21. El viaje

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Capítulo Veintiuno

El viaje

Leo me sonrió, y señaló el auto.

—¿Segura que no quieres venir con nosotros?

No tenía que pensarlo demasiado, ya había quedado con Alex que me iría y regresaría con él.

—Lo estoy, así es mejor. No quiero ser mal tercio.

—No lo serías, en serio —aseguró.

—Me iré con Alex, así que tranquilo.

Volcó los ojos y alzó las manos en rendición.

—Bien, como prefieras, después no digas que no te invite.

—¿Por qué lo haría? —pregunté, divertida.

—Te perderás de mis anécdotas y mucha diversión.

Entrecerré mis ojos.

—También me divierto con él.

—No es lo mismo —sonrió—. Son dos tipos de diversiones muy distintas.

—¡Leonardo! —lo empujé del hombro, y negué con mi cabeza riéndome—. No me refiero a ese tipo de diversión.

—Bueno, yo solo decía —se encogió de hombros.

Lo abracé y levanté mi rostro.

—Váyanse con cuidado, por favor.

—Lo haremos —me quitó un mechón de cabello del rostro y lo dejó detrás de mi oreja—. Ustedes también.

—Sí, me llamas por teléfono si pasa algo.

—No pasará nada, ¿te podrías relajar?

—Lo haré cuando lleguemos.

Escuché a Alex aclararse la garganta.

—¿Nos vamos? —preguntó.

—Sí —me solté de Leo—. Vamos.

Le di una ultima mirada antes de despedirme con la mano de Shelley que se encontraba en el asiento copiloto del auto de Leo. Me había costado horrores convencerla de venir con nosotros y, al final de todo, lo había logrado.

Tuve que asegurarle a su papá que nada le iba a pasar, sé que era mucha responsabilidad, pero estaba segura de que nada malo nos pasaría. En este tiempo me había dado cuenta de que Caleb era un chico de fiar y, si Alex confiaba en él, yo también lo haría. Muchísimo lo había ayudado, como para que me niegue a creer que es alguien bueno. Me volteé para comenzar a caminar hacia Alex y dejar que él me rodeará con su brazo por encima de mis hombros y me pegará a él.

—¿Crees que algún día me acostumbraré a que sean tan empalagosos entres ustedes? —preguntó, divertido.

Asentí y sonreí.

—Lo harás y, por cierto, tengo que felicitarte.

—¿Por qué?

Esto no es un cliché, ¿o sí? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora