2. El pueblo

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Después de un gran silencio entre los chicos donde nadie podía encontrar el comentario correcto que brindar, simplemente decidieron caminar en dirección al pueblo, sin saber si algo ahí explicaría lo que estaba pasando o mejoraría la situación en la que se hallaban. Lo que aún no sabían, es que a lo lejos de ellos, exactamente del otro lado del pueblo, dos personas nuevas estaban entrando a su mundo.

Willy se quejaba un poco aun por el dolor y no tuvo la misma suerte que el azabache; nadie loe estaba ayudando ni dando cierto consuelo. Al igual que su compañero, esperaba solo encontrarse en su casa después de haber pasado por un extraño incidente con la computadora. Pero mientras mas pasaba el tiempo se daba cuenta que no iba a ser una situación normal.

Lo único que podía hacer era continuar acostado, esperando recuperar la consciencia, rotundamente confundido y con los ojos cerrados, con la esperanza de que el dolor y el abrumador sol dejara de lastimar y nublarle la vista. A su lado pudo escuchar como otra persona estaba intentando calmar su propio dolor con ciertos quejidos bajos y moviéndose entre el suelo.

-¡Pero qué...-murmuró adolorido—¿Vegetta?

La otra persona no contestó por lo que pudo deducir que no era el azabache, sintiéndose aun mas confundido. Vegetta era la única persona que tendría sentido que se encontrara en la misma situación. Decidió dejar de esperar y moverse, abriendo bien los ojos y aguantando las molestias para poder tener una respuesta a las millones de preguntas. Vió ligeramente con muchos colores borrosos el cuerpo del individuo.

-Venga tío....-murmuró mientras que intentaba alcanzar a la otra persona.

Sintió el pie de la otra persona con la mano al tratar de ayudarlo y este por inercia se alejó desconfiado de las intenciones de la persona a su lado.

-Tranquilo, solo quiero saber qué está pasando, tu pie está a salvo-comenzó Willy sarcástico.

-¿Tu tampoco ves?-preguntó el otro tapándose los ojos un rato para atenuar el sol que intentaba entrar por sus párpados.

-Poco a poco está dejándome ver más claro..-contestó el albino mientras se rascaba los ojos.

Willy ya estaba por fin viendo correctamente, así que se decidió y buscó al chico con la mirada; su cabeza solo se confundió mas al verlo, pues le parecía demasiado extraño. Llevaba un curioso chaleco marrón, con un traje amarillo y shorts rojos. Su cabello era castaño oscuro y si no lo hubiera visto bien y varias veces, el albino juraría que traía en la cara ciertos colores y marcas que hacía que pareciera un búho. ¿Era real lo que veía?

-Déjame ayudarte, ¿vale?-dijo todavía contemplando al sujeto.

Rendido por la incertidumbre, el chico decidió asentir y dejar que el desconocido lo ayudara, destensando el cuerpo. Willy al notar su afirmación miró a los lados para ver si podía encontrar algo que los ayudara y logró ver que cerca había un lago; se levantó rápidamente, corrió hacía el notando su entorno deslumbrante y vivo, con millones de colores en el césped y el agua cristalina. Se agachó para acercarse al lago, asustando a un pez al meter las manos y tomó un poco de agua. Juntó sus palmas lo más fuerte que podía, caminando rápido para no perder tanta agua y luego rápidamente se la echó en los ojos al chico.

-¡Eh!-gritó confuso el castaño.

-Perdona, pero creo que puede funcionar-dijo Willy con una sonrisa, pues había disfrutado un poco hacerlo.

KARMAOnde histórias criam vida. Descubra agora