¿El amor comienza de nuevo?

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Hugo miró a Axel con resentimiento, ahora estaba seguro de sus sentimientos y sabía que su hermano amaba de igual forma a su esposa.

~Asi que mi padre dejó que volvieras. Mencionó con molestia.

~Asi es, arreglaré todo lo que arruine en el pasado. Es momento de tomar las riendas de mi destino.

~Ahora que arruinaste a tu esposa.

~Yo haré que borre todo el pasado, la amare tanto que será la mujer más feliz del mundo.

~Pero su invalidez le impedirá ser realmente feliz. Aunque nada de eso importa, ella sigue siendo bella.

~Bella... Es una palabra que parece inventada para ella. Cuando ella baila, parece que es un pájaro que extiende sus alas para volar, sus grandes ojos me hechizan ¿Quién podría apartar su mirada de ella? Mencionó Hugo con ensoñacion.

~Por el contrario, al verla, yo siento el infierno abrirse bajo mis pies. La pasión que siento consumara mi perdición, acaso ¿Quererla me hace a mi un criminal? ¡Arreglemos esto ahora Hugo!, ¿quién será el que lance la primera piedra? El que lo haga no podrá vivir en paz.

~No hay nada que arreglar, Sofía es mi esposa y pasará el resto de sus días a mi lado, ella despertará todas las mañanas y dormirá todas las noches junto a mi, sus alegrías y tristezas las vivirá conmigo, yo me convertiré en su paño de lágrimas y en su mejor amigo.

Sofía llegó con su silla de ruedas al lugar donde ambos jóvenes se encontraban enfrentándose.

~¡Qué planean! No seré de ninguno de los dos. Me han lastimado de todas las formas posibles ¿Cómo pretenden que los ame después de todo?

~¡Sofía! No debes moverte, nuestro hijo está muy delicado. Mencionó Hugo corriendo hasta su regazo.

Sofía observó con asombro como el joven ponía su cabeza sobre su vientre, para escuchar el pequeño corazón de su pequeño.

Axel se quedó observando aquella escena con los puños cerrados, en ese momento, Esmeralda caminó hacia él para tomar su mano y lograr que dejara ir toda esa tensión que albergaba en su corazón.

Hugo dirigió a Sofía hasta su habitación y se hincó para quedar a su altura.

~Quiero pedirte disculpas por todo el sufrimiento que te hice pasar. ¡Quería protegerte de la furia de Amber! y lo seguiré haciendo aunque mi vida dependa de ello. Seguramente no me comprenderás y debes estar odiandome por atarte a una silla de ruedas. ¡Me arrepiento de todo! De no haber pedido tu mano como quería hacerlo, desde un inicio, de dejarme llevar por los coqueteos de Amber y creer que sería lo mejor para mi vida, cuando lógicamente no era así. Yo fui el causante de todos tus errores... ¡Pero puedo cambiar, remediar todo!

Sofía bajó la mirada e intentó no mirarlo a los ojos o se dejaría llevar por sus sentimientos.

~Déjame sola por favor, quiero dormir sin ti, como lo he hecho durante estas últimas semanas. Tal vez sea mejor que vuelvas al regazo de mi hermana, que te sumerjas bajo su vestido. No te preocupes por mí, que yo sobreviviré y me convertiré en una persona fuerte. Una vez que nazca mi hijo, no volverás a saber de mí ¡Nunca más!

Hugo intentó tocar su rostro, pero Sofía le quitó la mano.

~Yo jamás te falte al respeto, no he dejado de ser tuyo, jamás mis manos han sentido, más piel que la tuya. Aunque te parezca imposible y no puedas creerlo.

A pesar de la afirmación de Hugo, Sofía se mantuvo distante.

El joven salió de la habitación y ella se acercó hasta la ventana para observar como las hojas secas volaban alrededor de los árboles.

Un ruido sonó detrás de su cama y la princesa sintió miedo por lo desconocido. Sus pupilas se dilataron al observar a aquel conejo gris que la habia abandonado un año atrás.

~¡Clover! Gritó con felicidad recibiendo entre sus brazos a su antiguo amigo.

El conejo llevaba entre sus patas el antíguo amuleto de Avalor. La joven lo tomó, para posteriormente atorarlo en su cuello. De esa forma, pudo volver a entender a su compañero de juegos.

~Sofia... ¡Te extrañe demasiado! A pesar de todo no puedo dejarte de lado.

~Clover... No podría seguir adelante sin ti, ¡te pido perdón por todo! Debí escucharte cuando aún era tiempo, cuando no estaba encarcelada en mi destino.

~¿Te encuentras bien? ¿El amuleto no te causo daño?

~Estoy perfectamente, mi corazón volvió a ser puro, el amuleto no puede condenarme, ya que estoy recibiendo el castigo de mis actos.

~Lo siento mucho Sofía. Mis días sin ti no volvieron a ser iguales.

~Ni los míos Clover.

Ambos se quedaron dormidos abrazados, esperando con ansias que llegara la mañana.

A la mañana siguiente, la reina Miranda ya se encontraba en la puerta del castillo en compañía del príncipe James.

~Es un placer recibirla ¿El rey Roland no los acompaña?

~No, se encuentra con su hija en el ducado de Encantia. Mencionó con melancolía.

El rey Garrick los llevó hasta la habitación de Sofía.

Al verla, su madre la encontró dormida junto a la ventana con un conejo en sus brazos. Inmediatamente, la reina corrió hasta ella para ponerle una manta encima.

~¿Mamá? ¿Esto es un sueño? Titubeó.

~No Sofía, vine para llevarte conmigo. James también está aquí, quería ver a su hermana.

Sofía abrió rápidamente los ojos y fijó la mirada en su hermano.

~¡James! Creí que no querrías verme.

~Siempre quiero verte, no hay día en que no te recuerde, Sofi.

Miranda le hizo una seña y el joven las dejo solas.

Mientras ellas hablaban, James caminó por los pasillos para observar los retratos de la pared.

Su mirada se posó en un gran cuadro de Sofía; su hermana se encontraba con su vestido de novia.

~¿Ves algo que te guste? Alzó la voz Axel.

~Solo observó a mi hermana. Comentó posando su mirada en él.

~¿Tu hermana? Ambos sabemos que no comparten la misma sangre.

~Asi es, sin embargo, Sofía ha sido más hermana para mí, que mi gemela.

~¿A qué viniste? Finalmente preguntó.

~Nos llevaremos a Sofía, jamás volverán a verla o a dañarla. Contestó James con firmeza.

La maldad de la juventud. La otra cara de la moneda.Where stories live. Discover now