Capítulo Veintinueve
La despedida
1 mes después.
Las paredes estaban completamente vacías, ya no había ningún rastro de los posters de mis bandas y animes favoritos. Y si cerraba mis ojos, aún podía ver los discos de vinilo colgados en la pared y algunos boletos de conciertos de rock pegados a un lado de mi espejo. Mis libros acomodados por tamaños y colores en la repisa.
Tantos años a mi lado y hoy te dejaré ir.
—Fuiste un gran compañero —susurré.
Este había sido mi refugio en todos estos años, el lugar en el que podía esconderme de todo y todos. Donde podía ser yo misma sin el temor de que alguien me juzgara. Mis lágrimas, risas y gritos quedarían grabados aquí.
Antes de salir por la puerta, solté un fuerte suspiro y la comencé a cerrar despacio.
—Adiós.
Me dediqué a recorrer cada parte de la casa, y un gran vacío se instaló en mí. No es fácil dejar un lugar en el que has vivido una infinidad de cosas. Sé que las personas son las que los crean pero también los lugares son parte de ellos. Sin ellos estaríamos en la nada, no existiría nada que nos hiciese recordar, por ejemplo; el sofá en el que solía sentarse mi papá, el árbol en el que escuché «The One» de «Kodaline» con Alex recostado en mis piernas; los cómics que leí con Leo, las girasoles de cerámica que tenía mi mamá colgadas en la pared que está en dirección a las escaleras; el collar de «cosa 1 y cosa 2» que tengo con Brianna y los audífonos que le regale a Connor.
Muchas veces decimos que las cosas no son lo más importante pero lo que las hace especiales son las personas con las que lo compartimos y nos recuerdan a ellos. Así que está casa la iba a llevar conmigo, en mis recuerdos y en mi corazón. La casa que nos había dado nuestro padre y llena de todo lo que él nos pudo dar.
—¡Mack! —gritó Brianna—. ¡Ya llegó Leo y Shelley!
Tomé una gran bocanada de aire.
Al salir me encontré con mi mejor amigo sosteniendo una bolsa enorme de Cheetos Flaming Hot y una Dr Pepper.
Negué con mi cabeza y le sonreí.
—¡¿Eso es todo, idiota?! —reclamé.
—¡Mack! —gritó mamá desde el auto—. ¡Esa boca!
Me tapé la boca al instante.
—Lo siento —le di una sonrisa nerviosa.
Leo me dio una sonrisa traviesa.
—¿Qué esperabas? Es lo que te mereces por estarme abandonando.
—Idiota —dije en voz baja.
Shelley nos observaba divertida.
—Gracias por venir, chicos.
—¿Crees que iba a dejar que te fueras sin que te despidieras de este grandioso chico? —se señaló.
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Esto no es un cliché, ¿o sí?
Novela JuvenilLuego de que su crush la golpeara por accidente sus vidas se mezclarán irremediablemente y ella descubrirá que las cosas no son siempre lo que parecen. *** ¿Qué pasaría si un día tu crush te golpea por accidente en el rostro con un balón de básquetb...