Capítulo 14

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La mitad del abanico se hundió con facilidad en el piso y Kurapika esquivó al último momento, impulsándose de sus tobillos para echarse hacia atrás.

     Una grieta se originó de ese impacto y pronto tuvo una ligera trayectoria vertical hasta llegar a donde el agua alcanzaba.

     Para ese entonces, las cadenas de Kurapika aparecieron en su mano, tintineando a los leves movimientos de sus dedos. Su anular apuntó a Kalluto, enviando así una cadena que evitó desapareciendo antes de que esta se acercara más a él.

     Kalluto llevó su brazo de un costado a otro, soltando trozos de papel de misma forma y tamaño, los cuales se viraron violentamente contra Kurapika, al firme balanceo que el abanico tuvo. El dedo anular de Kurapika quedó a lo alto, y con fuerza bajó hasta su cadera; una cadena con punta de esfera azotó contra el piso, produciendo un viento que detuvo el camino del confeti.

     Esperó a que de nuevo los triangulares trozos de papel fueran a él, pero no sucedió... su mirada se deslizó a los lados en búsqueda del más joven. Izquierda, derecha, al frente... y entonces detrás de él una sombra le cubrió, unas garras reflectaron la luna y se dirigieron a Kurapika.

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     La pupila de Killua se contrajo.

     —No puedes engañarme a mí —abroncó Kite—. Sé que fue así como salvaste a Gon.

     No pudo negarse de nuevo, sus palabras no podían ni formarse. No podía rechazar su invitación y tampoco podía negar la existencia de Nanika dentro de Alluka. Estaba acorralado.

     —No te pido que me acompañes solo por mis razones —aclaró—. Killua, hay asuntos que probablemente te interesen de allá.

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     Kurapika atrapó las garras entre sus dedos. Los anillos que sujetaban las cadenas impidieron que estas pudieran herirle o dejarlo sin falanges.

     La otra mano de Kalluto inmediatamente rodeó su abanico de su aura y lo impulso contra el estómago del rubio. La sangre salió disparada de su boca y sus ojos se tornaron escarlata antes de caer contra el suelo.

     Aún no descubría cuales eran sus intenciones, pero cuáles no lo eran le quedaron muy en claro a Kurapika después de ese movimiento, lo que le dio ánimos para determinar su propio objetivo.

     De su dedo pulgar onduló una cruz unida a otra de las cadenas, hasta llegar a la boca de su estómago. Toda su aura se concentró en ese lugar y en cuestión de segundos, su herida desapareció.

     Kalluto ya corría en ese momento a donde él.

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     —Zigg Zoldcyk —dijo Kite.

     El padre de Zeno... el bisabuelo de Killua.

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     Delante de él existían tres hermanos, uno le entrenaba, otro le utilizaba y finalmente uno le apreciaba. Pero existía un hueco entre él y sus hermanos.

     Kalluto vivía a la sombra de ese vacío... ¿Cuántas veces tuvo que rascar la superficie de su realidad para poder encontrar como escalar?

     De nuevo, Kurapika envió a él una cadena, la cual repelió con su abanico de inmediato, impulsando una potente ola de viento que perturbó toda planta alrededor. El rubio se protegió con sus brazos, resistiéndose a ser arrastrado mientras a sus espaldas incontables hojas de árboles se elevaron. Para cuando el impulso terminó, Kurapika tenía delante el rastro que dejó y a Kalluto a punto de atacarle con su abanico de nuevo.

ReverberaciónWhere stories live. Discover now