51. Pequeños Hechizos

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Los dioses de Karma admiraban como su pequeño experimento comenzaba a descontrolarse, preguntándose si sus propias acciones y en específico, la entrada de la daga en ese mundo sería exactamente lo que destruiría todo. La bomba que se había creado para ese punto era imposible de parar, y, francamente, los que observaban a los nueve chicos no tenían intención de detener nada.

Los tres fugitivos del pueblo habían unido sus fuerzas y determinación; Luzu, Vegetta y Rubius, escondidos tras los árboles del bosque peligroso en el que ahora habitaban, entrenaban día y noche para prepararse.

El castaño, lideraba al trio de rebeldes, ahora no solo compartiendo información, si no algo mucho más sensible; la magia oscura. Luzu comenzó a enseñarle a sus compañeros hechizos sencillos que pudieran servirles para atravesar la horda de aldeanos, los aliados de Lolito y sobre todo huir de quien sea que tuviera la daga en ese momento.

Cada día, Luzu comenzaba su mañana y tarde practicando algunos de sus conjuros, aprendiendo cuales eran los limites a los que podía llegar antes de quedar exhausto. Sus ojos rojos y su melena castaña que cada día crecía más asustaban a sus amigos, pero, incluso cuando el chico seguía teniendo un odio y una oscuridad profunda en su corazón, había detenido esa agresividad completamente hacía ellos. Estaba decidido a proteger a los que aun lo protegían y querían por muy roto que se encontrara. Esta vez, no pensaba hacerles daño.

Vegetta y Rubius de alguna forma se encontraban obligados a convivir, puesto que practicaban juntos y entrenaban; en un principio, lo hacían individualmente, sin querer convivir mucho con el otro, pero, una de las primeras tardes cuando Vegetta practicaba tranquilamente un hechizo de curación, vió de reojo a su compañero frustrado por no poder lograr el mismo hechizo.

"Ahora estamos en el mismo bando"

—Lo estás haciendo mal.

Le dijo al ir yendo de forma seria hacía donde se encontraba el otro; Rubius, con cierta impotencia, no prestó mucha atención a ese gesto, e intentó retomar lo que hacía sin hacerle caso al azabache, fallando una vez más.

—¿No es Luzu el que sabe magia?-preguntó molesto de recibir una opinión no solicitada.

—Venga, llevas intentando curar esa planta media hora-se quejó Vegetta-No quisiera que necesitáramos curación y tener que esperarte un montonal para que lo lograras...

—Vaya que has estado mirándome Vegetitta-siseó frustrado-¿Y si mejor practicas a lo tuyo y me dejas?

—Tenemos que trabajar en equipo; necesitamos recuperar Karma-mencionó el azabache alzando las manos para intentar curar la planta.

—Ya pero no sirve de nada que critiques todo lo que hago-musitó Rubius rodando los ojos.

Al notar que Vegetta pensaba curar la pequeña plantita débil que él quería curar, su molestia creció y con su mano ladeó al otro para interrumpirlo, distrayéndolo.

—¡Ey! Ve a buscar tu propia planta! ¿Cómo piensas que aprenda si no me dejas intentarlo?-se quejó con el ceño fruncido.

—Ya... es que me da lástima ver a la planta así, y que tu solo balbucees hechizos en su cara sin lograr nada-dijo sarcástico el otro cruzando los brazos.

—¿Ah sí? Pues, ¡observa esto!-retó al azabache volviendo a empezar el hechizo.

Esta vez su concentración aumentó, cerrando los ojos mientras movía las manos como había visto a Luzu hacerlo alguna vez; Vegetta observó detenidamente sin decir nada, dejando que este fuera libre con sus movimientos. Un ligero aire creció en las manos de Rubius mientras terminaba el hechizo, soltando todo y dejando que cayera en la hojita caída de la planta enfrente suya.

La planta comenzó a rejuvenecer, cobrando color poco a poco a uno mucho más vibrante, alzándose alto como nueva.

—¡Ajá!-exclamó a Vegetta viéndolo burlón-A tu casa chaval.

Vegetta guardó silencio unos segundos con una mirada tranquila, queriendo esperar un poco.

—Tío....-murmuró-Pero si mira cómo la has dejado...

Rubius dejó su cara de victoria a una de confusión, volteando rápidamente hacía la planta; esta había crecido a un tamaño enorme, y estaba cambiando su color levemente a azul. La cara del teñido se puso roja de la frustración.

—¿Pero qué coño es esto cabrón? ¡Si se supone que estabas ya bien!-espetó en voz alta a la planta.

En ese momento, sin poder pensar un poco en lo que estaba por hacer, Vegetta no pudo evitar soltar una risa, pues la escena le parecía demasiado graciosa; ver a Rubius gritándole a una planta con odio por no poder curarla le pareció una imagen increíblemente divertida.

En cuanto soltó la risa, los dos se detuvieron un segundo para verse; ¿acaso estaban disfrutando nuevamente de su compañía de alguna bizarra forma? La risa de Vegetta había hecho que los dos captaran que hace varios meses que no tenían una conversación así. Rápidamente se distanciaron un poco y sus rostros se volvieron serios.

—En fin yo.. debería irme a seguir practicando-murmuró Rubius rascando su cabeza.

-Es buena idea.. yo-

Vegetta no pudo evitar detenerse para recordarse que por más que fueran un equipo en ese momento, Rubius podía perfectamente haberlo asesinado; aun así, era verdad que el también había podido hacerlo siendo Lobo Nocturno. Sus pensamientos negativos hacía el volvieron, pero, ya no podía evitar pensar el que debía dejarlos atrás para poder vencer a Lolito.

—Entrenemos juntos-comentó serio, intentando dejar en claro que el momento casual había terminado-Nos servirá a los dos.

KARMAWhere stories live. Discover now