Capítulo Doce
El rumor
Me sentía algo nerviosa y enérgica.
Deslicé mis manos contra el pantalón para intentar borrar los residuos de sudor que había en ellas. En el fondo sabía que tenía que apaciguar esas sensaciones que intentaban desequilibrarme. No podía comprender cómo aún no me acostumbraba a su presencia. Me resultaba imposible no sentirme nerviosa a su alrededor.
No importaba si él se encontraba a una distancia prudente. Siempre tenía la forma de afectarme. Es como si una fuerza magnética me atrajera hacia su persona. Como si tuviese la habilidad de avisarme que él se encuentra cerca.
Es como si mi cuerpo reaccionará a Alex, aunque sé que eso es completamente imposible en muchas maneras.
Los minutos comenzaban a transcurrir y mis nervios crecían cada vez más, era como si fuesen esa planta que creció hasta llegar al cielo. Después de un rato alcé mis ojos para terminar encontrándome con el equipo de básquetbol entrando al gimnasio. No conseguí lograr pasar desapercibido a uno de ellos en específico.
Él mismo que tampoco logró despegar su mirada de mí, y eso no era nada bueno, no cuando lo único que ocasionaba era que aparecieran esas escurridizas mariposas dentro de mi estómago. Desde nuestro primer beso en el estacionamiento ellas tendían a parecer con más frecuencia y siempre aleteaban con más furor que antes.
Aún era temprano para la práctica, y eso quería decir que el entrenador aún no llegaba, por lo que Alex me dedicó una mirada traviesa desde su posición, una que me señalaba la parte trasera de las gradas. No tenía que deducir lo suficiente para saber lo que eso significaba.
La verdad es que desde entonces aprovechábamos cualquier oportunidad que teníamos para poder besarnos. Así que tendrán que entender mi posición cuando les digo que no me puedo negar a ninguno de sus besos. No cuando él es un maldito Adonis en todo su esplendor.
Cada vez son mejores y se vuelven más adictivos.
Alex se volvía adictivo.
—¿No se supone que deberías decirles a los chicos que comiencen con la práctica?—pregunté, divertida.
Di unos cuantos pasos hacia atrás, logrando quedar de espaldas contra la pared. Alex colocó una de sus manos al lado de mi cabeza y se inclinó para verme más de cerca.
Negó con su cabeza.
—No puedo hacerlo sin el entrenador.
Lo sabía, solo no quería resultar muy obvia, no mentiré al decirles que me emocionaba verlo a escondidas antes de sus prácticas. Así solía ser nuestra dinámica, él me pedía vernos a escondidas en diferentes lugares de la escuela.
Aun así, tenía que fingir.
—Entonces, ¿para qué me pediste venir aquí? Estoy segura de que él no tardará en llegar.
Esbozó una sonrisa traviesa.
—¿Tienes algo mejor que hacer?
—Claro, tengo que ver a todos esos chicos sexys jugando en la cancha —bromeé.
Sus ojos brillaban con diversión.
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Esto no es un cliché, ¿o sí?
Teen FictionLuego de que su crush la golpeara por accidente sus vidas se mezclarán irremediablemente y ella descubrirá que las cosas no son siempre lo que parecen. *** ¿Qué pasaría si un día tu crush te golpea por accidente en el rostro con un balón de básquetb...