_¿Les parece si vamos a desayunar y luego damos un paseo por el pueblo?

_Yo tengo que ir a la tienda. Pero las alcanzo a la hora de la comida en la casa.

Mi abuelo se despido de mi abuela con un tierno beso en la boca y a mi me abrazo.

_Las veo en la casa.- dijo sin voltearnos a ver, mientras se alejaba.

_Adios abuelo.- me despedí.

Comenzamos a caminar hasta llegar a una cafetería. Recordaba haber venido aquí de chiquita.

_Hola Miranda.- Hablo un hombre mayor detrás de la barra.

_Hola John, ¿cómo estás?.-

_Muy bien. Escuche que tu nieta está aquí. - dijo haciéndome levantar la cara.

_Así es. John, ella es Tamara, mi nieta.- me presento.

_Oh, la pequeña Tara regresó. ¿Me recuerdas? .- dijo con alegría.

Asentí mintiendo.

_Si, hola.-

_Que alegría que hayas vuelto. ¿Que van a desayunar, malteada de vainilla, hotcakes con chispas de chocolate y tocino? - me dijo con una mirada cómplice.

Sonreí y asentí.

_La pequeña Tara no ha cambiado.- Dijo riendo fuertemente.

Reí y mi abuela tomó mi mano.

_Yo voy a querer lo de siempre, por favor John.

_Claro que si, hotcakes, una malteada de vainilla, un café americano y un huevo revuelto para la mesa cinco. Ahorita se los llevo. -

Mi abuela le sonrió y me dirigió a la mesa.

Nos sentamos, una en frente de la otra y comencé a ver todo el local. Se veía un poco viejito. Nada en comparación a las cafeterías de Londres. 

_Tara, quería que me platicaras sobre cómo estás. Me asuste cuando te despertaste llorando ayer en la noche. Solo, no entre porque no quería molestar. ¿Que te paso?.- pregunto estirando su mano para que la agarrara.

_Estoy bien abuela, fue solo una pesadilla.- dije sin importancia, pero por dentro, estaba temblando. No quería que ella se enterara.

_Sabes que aquí vas a empezar una vida nueva, puedes dejar las cosas atrás.- dijo aparentando mi mano.

_Lo se, eso voy a intentar.-

_Aquí está su pedido. Que lo disfruten.- llego John interrumpiéndonos.

Le sonreí y comencé a tomar de mi malteada, intentando ahogar mis sentimientos con ese delicioso sabor a vainilla.

Mi abuela comenzó a comer sin preguntar nada más. Mejor por mi.

Comimos en silencio hasta que el ruido de la puerta llamo mi atención.

Tres hombres habían entrado, vestían completamente de negro, podía ver que tenían buen cuerpo debajo de esas chamarras de cuero, eran altos y muy atractivos, pero unos ojos azules en particular, llamaron mi atención. 

Mi pulso comenzó a ser cada vez más rápido y mi aliento se fue. Tenía el pelo negro, piel bronceada, dorada. Como si estuviera mucho tiempo bajo el sol. Sus facciones eran duras, marcando y haciendo resaltar sus ojos, azules como el mar. 

Se sentaron dos mesas alejados de nosotras, sin embargo mi mirada no podía apartarse de ellos o mas bien, de el. 

_¿Quienes son ellos?- le pregunte a mi abuela. 

_¿Quienes?- pregunto buscando con la mirada. 

_Los tres chicos que están detrás de ti, dos mesas atrás .- 

Ella volteo y su mirada regreso a mi.

_Oh, el de ojos negros es Marcus, el hijo de Fiona. Jugaban juntos cuando eran niños. El de su lado se llama Steven, es hijo del señor Ramirez, el dueño del taller mecánico del pueblo y el guapetón de ojos azules, se llama Daven .- Dijo haciéndome reír. 

_Abuela.- Me queje riéndome

_¿Qué? es guapo. Me recuerda a tu abuelo de joven.- rio conmigo. 

_¿Por que se ven tan, tan amenazantes?- dije después de un rato.

_Sus vidas han sido complicadas, casi nunca se les ve por las calles, pienso que se visten y comportan así para no parecer débiles ante nadie. Son buenos muchachos, pero han tenido que madurar desde muy pequeños.- Dijo con lastima en su voz.

Mi abuela siguió comiendo su desayuno, con mucha calma. Sin embargo, a mi se me había ido el apetito de un momento al otro. Tal vez fue por tomarme la malteada tan rápido o quizás, fueron esos ojos, que sin saber el por qué, me intimidaban pero a la vez, me atraían tanto. 

Lo seguí viendo, intentando analizarlo, pero me sobresalte al ver sus ojos posados en los míos. Su mirada era completamente fría, no había nada dentro de ellos. 

Mi vista cambio de dirección, intentando disimular, sin embargo lo seguí viendo por el rabillo del ojo. Fruncí la boca al ver como rodaba los ojos hacia mi dirección y siguió platicando con sus amigos. 

Unos segundos después una niña, como de mi edad, con ropa muy provocadora, se sentó en sus piernas y lo comenzó a besar sin importarle quien los viera. Sin importarles que estaban en un lugar público. 

Me voltee y puse toda mi atención en mi desayuno. Tome los cubiertos y comencé a comer. 

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Dos capítulos en un día ! estoy muy inspirada. Espero que les este gustando. 

Los quiero.

Maite-Ev

PD- Cuídense 

Just one breathWhere stories live. Discover now