13. Pócimas y Sustos

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-¡Vegetitta!-gritaba Rubius asustado-Vegetta aguanta, aguanta, ya casi llegamos...

Rubius cargaba a Vegetta mientras corría a toda velocidad a casa de Alex, podía sentir como su compañero seguía respirando, pero no sabía si era por mucho.

Vegetta sacaba espuma por la boca, no podía ver nada concretamente, y su cuerpo estaba paralizado. No sabía que estaba pasando, pero sabía que no hubiera pasado si lo hubiera planificado como siempre lo hacía. Se sentía demasiado débil, y su cuerpo comenzaba a fallar. Había quedado inconsciente ya dos veces, pero siempre que Rubius lo ayudaba con una poción de regeneración o comida, volvía a despertar de alguna forma envenenado. No sabían qué hacer, ni si podría sobrevivir.

-¡Vegetta que si te mueres otra vez me mato me oyes?-gritó su compañero impulsivamente.

Rubius estaba alterado, tal vez era verdad que hubiera sido mejor haberlo planeado un poco, pero no quería que por un error así el que lo había salvado tantas veces muriera. No podía pasar.

"Ni de coña te me mueres ahora" pensó Rubius.

Las criaturas de la noche comenzaron a atacar a Rubius, pero el solo estaba interesado en llegar a casa de Alex, no podía parar para curarse. Vegetta intentaba murmurar cosas pero no le salían palabras, así que el era el único que podía arreglar la situación. Comenzó a ver la luz a lo lejos de la casa de Alex, sintiendo la salvación cerca. Tal vez sí podría lograrlo.

Mientras corría, sintió como sus brazos perdían todo el peso de Vegetta, y como este volvía a quedar inconsciente; se había muerto en el juego otra vez.

-Pero coño deja de morirte-dijo nervioso Rubius.

Se tuvo que detener para curarlo, sintiendo como una mordida en el cuello lo lastimaba mientras lo hacía. Se quejó un poco, pero la adrenalina hizo que tuviera en la mente su objetivo. Terminó de salvar a Vegetta una vez más y volvió a cargarlo, pudo ver como sus ojos morados volvían a abrirse.

-Venga que ya casi llegamos-murmuró alterado.

Comenzó a correr nuevamente mientras sentía que su salud comenzaba a deteriorarse, debía apurarse o Alex iba a tener que salvarlo a él también. Empezó a subir las largas escaleras de su compañero mientras rezaba por no encontrarse con otra sombra.

En cuanto logró llegar se aventó hacía la puerta y comenzó a tocar una y otra vez; escucho unos pasos molestos acercarse a la puerta.

-¿Pero qué formas son esas de tocar?-gritó Alex molesto.

En cuanto abrió la puerta, el enojo se transformó en preocupación; su compañero estaba en la puerta casi rendido, con la respiración agitada, y con miles de heridas cargando a Vegetta, que parecía morir lentamente.

Alex rápidamente tomó a Vegetta, que estaba demasiado ligero, para correr y ponerlo en su mesa. Rubius lo siguió mientras que se empezaba a curar; al menos había llegado a tiempo.

-¿Pero qué ha pasado tío?-exclamó Alex asustado mientras tomaba unos libros y medicinas.

-Que ha sido un accidente, pero está envenenado y no desaparece y-titubeaba Rubius sin saber cómo explicar.

-Vale tranquilo-suspiró Alex-Pásame la pócima de ahí.

-¿Sabes qué tiene?-dijo pasándole rápidamente el objeto.

-Creo que la flecha que lo atravesó tenía envenenamiento y petrificación temporal-explicó Alex-Si es así, aun cuando muera y lo ayuden a revivir no se cura.

-¿Pero puedes hacer algo?-dijo impaciente Rubius.

-A ver, calmado, es lo que voy a hacer-respondió el de ojos negros.

Alex comenzó a mezclar unas hierbas y unos líquidos que tenía guardados, mientras revisaba sus libros para poder corroborar que estaba haciéndolo bien; cuando terminó dejó que la pócima comenzara a caer por la garganta de Vegetta, mientras Rubius lo sostenía para que no se moviera.

Rápidamente el de ojos morados comenzó a calmarse, cerrando los ojos, su color volvió a hacerse vivo y estaba como si nada. Rubius abrazó a Alex feliz.

-¡Buenísima Alex!-gritó feliz.

-Espera, que el va estar muy débil esta noche-indicó su compañero-Vas a tener que llevarlo a su casa y cuidar que no vuelva a recaer en el envenenamiento...

-¿Pero no lo puedes hacer tu?-se quejó nervioso Rubius-Que tal que se me cae el frasco o algo...

-Sabes que no puede quedarse aquí o verá a Jimmy-dijo sonriéndole nervioso.

Rubius asintió recordando el dragón secreto que su amigo le había enseñado; no había forma que Vegetta no se diera cuenta. Suspiró y aceptó que iba a tener que ser cuidadoso para poder cuidarlo toda la noche. Alex le dió medicina para cualquier emergencia, y lo ayudó a llevarlo hasta la muralla.

Cuando llegaron a la entrada de la casa de Vegetta, los dos se despidieron y Rubius le dió las gracias a su amigo.

-No la líen así otra vez, que me sacaron un buen susto-sonrió Alex despidiéndose.

Rubius entró con cuidado a la casa del chico en sus brazos, viendo que aunque estaba en proceso de construcción, era muchísimo más segura y grande que todas las demás. Se perdió un poco buscando la habitación, pero cuando por fin la encontró, dejo caer el cuerpo de Vegetta en la cama y se aventó a un sillón de a lado.

Suspiró fuertemente, sintiendo que por fin podía descansar después de un día de locos; jamás había pensado que su día iba a acabar de esa forma. Comenzando a tranquilizarse empezó a darse cuenta que había sido uno de los días más divertidos que había tenido en ese mundo; aún más que con sus compañeros de la hermandad Oscura. Pensaba en lo curioso que era haber disfrutado mucho estar junto a Vegetta, que hacía las cosas completamente diferente a el. Se había equivocado con ese chico, y ahora le emocionaba saber, que por muy raro que fuera, ahora tenía a alguien con quien poder hacer cosas nuevas.

Tal vez no había sido un error haberlo buscado.

KARMAWhere stories live. Discover now