecha y los recuerdos del primer intento no dejaban de dar vueltas en su cabeza. Se sentía solo, inseguro y estaba muy lejos de los cálidos brazos de su madre. Sí, aunque Sett era un hombre fuerte y todos se lo reconocían, en el fondo no había dejado de ser un "hijo de mami" y eso no lo avergonzaba, pero detestaba esos momentos en los cuales no podía apoyarse directamente con su madre.

Por unos largos minutos trataba de serenar sus pensamientos y poder conciliar el sueño, pero fue inútil, la soledad simplemente no lo dejaba en paz, así que sin remedios tuvo que acudir con la única persona en ese lugar que le brindaba un poco de paz, Aphelios.
Salía de su dormitorio y a pasos silenciosos, se dirigió hasta el dormitorio de aquel chico, tocando un par de veces la puerta y llamándolo en tono bajo.
— Phel, ¿estás despierto? —

Aphelios por su parte era una persona que no tenía problemas para dormir, así si sus pensamientos fuesen perturbadores, se las arreglaba siempre para conseguir su respectivo descanso. Lo único que siempre lo ponía en pie eras las repentinas alertas y al escuchar y su nombre, despertó cuanto antes creyendo que se trataba de una emergencia y se sentó en la cama.
— Pasen, ¿qué sucede? — Mencionaba adormilado.